Crónicas dominicales

¿Dónde está la prensa libre?

Tal vez nunca haya existido la prensa libre. Para enterarse bastante bien, pero no suficientemente bien, de “lo que pasa”, habría que molestarse mucho consultando numerosos medios, algo que muy pocos ciudadanos llevan a término

01 ene 2023 / 04:00 h - Actualizado: 01 ene 2023 / 04:00 h.
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Los orígenes del periodismo -lo que se llama a veces protoperiodismo- están en la Baja Edad Media y en los primeros tiempos de la Edad Moderna. Lo que hoy es el periodismo no es “invento” de lo que llamamos “pueblo” sino de quienes poseían intereses mercantiles, el “pueblo” carecía de formación educativa, era analfabeto, y por tanto estaba ajeno a lo que se cocía en las esferas internacional, diplomática o socioeconómica. Los primeros textos informativos como tales nacieron en las llamadas ciudades de La Hansa (Países Bajos) o en la República de Venecia. Estamos en los siglos XIV, XV y XVI y los primeros mercaderes debían saber, por ejemplo, cómo estaba la situación bélica más allá o mucho más allá de sus fronteras para decidir qué hacer con los productos de sus negocios. También el poder político (los reyes) necesitaban información. En el siglo XIII, Marco Polo se convirtió en un viajero que informaba a Kublai Kan, quinto y último gran kan del imperio mongol y primer emperador chino de la dinastía Yuan, sobre la situación de un territorio cuyo desarrollo preocupaba al emperador: el llamado País del Sol Naciente, el Japón actual, que había sido de Mongolia-China.

Sin embargo, controlar medios de comunicación no tiene necesariamente que ser sinónimo de lograr o mantener el poder, si bien es evidente la influencia que los mensajes de los medios ejercen sobre el ciudadano, la mayoría de las personas no hablan por sus mentes y por sus bocas sino a través de los deseos mediáticos. Librarse de tales deseos exige un esfuerzo de lectura y preparación que pocos alcanzan. Con todo, si controlar medios concediera el poder “de por vida”, ni el franquismo se hubiera venido abajo ni la URSS tampoco porque tanto un sistema de dominio como el otro controlaban casi al 100 por 100 los medios.

España nos ofrece en estos momentos un paisaje mediático radical donde parece como si el periodismo hubiera pasado a un tercer o cuarto plano para ser sustituido por una propaganda de guerra civil mediática bipolar, según estemos ante medios pro o antigubernamentales. En Internet pueden ustedes hallar fácilmente textos que hablan sobre medios del PSOE, de Podemos, de Vox, del PP..., lo cual no es riguroso porque no es exactamente así. Hay medios controlados por la oficialidad de los partidos pero los partidos son plurales por dentro, El País, por ejemplo, nunca ha sido de la corriente Izquierda Socialista que está en el interior del PSOE. Tampoco ha sido de Zapatero y en cuanto a Sánchez llegó a insultarlo y a descalificarlo gravemente. Sin embargo, el PSOE de Felipe González, aliado con el fundador de El País, Jesús de Polanco, ha solido ser una apuesta segura del diario madrileño. En estos momentos, los hilos de intereses que, dentro del Consejo de Administración de El País, mueve Sánchez desde Moncloa, inclinan al diario a favor de Sánchez y mucho menos a favor de Podemos.

En este texto se ha preferido hablar de la línea editorial o de tendencias editoriales de un medio mejor que de si es de un partido u otro, por lo que se acaba de apuntar. El resultado de una mera observación participante del “patio mediático” español más influyente lo he reflejado en el cuadro que acompaña a estas líneas. Los lectores más exigentes seguramente ya lo conocen, pero así lo reúno todo en una sola ilustración y nos sirve para el debate en casa o en tertulias varias.

¿Dónde está la prensa libre?

El cuadro nos permite comprobar en qué dos bandos irreconciliables se divide la prensa, algo que o se extiende a los públicos o provoca el hastío en ellos o se lleva a cabo al gusto de sectores sociales-clientes de uno u otro medio que esperan que les digan aquello que desean oír. Sobre todo, es aplicable a un sector poblacional que lee prensa por ella misma, mucho menos a los jóvenes nativos digitales que leen a través de las redes sociales, lo cual los lleva a leer de todo y al mismo tiempo no leer nada importante ni articulado. Aunque no exactamente en el centro de la guerra, sí existen algunos medios que procuran huir de la propaganda y desarrollar periodismo más o menos en profundidad, algo a lo que he llamado, quizás jocosamente, medios críticos con el gobierno pero no de manera obsesiva y continua.

En la universidad, lo que acabo de desarrollar en el cuadro adjunto sería inadmisible, tendría que demostrarlo ante un tribunal si es una tesis o ante la comunidad científica si es libro o artículo científico. Pero en la realidad periodística se permiten estas simplificaciones a las que hay que llenar de contenido si deseamos debatir sobre datos sobrios en lugar de contagiarnos con esa visiones infantiles e iletradas que la mayoría del mundo político coloca ante nuestros ojos.

Con estas “armas” de papel y digitales llevan los políticos combatiendo entre ellos desde hace años. En 2023, la “guerra” se volverá más agresiva aún. Por supuesto, lo de menos aquí es el periodismo. Descanse en paz, veremos si en algún momento algún genio le grita eso de “levántate y anda”.