El juez Castro: «¿Si somos iguales ante la ley, cómo es que hay uno que no lo es?»

17 may 2022 / 04:36 h - Actualizado: 17 may 2022 / 04:36 h.
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El juez Castro, José Castro Aragón (Córdoba, 1945), fue el magistrado más conocido de España durante los años en que instruyó el caso Nóos (2010-2014), la investigación por corrupción que sentó en el banquillo a la infanta Cristina y a su esposo, Iñaki Urdangarin.

Jubilado desde 2017, publica ahora sus memorias, «Barrotes Torcidos» (Edicions Documenta Balear), y en una entrevista con Efe comenta su carrera y cuestiones candentes como los aforamientos que privilegian a los altos cargos políticos y al rey. «¿Si somos todos iguales ante la ley, cómo es que hay uno que no lo es?», reflexiona.

Pregunta: La lectura de su libro pone en evidencia la precariedad personal y material de la justicia. ¿Tiene remedio?

Respuesta: Sí. La justicia es lo que mejor remedio tiene. El esquema básico que hay que modificar es la dotación de personas y materiales. Pensemos por un momento que El Corte Inglés, no pretendo hacer publicidad, tuviera que trabajar con los programas informáticos que tiene la justicia, estaría cerrado más tiempo que abierto. No hay guardia en que no haya un fallo informático. Es un auténtico desastre.

Bastaría incrementar los recursos notoriamente, no como cuando dicen: «Hemos hecho mucho por la justicia, este año hemos creado 20 juzgados», pero es que hacen falta 2.000. A las necesidades que se van presentando se les hace frente de una manera cicatera. Si hacen falta 1.000 jueces, pues se crean 20 o 30 juzgados.

No creo que haya ningún tipo de conspiración, aunque el mundo político se sabe legalmente controlado por los tribunales. Precisamente las causas de corrupción contra políticos son las que más se aceleran. Simplemente lo hemos dejado y como los jueces nunca nos hemos manifestado ni hemos ido a la huelga o hemos protestado...

P: Dice que el colectivo de jueces y fiscales tiene un carácter profundamente conservador. ¿Se traslada eso a sus decisiones?

R: Quisiera pensar que ningún juez conservador, por el hecho de serlo, le va a dar la razón a quien no la tiene. Como no pienso que un juez progresista sea por sistema proclive a darles la razón a los trabajadores si no la tienen.

Puede que sí tenga intervención en los órganos de gobierno de la justicia, sobre todo en el Consejo General del Poder Judicial. Si hay una mayoría conservadora, como hay ahora, evidentemente serán los magistrados del Supremo, presidentes de sala, de la Audiencia Nacional, de tribunales superiores, profesionales de un talante netamente conservador.

P: Cuenta en las memorias su iniciación sexual con una prostituta. ¿Es partidario de la abolición de la prostitución?

R: Me encantaría que no hubiera prostitución. Lo que me gustaría es saber cómo se va a abolir la prostitución. Si se trata de abolir la prostitución callejera y se mantiene la otra, habremos hecho un maquillaje.

Además, habría que definir qué es la prostitución. Cuanto mayor es la diferencia de edad de los que se casan y mayor es la fortuna, las posibilidades que brinda el prostituirse materialmente son enormes, y eso no está considerado prostitución.

P: ¿Le sirvió su etapa como funcionario de prisiones para tener una actitud más compasiva hacia los delincuentes?

R: Vas acumulando vivencias de un sitio y de otro, pero hay una base que yo tenía. Me enganchó un mundo carcelario inhumano, atroz, que era el que yo viví. Creo que en parte me ha marcado.

Cuando leemos en la prensa que una persona ha violado, ha matado, ha hecho tales o cuales monstruosidades, todos podríamos decir: «Si le tuviera entre mis manos, le arrancaría la cabeza». Pero cuando los tienes delante no piensas en arrancarles la cabeza. Odio no sientes en prisión, ni yo he sentido odio en mi vida judicial.

P: Tilda de «abominables» los aforamientos. ¿Contempla que algún día sean eliminados?

R: Se han alzado voces de protesta dentro de la justicia. Hay distintos aforamientos, puedes quitar algunos, pero quitarlos todos es más complicado.

Para los aforamientos de la Constitución hay que modificarla, y la Constitución se hizo para que no la cambiara ni Dios. Incluso a nivel personal, los senadores y diputados, tienen no ya un aforamiento, sino una inviolabilidad por los actos personales condicionada a que la cámara dé la autorización.

Decir que una persona está por encima de la ley cuando a renglón anterior dice que todos somos iguales ante la ley... ¿Si somos todos iguales ante la ley cómo es que hay uno que no lo es? ¿Cómo es que hay otros que no lo son, no solamente el rey?

Espero que un día se reforme la Constitución, se le formulen al pueblo preguntas que nunca se le formularon, y se quiten honores y privilegios.

P: Aunque fue condenada, a la infanta Cristina no se la define como tal en la sentencia del caso Nóos. ¿Tuvo un trato de favor?

R: No fue absuelta. La palabra condena no se usa exclusivamente en el ámbito penal. Se emplea el término condena cuando a una persona se le impone un determinado comportamiento, que puede ser dar una cosa, hacer una cosa o en prohibirle hacer alguna cosa. Pero para esta señora, y Ana María Tejeiro (la esposa de Diego Torres, el socio de Urdangarin), se omite eso.

Cuando la llamé a declarar todo el mundo se echó las manos a la cabeza, pero había que llamarla, como partícipe a título lucrativo. No puedes condenar a una persona sin pedirle explicaciones.

P: ¿Tan pobre impresión le dio la declaración de la infanta que la califica, a modo escolar, con un suspenso?

R: Creo que no la aconsejaron bien. El negar sistemáticamente todo, todo, hace que no te creas nada. Extraje las preguntas de la propia causa. Conocía las preguntas del examen.

P: Atribuye a «otros» la estrategia para el enriquecimiento de Iñaki Urdangarin. ¿A quiénes se refiere?

R: Si hubiera tenido pruebas para decir quién era el otro o los otros, hubiera mencionado el nombre. Puedes tener muy clara una cosa en tu fuero interno, pero si eso no viene avalado por algo, no lo sueltas porque serías un imprudente.

Todas las defraudaciones del caso Nóos no se pudieron hacer con la sola inteligencia, por mucho que Diego Torres fuera inteligente, de él y de Iñaki Urdangarin. Siempre sostuve que todo el sistema lo habían diseñado otros. Uno de los otros era su mujer, y si alguien quiere pensar que a su esposa alguien le marcaba lo que había que hacer, igual no está muy descaminado, pero yo no podía iniciar una investigación hacia el rey porque, en primer lugar, el rey era inviolable, en esa aberrante pero consolidada jurisprudencia. No tiene sentido que yo inicie una investigación sin un resultado práctico. Eso queda en el fuero interno de cada uno.

P: ¿Recibió directa o indirectamente alguna indicación del rey Juan Carlos?

R: No. Al rey no le puedo reprochar que hiciera algún comentario sobre mí. Estaba en su derecho. El que fuera rey no te puede quitar de ser padre. Pero presiones o llamadas, nunca.

P: ¿Qué le parece que el rey emérito vuelva a España?

R: No tiene limitado el derecho para venir a España.

El fiscal ha dicho que no ve motivo para poner una querella, pero nada impediría que el Tribunal Supremo de oficio o si admitiera una querella de quien fuera, pudiera incoar unas diligencias. Al archivo de las diligencias de Fiscalía se le ha dado una interpretación desmesurada, como si se hubiera dictado sentencia absolutoria.

P: Rechazó entrar en política ante el ofrecimiento de Pablo Iglesias de ser candidato autonómico de Podemos, quién sabe si ahora podría ser ministro.

R: No me tienta ningún cargo. No sirvo para eso, no tengo tanto veneno... (ríe).