El nacimiento de la niña Leonor de Todos los Santos de Borbón y Ortiz, una madrugada como la pasada pero del año 2005, había sido una sorpresa hasta la 1.46 en que su madre, la actual reina Leticia, dio a luz. También su nombre sorprendió, pues no se llamaba así una reina desde que, en pleno siglo XIII, Leonor de Castilla se casó con Jaume I de Aragón, a la sazón conde de Barcelona. La doble sorpresa se alargó un año y medio más, cuando nació su hermana Sofía, otra niña, pues la parejita de chicas reabrió un debate en España sobre la sucesión tal y como la contempla la Constitución de 1978 –que, por cierto, también se había aprobado en Cortes un 31 de octubre-, que prefiere a los varones sobre las mujeres.
El Gobierno, presidido entonces por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, manifestó repetidamente su intención de reformar tal aspecto machista de la Carta Magna, pero sobrevino la crisis de 2008 y solo dio tiempo a reformar otros aspectos más relacionados con la economía, aunque fuera en un frenético fin de semana. La reforma para evitar un conflicto como el de la medieval ley sálica que desencadenó tres guerras civiles cuando su antepasada Isabel II subió al trono con solo 13 años. En realidad, solo otra Isabel más, la Católica, había logrado ser reina titular efectiva en España.
A pesar del consenso social que parecía darse hace más de una década, finalmente no se llevó a cabo dicha reforma, ya que se tendría que realizar por el procedimiento agravado, que nunca se ha llevado a cabo. Este procedimiento es notablemente más complejo y supone la intervención de dos legislaturas distintas y dos consultas al electorado. El Consejo de Estado, en todo caso, ha asegurado que los cambios podrían realizarse con carácter retroactivo.
Sin embargo, a estas alturas –con el Rey emérito huido, un partido en el Gobierno con preferencias republicanas y una pandemia que está trastocando los fundamentos socioeconómicos y políticos de la propia democracia- parece como andar por terreno minado intentar tocar los artículos constitucionales referentes a la Corona. Dicen que la princesa Leonor, a tres años de alcanzar la mayoría de edad, está al tanto de todo, o casi. Desde luego, tiene el difícil reto de asumir, junto a sus padres, un cambio de imagen de la institución monárquica. Lo está haciendo, ganando cada vez más protagonismo como heredera, pronunciando incluso discursos en varios idiomas y haciendo sus primeros viajes oficiales, o presidiendo los Premios Princesa de Asturias. Entre tanto, su padre quiere acostumbrarla a la vida que le espera, y su madre procura que desarrolle su personalidad dentro de los estrechos márgenes que su cargo le permiten.