Crónicas dominicales

La crueldad de Patxi López con Tamames: hablemos de progresismo

Al portavoz del PSOE en Las Cortes, se le llenó la boca con el concepto progresismo, gobierno progresista, de coalición, pretendiendo así desprestigiar a una personalidad como Tamames, al que no le llega ni a los calcetines

26 mar 2023 / 04:00 h - Actualizado: 26 mar 2023 / 04:00 h.
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  • Patxi López (i) y Ramón Tamames. / EFE
    Patxi López (i) y Ramón Tamames. / EFE

Ramón Tamames tuvo lo que se merecía. Si te metes en un lugar como el Congreso de los Diputados, enchufado por Vox, te pueden decir de todo menos bonito. Pero de ahí a observar a una mediocridad como Patxi López, que no tendría dónde caerse muerto si no fuera por la política, aprovechándose de alguien con escaso entrenamiento, va un abismo. Era el político mediocre contra alguien que ha sido mucho más que un político y que si llega a estar más cómodo, sentado en el sillón de su casa o en un estudio de una televisión libre, hubiera hundido en la miseria al que se autonombró abanderado del progresismo. ¿Qué es el progresismo? ¿El señor López y lo que representa y significa? Va siendo hora de arrebatarle a este personal el monopolio de eso que llaman progresismo, al que yo he tenido que abandonar para encontrar el progreso de la mente y así pensar por mí mismo, desde la experiencia vital y científica.

Progresismo: “Ideología y doctrina que defiende y busca el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos y especialmente en el político-social”. A esta etérea definición oficial se apuntan todos los partidos políticos, ¿por qué tiene que ser el PSOE o el gobierno el único y genuino progresista? El progresismo en el siglo XIX era el liberalismo que a su vez derivó en buena medida de la Ilustración del XVIII y, si me apuran, de la clase mercantil que se fue formando en Europa desde la Baja Edad Media. No fue el socialismo quien intentó separar la Iglesia del Estado, por ejemplo, sino la burguesía. No fue el socialismo ni la llamada izquierda quien tomó las primeras “medidas sociales” a favor de los “vulnerables” sino la derecha burguesa, liberal o conservadora, si bien es cierto que, a la vez, originó un ejército de vulnerables que fue defendido por el marxismo-leninismo, sobre todo. Fracasó, pero lo intentó. Ahora el socialismo está muerto, la socialdemocracia también, el comunismo es residual, pero quedan en pie el liberalismo y la derecha conservadora.

Recordemos las palabras del milmillonario estadounidense Warren Buffet: «hay una guerra de clases y la estamos ganando los ricos». Ya es hora de que los que se consuelan mitificando el progresismo y viviendo -muy bien- a costa de ese concepto y de los vulnerables, bajen de su nube y reconozcan que su política hoy no es revolucionaria sino religiosa, caritativa, y que se comportan de una forma similar a aquellos a los que afirman combatir cuando, gracias al sistema que sus rivales y enemigos han implantado, alcanzan puestos de poder más o menos relevantes. No son progresistas, no son revolucionarios, son seres humanos, una cosa son los maestros del progresismo y la revolución de las mentes y los corazones y otra estos “discípulos” que, en lugar de imitarlos, los suben a los altares y ellos se dedican a vivir gracias a los pobres a los que nunca terminan por hacerles justicia. Los progresistas pertenecen al mismo mundo que los supuestamente no progresistas. El mundo de los progresistas es el mundo de los no progresistas, viven en él y de él, ya que el otro mundo que intentaron construir ha fracasado. Por ahora, los progresistas son los nuevos misioneros, los Pepito Grillo, seres necesarios porque son la conciencia de quienes mandan en el mundo, pero seres fracasados en sus aspiraciones supremas.

Por lo demás, bajemos a la arena, pensando en la diatriba de Patxi López contra Ramón Tamames.

■ El progresismo tomó partido por el capitalismo en las dos guerras mundiales. ¿Es eso progresismo?

■ La socialdemocracia, el progresismo, ganó la batalla de la Historia al comunismo que se hundió en 1991. Sin embargo, también se hundió el progresismo socialdemócrata porque Roma no paga traidores. Si el progresismo socialdemócrata había ganado al comunismo totalitario, ¿por qué se hundió en Italia, en Grecia, en Francia, en Inglaterra...? ¿Por qué se sigue llamando progresismo si ha debido disolverse, se ha derechizado y no duda en pactar con la derecha cuando procede?

■ El progresismo es el tonto útil de la derecha liberal mundial que es la que manda y a la que se arrima cuando es menester.

■ En España, en 1934, jugó al leninismo, despreció los resultados electorales de 1933, crispó una España ya crispada por una derecha retrógrada pero que ganó unas elecciones. El país fue un caos, he comprendido aquella situación viviendo la actual. Ni el progresismo ha avanzado sustancialmente con Patxi López o Sánchez ni la derecha lo hace con Vox o el PP. Pero no es el progresismo quien manda, aunque gobierne. Ni aquí ni en lugar alguno.

■ ¿Es progresista enfrentarse desde 1936 a un ejército fascista con mando único y aparato de propaganda bien engrasado, utilizando varios ejércitos con mandos dispersos? Eso es regresivo, primitivo y reaccionario, no progresista.

■ Vence Franco en 1939. ¿Dónde están los progresistas de Patxi López?, ¿en qué resistencia? ¿En qué clandestinidad?

■ ¿Quién, en la Transición, buscaba un entendimiento con el Poder que había elevado a Franco a su trono? El progresismo de Patxi. ¿Quién hablaba de Reforma en lugar de Ruptura con el pasado dictatorial y dejó intacto el poder estructural franquista y desperdició decenios enteros para ahora, cuando hay que mirar al futuro de la Inteligencia Artificial, centrarse en desenterrar muertos sólo de un bando porque -dijo Patxi López- los caídos del bando nacional ya fueron homenajeados continuamente? ¿Eso justifica que se queden sus restos olvidados, bajo tierra? No, eso es querer ganar en la paz una guerra que se perdió por debilidad y de paso crear una nueva guerra civil no declarada, se lo dijo el profesor Tamames.

■ ¿Es progresista desenterrar a Franco pero no atreverse a desenterrar con nombres y apellidos el contexto socioeconómico que aupó a Franco al poder? Como dijo Tamames, hoy es antifranquista cualquiera. O como escribió Van Dijk, sin contexto no hay texto.

■ ¿Fue progresista meternos en la OTAN y reforzar las bases militares de EEUU? ¿Quién era el secretario general de la Alianza cuando en 1999 bombardeó Serbia con uranio empobrecido -que sigue causando enfermedades graves- y mató a periodistas de la televisión serbia y a otras víctimas inocentes? El progresista Javier Solana que años antes levantaba el puño en mítines contra la OTAN. La operación contra Serbia, sancionada por Solana, provocó enormes bajas entre la población civil: 1.700 civiles, 400 niños, 10.000 heridos. Durante los combates se produjo la contaminación radiactiva de la zona.

■ ¿Quién ha privatizado el sector público que conocí cuando gobernaba Franco? ¿No es tan positivo lo público? ¿No hay que luchar por una sanidad y enseñanza públicas? ¿Quién entonces ha privatizado a Telefónica, Repsol, Endesa, Tabacalera (Altadis) o Iberia? Entre el PSOE y el PP lo hicieron. ¿Quién vendió a la SEAT? La respuesta es fácil: lo hicieron entre la derecha postfranquista y el “progresismo”. A partir de 1985 y siguiendo la tendencia internacional, se iniciaron en España procesos de desinversión y venta de empresas públicas. El progresismo estaba en el poder político. ¿Qué es entonces el progresismo?

■ ¿Quién, en lugar de construir colegios y hospitales, implanta eso de la concertación con lo privado y luego critica la enseñanza privada y la segregación por sexos? El progresismo.

■ ¿Quién reforma en 2011 la Constitución de 1978 por el procedimiento de urgencia para adaptarla a los poderes mercantiles de la UE? El progresismo. ¿Apoyándose en quién? En el PP. ¿Para qué? Para perder soberanía frente a Bruselas y a cambio aprovecharnos de su caridad interesada.

■ ¿Quién empieza a estimular a la juventud para que acuda a la movida del porro y el alcohol en los años 80 diciéndole a esa juventud que ya es libre y no hay que preocuparse tanto? El progresismo.

■ ¿Qué defiende el progresismo? La vida, a los oprimidos. ¿Quién estimula el aborto? El progresismo. Una cosa es legalizar para que cada cual sea libre de sus actos y otra estimular en lugar de crear un mundo en el que nadie tenga que abortar. Como el progresismo tampoco es capaz de eso, se consuela y se evade convirtiendo el asesinato del nasciturus en progresismo.

■ A la mujer la desea lanzar al mismo estercolero mercantil que hemos inventado los hombres y a eso lo llama progresismo. El progresismo, como otras ideologías, como el mercado, no quiere a las mujeres, persigue sus votos y sus compras.

■ Siguiendo a Nietzsche, la igualdad del progresismo es el coladero de los mediocres y los débiles. Los mediocres se refugian en el progresismo y en diversas religiones porque ahí los consideran iguales y entonces logran con su docilidad y con su listeza -que no inteligencia ni esfuerzo- lo que no son capaces de lograr sin las muletas del progresismo, gracias a otros listos progresistas más listos que los anteriores listos. Esto se llama regresión, no progresión. Por ello, porque los mediocres son muchos más, la ciudadanía que se esfuerza debe huir de esta situación y organizarse.

■ La apuesta por los que llaman débiles o vulnerables en el progresismo se hace a costa del que se esfuerza, no se busca levantar otra sociedad más justa, sino utilizar al “vulnerable” para mantenerse en el poder en nombre del progresismo. Y para mantenerse en el poder se precisa un pueblo cuya niñez y juventud sufra de planes de estudios en los que las materias que interpretan la vida y la Historia queden marginadas o rezagadas y se premie el vago frente al que se esfuerza. ¿Qué progresismo es ése? Es regresión.

■ A la evolución mental de los intelectuales y los filósofos lo llama el progresismo girar hacia el fascismo o el conservadurismo. El progresismo no entiende de evoluciones intelectuales ni de ciencia, hay cientos de millones de seres humanos que necesitan al progresismo como una nueva religión para darle sentido a sus vidas. El miedo a la libertad lleva a la descalificación del disidente, del pensador, del científico. El progresismo del que hizo gala Patxi López no es más que otra cara de la regresión que lucha entre la realidad y el deseo, convirtiendo al deseo en una empresa mercantil e ideológica en cuyo interior sobrevivir y conservar el puesto de trabajo. Todos vendemos algo: Patxi López vende progresismo, es un objeto muy seductor para la masa. Y con este negocio se vive muy bien. López es un eco, no una voz.

■ Las políticas fiscales agresivas contra “los ricos” y los autónomos no son progresistas. Al margen de que castigan al que emprende, fueron ideadas por el propio sistema liberal. Freír a impuestos es gestionar el mundo de quienes el progresismo considera sus enemigos, no levantar otro mundo diferente. Regar con subvenciones y pagas a los “vulnerables” con ese dinero no es justicia ni progreso, es caridad.

■ ¿De qué gobierno de coalición y progreso me habla Patxi López si todas y cada una de las leyes y cuestiones más sustanciales están suponiendo la demostración de dos formas de entender el mundo que tienen sus orígenes próximos en el siglo XIX e inicios del XX y que han llegado no a madurar sino a la estupidez humana denunciada por mentes como la de Carlo Maria Cipolla o Jonny Thomson? La estupidez y el miedo a la libertad del progresismo conducen a un régimen de dictadura sonriente con traje progresista cuyo resultado final es similar al de cualquier dictadura: la descalificación, la represión y la opresión a la libertad de expresión y pensamiento. El estúpido es un listo que sabe situarse en un lugar destacado de mando coyuntural desde el que conservar su existencia mediocre por medio del engaño a través de ideas seductoras pero falsas. “Ante la estupidez estamos indefensos”, afirmó Bonhoeffer. La razón es inútil, la estupidez procede en gran medida de la falta de conocimientos científicos, del déficit de experiencia vital y del sofisma.

Ni soy político ni deseo selo, yo no persigo convencer a nadie de mis planteamientos, no defiendo a Ramón Tamames que sabe defenderse solo. Me defiendo a mí mismo ante un “progresismo” que me ha obligado a replantearme el progresismo. Ramón Tamames debió tomarse la intervención de Patxi López como la de un alumno que presenta en plan mitinero su Trabajo Fin de Grado (TFG) o su tesis doctoral, algo que tal vez jamás haga Patxi López. Y, oída su defensa altanera y crispada, haberle puesto sobre la mesa las observaciones pertinentes. Tamames fue al Congreso con una mentalidad académica y eso es lo que menos funciona en el lugar donde se reúnen los padres y madres de la patria.