La Iglesia no es perfecta, pero, ¿tanta leña?

El marcaje y vigilancia que se le está aplicando a la Iglesia en España empieza a ser abusivo o, al menos, asfixiante, y va más allá del deseo de criticar a una institución, se persigue tal vez su exterminio paulatino

20 feb 2022 / 04:00 h - Actualizado: 20 feb 2022 / 04:00 h.
"Crónicas dominicales"
  • La Iglesia no es perfecta, pero, ¿tanta leña?

Tal vez no sea el más indicado para afirmar que el marcaje y vigilancia que se le está aplicando a la Iglesia en España empieza a ser abusivo o, al menos, asfixiante, y va más allá del deseo de criticar a una institución, se persigue tal vez su exterminio paulatino. No soy creyente y sostengo, como Bruno Bauer afirmó en su libro La cuestión judía, que la religión es el principio de exclusión entre los humanos. La utilización del sentimiento religioso, mezclado con intereses concretos, ha sido una forma de quitarle la vida a millones de personas en nombre de un dios determinado. Hay humanos tan primitivos que aún siguen descalificando o matando por eso y seguirán, su debilidad mental es tan grande que no admiten que un disidente les estropee la “fiesta” que le brindan sus imaginarios o, al menos, la pongan en peligro.

Simples seres humanos

Por todas las ínfulas de sabelotodo hay que exigirle a los católicos españoles y en especial a sus representantes clérigos que sean un ejemplo de honestidad y honradez absoluta, ellos mismos se lo han buscado queriendo decirles a los demás cuál es el camino que conduce al paraíso. De todas formas, entre la población católica se sabe de sobra que estamos hablando de seres humanos, con todo lo que ello conlleva. En este caso, abusos sexuales a personas vulnerables e indefensas y acaparamiento de inmuebles ajenos. No es moco de pavo el asunto, tarde o temprano tenía que estallar en una sociedad abierta como la actual que es todo lo contrario de la opacidad y cerrazón que necesitan los culpables de tales fechorías para llevarlas a cabo.

Una vergüenza, sí señor, y nada se gana con guardarla bajo las alfombras y las clámides, hay que aplicarse el cuento, lo mismo que nos decían y nos dicen: “hijo mío, estás en pecado mortal, así no puedes ir tranquilo por la vida ni acostarte tranquilo, ve a confesarte”, estos servidores de Dios no deberían haber resguardado sus miserias o haberlas dejado únicamente al arbitrio de Dios que viene a ser lo mismo mirado desde el mundo terrenal en el que se está. Haciendo lo que se ha hecho se incumple aquello del fundador “o estás conmigo o estás contra mí”. El humano no es un alfeñique sin importancia, un simple servil de la celestialidad, sino que posee valor por sí mismo al ser hijo de Dios, no vale deshonrarlo, mancillarlo, confesarse y santas pascuas, delito y pecado ocultados.

La religión católica verdadera es muy sacrificada, la otra religión católica de ir a misa el sábado y que sirva para el domingo o hacer un acto de arrepentimiento antes de morir y con eso tal vez vayas al cielo es un simple acomodo que crea rutina e indolentes. Ahora bien, todo lo anterior es un tema y otro el indudable deseo de separar a la Iglesia española de sus fieles sobre todo por medio de ciertos políticos y medios de comunicación.

No aceptar la lapidación de unas raíces

A nivel macrohistórico se está dando la imagen de una iglesia asesina antes y depravada antes y ahora. Yo puedo aceptar eso pero no en exclusividad, quiera o no, mis raíces son grecolatinas y judeocristianas y eso debo defenderlo por encima de todo porque no es ninguna vergüenza sino un orgullo, qué narices va a ser esto de devaluar y destruir lo que soy, ¿es que acaso me toman por idiota? Vengo de una evolución humana con todos sus defectos pero también con todas sus virtudes. La Iglesia de las órdenes mendicantes y de los místicos literarios encierra un enorme valor cultural. Los copistas de abadías y conventos conservaron y nos legaron obras que, prohibidas o no, están ahí, incluso desembocaron en nuestras manos pasando por filósofos islámicos. El arte sacro es excelso, ahora viene la Semana Santa para que podamos extasiarnos con una pequeña parte de él.

Miles de religiosos y religiosas y de voluntarios laicos intentan cubrir las deficiencias sembradas por tiranos y dictadores. Sí, son tiritas que intentan curar la pobreza, pero esos políticos de medio pelo y esos medios que buscan clientela supuestamente progresista para hacer negocio, ¿qué ofrecen realmente? Echenique no hace más que hablar de los vulnerables, no vive para los vulnerables sino a costa de ellos. ¿Dónde está hoy la guerra revolucionaria mundial para de verdad proteger al vulnerable? La Iglesia ofrece un poco de consuelo, un camino a seguir, una persona puede hallar consuelo en la palabra de un cura o de una monja pero, ¿qué halla en la de estos farsantes que se pasan por militantes de izquierda? Rencor y odio. Y además acercarse a ellos no es acercarse a la izquierda sino a la idiotez y al oportunismo. Y a la revancha, a elegir como cabeza de turco y como una de sus obsesiones a una de las raíces que llevan en la sangre.

A mí me educaron Salesianas y Maristas. No abusaron de mí, condeno por supuestísimo a los abusadores, faltaría más. Podría hablar y hablo en mis libros de lo que pienso de la religión. Eso no es óbice para que afirme que la formación cultural que recibí de ambas congregaciones es superior a la de muchos universitarios de hoy. Conocimientos en Historia o Lingüística y ortografía que hoy se encuentran marginados o que tiene que recordar continuamente la Fundación del Español Urgente (FUNDEU), impulsada por la Federación de Asociaciones de Periodistas, la Agencia EFE, la RAE y el BBVA, todo eso lo tenía yo claro antes de llegar a la universidad gracias a competentes profesores laicos y religiosos de ambas procedencias religiosas.

Una sociedad sin ilusiones

Estamos en una sociedad sin ilusiones, con muchos “juguetes digitales” que no la libran de su hastío. Hace bastantes años, Forges publicó una viñeta en la que un señor se acercó al mostrador de la oficina de objetos perdidos. El empleado le preguntó qué se le había extraviado y el reclamante, con una lágrima en los ojos, responde: “La ilusión, a secas”. El asunto se ha agravado, ahora la segunda causa de muerte entre la juventud es el suicidio, tras la carretera. Una sociedad sin ilusión es una sociedad muerta.

La Iglesia no es perfecta, pero, ¿tanta leña?

Las aportaciones religiosas para unos pueden ser simplicidades pero para otras muchas personas son de enorme valor. ¿Qué ilusiones guardan los grandes aspirantes a juzgar a la Iglesia para sustituir a las que la Iglesia ofrece? No las conozco y, además, algunos de los juzgadores han cometido delitos similares a los que les imputan a la Iglesia, ¿con qué garantías de imparcialidad se puede colocar la Iglesia ante un grupo formado por parlamentarios de Podemos, Bildu o ERC? ¿Un nuevo sanedrín? ¿Una inquisición made in siglo XXI? ¿Justicia o venganza?

Decía el filósofo Emil Cioran que si no tienes nada mejor que ofrecerle a quien ves dormido y con problemas ante la existencia, mejor déjalo que siga durmiendo. Desde hace decenios los anticlericales lo único que ofrecen es venganza y poses de supuestos progresistas que se presentan como anticlericales. Da vergüenza ver a ese Gran Wyoming en La Sexta, que tanto ingenio proyectó en la primera etapa del programa Caiga quien caiga, en Tele 5, repitiendo una y otra noche el guion tópico de darle la fácil carnaza del anticlericalismo y la antiderecha a sus seguidores.

Por último, me acuerdo de todos aquellos católicos con los que milité en las filas marxistas-leninistas durante la clandestinidad y la transición, aquellos cristianos por el socialismo, aquellos cristianos de base, aquellos curas rojos y obreros a los que he nombrado en otras ocasiones aquí mismo: José María de Llanos (articulista en este diario), Diamantino García, el padre Casasola, Eduardo Chinarro, creador de las páginas laborales en El Correo de Andalucía en época franquista con el apoyo del entonces director, el sacerdote José María Javierre, unas páginas pioneras en el periodismo español para defender ya a los vulnerables.

Con tanto castigo a los pecadores se insulta y se salpica también de alguna manera a los justos y lo hacen precisamente medios de comunicación poderosos con casos escandalosos de manipulación y altos cargos de la política que más bien tendrían que comenzar a barrer su casa antes que las de los demás y que por supuesto no aplican la misma postura de firmeza a otras religiones por miedo y prejuicios. Hay que llevar a las ovejas descarriadas de la Iglesia ante los tribunales civiles y eclesiásticos pero para que reciban juicios justos, no venganzas de ingenuos que se creen que así, con unas críticas desorbitadas, llevan a cabo un servicio público a cambio de no tener alternativa sólida alguna para transformar la sociedad realmente y llenarla de ilusión.