La normalización de la exclusión social como forma de desprotección de la infancia

La crisis del coronavirus agrava la situación de los más jóvenes y ratifica la desigualdad en Andalucía, donde se encuentran 12 de los 15 barrios más pobres del territorio español

Michelle Cabeytú cgpmichelle /
02 jun 2020 / 12:02 h - Actualizado: 02 jun 2020 / 12:05 h.
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  • La normalización de la exclusión social como forma de desprotección de la infancia

Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE), elaborado antes del Estado de Alarma, Andalucía encabeza la desigualdad del país. 12 de los 15 barrios más pobres del territorio español se encuentran en la comunidad andaluza, siendo el Polígono Sur el barrio con más nivel de pobreza y marginalidad; una situación que se ha visto agravada ante la inminente llegada del coronavirus.

Juan Luis Delcán, presidente de la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN-A) califica de “máxima preocupación y necesidad” la situación actual de la población más vulnerable y, en concreto, de los más pequeños. La desesperación de muchas familias que acuden a las entidades miembros dentro de la EAPN en Andalucía está marcada, principalmente, por la necesidad de alimentos en los hogares, unida a la cobertura de los suministros de luz y agua. Aunque todavía no constan datos de medición del impacto de la pandemia en la población infantil, “todo apunta a que la situación haya quedado todavía más deteriorada”, puntualiza Delcán.

El impacto de la brecha digital

Otro de los problemas que ha puesto de manifiesto la crisis del coronavirus es la falta de acceso a Internet o de un dispositivo electrónico, lo que ha dificultado el aprendizaje de los niños desde que se decretó el Estado de Alarma. “Dada la situación actual, las tareas educativas se están canalizando por esos medios, y algunas familias no tienen la capacidad de conectarse a Internet, y otras ni siquiera tienen saldo en el móvil. Es terrible”, añade Delcán.

Por su parte, José Serrano, educador social de la Asociación Entre Amigos de Sevilla, lamenta también la falta de medios o conocimientos suficientes para acceder al material telemático. “Si bien es cierto que muchas familias han participado con ganas e ilusión de forma telemática, hay otras que se han quedado atrás”, sostiene Serrano. “La lógica dice que en un barrio donde hay tanto índice de fracaso y abandono escolar de forma presencial, ahora con el confinamiento, sin un control educativo por parte de la familia, no hay posibilidad de solventar esa situación”, añade.

Valoración sobre el Ingreso Mínimo Vital

Con el objetivo de reducir la pobreza extrema en España, el Gobierno ha aprobado el Ingreso Mínimo Vital (IMV), una prestación que beneficiará a 850.000 hogares del país y que es bien recibida entre las entidades que luchan contra la pobreza infantil. “Cualquier medida que sea para proteger a la infancia y garantizar su bienestar va a estar bien, pero lo que es lamentable es que llegue una pandemia y que las familias tengan que mendigar comida por teléfono”, comenta Serrano.

En este sentido, las asociaciones reclaman a las administraciones agilizar los procesos de respuesta a las necesidades de las personas que más lo necesitan, ya que entienden que la responsabilidad última debería ser de la administración pública. “Hasta que la administración se pone en marcha pasan dos meses, y mientras tanto es la financiación privada la que ha garantizado la alimentación de los niños durante mes y medio de confinamiento en Polígono Sur”, detalla Serrano.

Perspectivas de futuro

A lo largo de los años, gracias a la coordinación entre centros educativos y entidades privadas, algunos aspectos sociales del barrio han evolucionado. El trabajo de las asociaciones, en cooperación con la administración y las familias, se ha materializado en la reducción del absentismo escolar y del número de niños que no estaban matriculados en ningún colegio. Sin embargo, en algunos barrios desfavorecidos de Andalucía se presentan a diario situaciones “muy graves” para la infancia, como la venta de drogas o la presencia de montañas de basura en las calles. “Los niños y las familias que viven en ese ambiente van normalizando esa situación, pero no es normal, y esto afecta al desarrollo de los niños”, explica Serrano.

“Si normalizamos esta situación, estamos desprotegiendo a la infancia, porque educamos a los niños en la suciedad y en el desorden. Al final normalizamos la pobreza infantil, la precariedad y la falta de convivencia, por lo que dos niños que vivan en distintos barrios no van a crecer de la misma manera, ya que no parten de lo mismo”, añade Serrano. Interiorizar y asumir como algo natural la exclusión social y física de convivencia supone un problema que afecta a toda la sociedad en su conjunto, ya que esto se traduce en una desigualdad educativa y prejuiciosa desde edades tempranas.