Crónicas dominicales

¿Mejor una mascota que un hijo?

Estamos en el tiempo en el que tal vez se prefiera la comodidad de una mascota a la incomodidad de tener que educar a un hijo

25 jul 2021 / 04:00 h - Actualizado: 25 jul 2021 / 04:00 h.
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El antropólogo norteamericano Marvin Harris afirma en su libro Bueno para comer que el ser humano se comería a su propia mascota si lo necesitara. No es extraño pero dicho así a algunos les habrán entrado escalofríos o hasta se habrán indignado. Y es que estamos en el tiempo en el que tal vez se prefiera la comodidad de una mascota a la incomodidad de tener que educar a un hijo y de esa manera perder el tren del seductor mercado que es el que parece darles sentido real a muchas vidas. Digo esto consciente de que la misma situación mercantil impide en no pocas ocasiones procrear por unas causas u otras.

El asunto es que se nos ha llenado el mundo y España en concreto de mascotas y ello ha dado lugar a una industria donde se observan artilugios y rituales de lo más variado. La soledad y el instinto maternal, paternal o de creatividad y exploración o hasta la obligación de hacer ejercicio se han llenado con un perro, sobre todo, o unos gatos coscones que por supuesto viven mucho mejor que miles de millones de seres humanos. No pudiendo aguantarse entre sí, los seres humanos han acudido a una tapadera: las mascotas. No deseando sufrir con el nacimiento, educación y problemas que los hijos acarrean, es mejor una mascota, por muy díscola que sea siempre se tendrá el control.

Ojo, en el país que nos exportó el cultivo de mascotas, EEUU, “una cantidad cada vez mayor de personas no solo no quiere tener hijos, sino que está muy contenta con la decisión. De acuerdo con una reciente encuesta, una cuarta parte de los adultos estadounidenses se identificaron como intencionalmente libres de hijos. Y, lo que es más importante, es que no hubo diferencias importantes en la satisfacción con la vida entre ellos y los padres”.

Pero hay más. Como escribe Juan Scaliter: “Un equipo, liderado por Konrad Piotrowski de la Universidad SWPS en Polonia, ha realizado un análisis de madres y padres polacos de entre 18 y 40 años. Los resultados sugieren que alrededor del 13 por ciento se arrepiente de tener hijos. La cifra concuerda con estudios anteriores que sitúan en un 10% la cantidad de padres, estadounidenses y alemanes, que se arrepienten de tener hijos”.

El mercado de la necesidad

Las periodistas María Victoria Ayala Gayoso y Clara Peral Husillos han investigado el tema de las mascotas y la psicología humana. Para ellas, “la industria de las mascotas es un mercado que las propias empresas han creado para generar una necesidad sobre la sociedad. Una necesidad basada en el comprar y gastar. Las empresas inducen una sensación de necesidad en cuanto a tener bien cuidada tu mascota, lo que conlleva comprarle juguetes o artículos que no son imprescindibles para su desarrollo”.

Las citadas profesionales utilizan datos significativos. Según un estudio del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) en siete de cada diez hogares vive una mascota, ya sea perro, gato u otra especie. Esto supone que cerca de 18 millones de mascotas están alojadas en casas de población perteneciente a la clase media. Otros estudios consideran que los cambios en los estilos de vida han promovido la preferencia por tener menos hijos, y con ello el atractivo de tener una mascota.

¿Por qué tener una mascota? En muchas ocasiones consideramos a nuestras mascotas indispensables en nuestras vidas. “Considero necesaria a mi mascota en el día a día por la compañía que me genera”. “No sabría vivir sin ellas”. “Es más que necesaria, es la reina de mi casa”. En estas tres declaraciones podemos observar que, a día de hoy, la mayoría de personas con mascotas no podrían vivir sin ellas o al menos les sería muy difícil. Han creado un vínculo afectivo bastante grande entre la persona y el animal, y que realmente si no se sabe controlar, podría pasar a suponer un problema.

Numerosos estudios aseguran que tener una mascota en casa ayuda a combatir multitud de problemas. En concreto, investigadores de la Universidad del Estado de Florida (FSU), en EEUU, aseguran que las mascotas reducen los sentimientos de depresión y soledad en personas mayores tras la pérdida de su cónyuge. El estudio ha sido impulsado por la Sociedad de Geriatría de América y el Centro WALTHAM (centro científico que realiza investigaciones científicas sobre el cuidado y la nutrición de mascotas). En la investigación se han examinado los síntomas de depresión y soledad en personas de más de 50 años que experimentaron la pérdida de su pareja, ya fuese por divorcio o por defunción.

El equipo de investigadores usó datos de una muestra de ancianos que participaron en una encuesta en 2012 sobre la interacción de los humanos con los animales y la unieron a los resultados de este estudio. Descubrieron que todas las personas que perdieron a su pareja experimentaron niveles más altos de depresión, aunque las personas sin mascota sufrieron niveles más significativos que los que sí la tenían. La autora principal del estudio, Dawn Carr, ha asegurado que “cada vez hay más evidencia de que nuestras redes de apoyo social son beneficiosas para mantener nuestra salud mental después de una situación límite, a pesar de la devastación que ésta genere”. Carr añadía: “nuestros descubrimientos sugieren que las mascotas podrían ayudas a los individuos a evitar consecuencias mayores de la depresión”.

No es de extrañar, pues, que en estos meses de vacaciones veraniegas la mascota deba ser tenida en cuenta como un miembro humano más, de hecho, el propietario de un animal de compañía debe buscar alojamientos donde estén permitidos y, por otra parte, existen numerosos lugares donde alojarlos hasta el regreso de las vacaciones, desde clínicas y diversos lugares especializados hasta locales que los mismos veterinarios utilizan para encargarse de un grupo de perros, pongamos por caso más habitual, hasta el regreso de sus dueños.

En suma, las citadas periodistas, utilizando otras fuentes especializadas, escriben en su trabajo que “la sociedad se decanta por tener una mascota por varios motivos, uno es la atracción natural que sentimos por los animales, y otro motivo es la necesidad de compañía y afecto”, comentaba la veterinaria Matilde Cebrián.

Una mascota es buena para la salud

Se conocen ocho muestras de que una mascota puede mejorar la salud de la persona conviviente, aseguran Ayala y Peral. Estas son:

■ La primera de ellas es que reducen riesgos y alergias en niños. Se ha demostrado que los niños que conviven con mascotas desde que son pequeños tienen mejores defensas y menor riesgo de padecer alergias.

■ En segundo lugar, reducen la ansiedad y el estrés. Las personas que conviven con animales reducen en mayor medida la hormona del estrés. “Mis animales me dan mucha tranquilidad, y también me ayudan a evadirme un poco de todo, como que siempre están ahí para jugar o cuando estoy mal”, aseguraba una de las entrevistadas. “Ayudan muchísimo en el día a día, sobre todo psicológicamente, te aportan compañía, lealtad y mucho amor”. “Cuando estoy triste la cojo, la acaricio y me relaja un montón. Además, creo que ellos notan cuando estás mal y se ponen alrededor tuyo a jugar, e intentan como animarte”. A la vista está que la sociedad es consciente de estas mejoras en la salud.

■ El tercero de los beneficios es que mejora la salud del corazón. Según afirman algunos estudios, el tener una mascota reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

■ Mejoran las habilidades sociales. Las personas que conviven con mascotas logran relacionarse con su entorno con mayor facilidad.

■ También mejoran la salud mental y la calidad del sueño. Ayudan a prevenir la depresión y las enfermedades mentales. Además, una mascota durmiendo en la habitación con las personas proporciona un sentimiento de relajación y seguridad, lo que conlleva un sueño más profundo.

■ Ayudan a ser más positivos. Una mascota ayuda a desarrollar muchos menos sentimientos negativos.

■ Por último, como ya se ha podido observar con anterioridad, tener una mascota reduce la soledad. Esta relación no es excluyente, es decir, las personas no recurren únicamente a sus mascotas en vez de tener amigos, sino que disfrutan de la compañía de éstas, además de la compañía de los amigos.

La humanización de las mascotas

No obstante, hay un aspecto controvertido. En numerosas ocasiones se generan problemas entre el humano y el animal, puesto que los primeros tratan a los segundos como personas. Ejemplos de esta humanización son colocar al animal a comer encima de la mesa, vestirlo/disfrazarlo, y multitud de más casos que se dan muy a menudo en las casas con mascotas.

Sobre el asunto, los expertos aseguran que se trata de un grave error y que, a veces, el exceso de cariño puede afectar negativamente a las mascotas. ¿Por qué actúa el ser humano así? El experto en animales, César Millán, cree que el humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, se sientan frustrados, ansiosos e inseguros. “No se están teniendo en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado en ser profesional y no en tener familia. Por eso quieren llenar ese vacío con los animales, pero ellos se sienten incompletos porque no son seres humanos y tienen otras necesidades tanto físicas como psicológicas”, aseguró Millán.

Por tanto, estas líneas han resumido lo contrario a esos desalmados que por estas fechas abandonan animales que han adquirido por placer. Aquí se trata de lo contrario: de un fenómeno muy propio de la época confusa y de crisis en que nos encontramos, si bien en España la eclosión de mascotas es relativamente reciente, en Estados Unidos es habitual desde los años 70 y antes. Considerarse el país más poderoso de la Tierra no debe ser todo lo positivo que se estima si son precisas estas compañías que unen con lazos tan especiales.