- El líder popular, Alberto Nuñez Feijóo (2i), conversa con el responsable de Vox, Santiago Abascal (2d), a su llegada al desfile del Día de la Fiesta Nacional, en Madrid. EFE/Rodrigo Jiménez
La moción de censura de Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez ha evidenciado la nueva relación entre el PP de Alberto Nuñez Feijóo y la formación de Santiago Abascal, en la que ambos partidos se desmarcan de su adversario, mientras evitan un enfrentamiento frontal como el de la etapa de Pablo Casado.
La llegada de Feijóo al liderazgo del PP llevó al deshielo en las relaciones con Vox, rotas precisamente desde la primera moción de censura que Abascal presentó en otoño de 2020 y en la que Casado le dijo un «hasta aquí hemos llegado» a su excompañero de partido.
Feijóo y Abascal se reunieron en septiembre pasado y mantienen el contacto desde entonces, hablando de vez en cuando. De hecho, Abascal comunicó a Feijóo que apostaría por Ramón Tamames como candidato independiente a la moción, aunque el líder del PP le dijo, al igual que al economista, que esta iniciativa era un error.
En esta etapa y en un contexto de precampaña, el PP ha pasado del no de Casado a la abstención fijada por Feijóo, que no alcanza el apoyo pedido por Abascal, el cual desde la tribuna de oradores ofertó un «borrón y cuenta nueva» al PP y entenderse para conformar una «alternativa sólida».
El PP no ha recogido el guante, pero tampoco ha entrado en el cuerpo a cuerpo con Vox, más allá de reprochar el balón de oxígeno dado a Sánchez, el mitin en el hemiciclo o la pinza Vox-PSOE sobre ellos.
El PP y el propio Feijóo han optado por el perfil bajo, hasta el punto de que el líder del PP se ha borrado durante dos días del debate público y ha guardado silencio. Se reivindican como un partido «serio» y de centro que representa a la «mayoría moderada».
Desde Vox, Abascal les reprocha esta equidistancia y advierte al PP de que para abarcar un amplio electorado no puede hacerlo acercándose a la vez al PSOE y a Vox.
Las pullas entre ambos muestran cómo ambos partidos siguen marcando perfil propio para dirigirse a sus electorados, pero conjugan esta distancia con el hecho de que ambos se necesitan mutuamente. Así, están dispuestos a «orillar» sus choques.
Porque para que el centroderecha gobierne tienen que entenderse, ya sea para sumar y hacerlo juntos, o bien para que Abascal no impida un Gobierno de Feijóo, ni de sus barones, que tienen vía libre para pactar desde una premisa: el PP buscará gobernar como pueda.
Feijóo quiere gobiernos en solitario, como de los de Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso. Vox, segundo actor en el bloque de la derecha, quiere gobernar y ganar presencia en las instituciones, pero hasta el momento solo lo ha conseguido en Castilla y León, donde Alfonso Fernández Mañueco tuvo que darles entrada en el Gobierno.
Esa tensión definirá los próximos meses, teniendo en cuenta que los pactos postelectorales en los municipios y, sobre todo, en las autonomías son un meta volante, porque la prueba de fuego será en diciembre con las elecciones generales.
La clave está en la fuerza que cada uno pueda obtener en las urnas. Si están cerca, el margen de maniobra de Feijóo es menor y el de Abascal aumenta.
De esta moción ambos creen salir reforzados: el PP porque Vox pierde seriedad, alentando la transferencia de voto, y Vox porque cree haber liderado la oposición a Pedro Sánchez.
El equilibrio de la moción de censura es también un anticipo de la futura campaña electoral.