Crónicas dominicales

¡Por favor!, miren al siglo XXI, no a Franco

España no cambió en esencia tras la muerte de Franco, lo sabemos. Pero la guerra la ganó Franco, lo siento por los perdedores, entre los que me encuentro. Ya no se puede ganar en los despachos, el tren del siglo XXI está pasando ante nuestras narices, es otra guerra, hay que orillar la del 36 y hacerle frente a la que ha llegado

21 nov 2021 / 04:00 h - Actualizado: 21 nov 2021 / 04:00 h.
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  • Francisco Franco.
    Francisco Franco.

Si los italianos se comportaran como los españoles tendrían que echar abajo la parte más reciente de una de las diez mejores universidades del mundo, La Sapienza, de Roma, porque, aunque fundada en 1303, una buena parte de ella la construyó Mussolini así como monumentos claves que identifican a Roma, más rotondas que engalanan la ciudad. Quien haya estado en Roma y se haya relacionado con la universidad habrá comprobado que sus ciudadanos te dicen, paseando: “eso es de la época fascista” y siguen en sus asuntos. Hay una diferencia con España: Italia mató a Mussolini y exhibió su cadáver en público, Franco murió bien atendido el 20 de noviembre de 1975 mientras se preparaba a toda prisa la transición y lo que ahora llamamos el espíritu del 78.

El trauma Franco es alargado

Me parece que ya es tarde para seguir en combate, Franco ganó, gobernó, murió en la España que se imaginó, asesinó y creó un gran sector público, una clase media y un país aislado por el mundo occidental pero que se desarrolló a base de turismo -todavía estamos en eso-, planes de desarrollo, infraestructuras y divisas que mandaron quienes tuvieron que emigrar, entre ellos la familia de la que procedo. Todavía estamos con la emigración, ahora nuestros emigrantes son titulados universitarios, nada de maletas de madera atadas con guitas. Un país aislado hasta que, sobre todo desde 1958, EEUU bendijo a Franco y le sacó las bases militares.

Con Franco sucede como cuando padecemos un trauma por causa de alguien: aunque se muera esa persona causante, el trauma sigue ahí, tenemos que tendernos en el diván del terapeuta a intentar sacarlo de nuestra mente. Hace decenios que deberíamos haber iniciado la terapia porque, en efecto, como decíamos los jóvenes de la transición, “no nos vamos a pasar otros 40 años hablando de los 40 años”. Y eso es lo que se está haciendo, hay que ser torpe, hay que estar ciego de rencor, ser ignorante, para seguir desenterrando una y otra vez al militar que nos venció por tres razones elementales: una, mando único, qué narices fue eso del ejército de los anarquistas, el de los trotskistas, el de los republicamos gubernamentales, el de los comunistas... Dos, excelente manejo de la propaganda. Tres, apoyo nazi.

Me da igual que alguien discrepe, yo ya no discuto sobre este hecho y añado más: veo una España que perdería de nuevo la guerra si por desgracia se llegara a ella porque esta España se parece a la jaula de grillos que fue la mitificada Segunda República en la que en absoluto se ataban los perros con longaniza, si bien fue un interesante intento de terminar con la España atrasada mentalmente desde que descubrimos y colonizamos América, por lo menos.

Sí, Franco murió, pero no murió

Murió Franco físicamente pero la estructura de poder que lo llevó tan alto se mantuvo. Ahora me dirijo a la gente joven y a quien desee seguir leyéndome. Miren, cuando yo militaba en una célula clandestina del Partido Comunista de España (que en paz descanse), pensábamos que iba a morir Franco y tras su muerte llegaría lo que llamábamos “democracia burguesa”, es decir, lo que tenemos ahora. Para nosotros, se trataba de una etapa más del capitalismo que no era nuestra finalidad, era un régimen del que había que aprovecharse para remar hacia el socialismo. Eso no significaba vivir hablando de Franco ni tirarse al terrorismo sino levantar una sociedad paralela a la capitalista, mirar al futuro, Franco quedaba atrás y de hecho quedó, los jóvenes ven a Franco en el humo dormido de la Historia, en una especie de Jurassic Park, es ahora cuando unas personas que se creen de izquierdas han desempolvado el espantajo porque no saben cómo sacar al mundo del sistema que los ha vencido: el capitalismo.

“Otro mundo es posible”, sostiene la izquierda. Sí, le ha contestado la derecha y el capitalismo, pero lo estamos construyendo nosotros, es el mundo de la globalización con todas sus riquezas y miserias. El mismo Marx dijo que para implantar el comunismo primero debería desarrollarse el capitalismo y Lenin, cuando pensaba y logró el poder en Rusia, esperaba un resultado similar en la ya avanzada Alemania. No se produjo y Stalin se decidió por el socialismo en un solo país.

La izquierda no levanta cabeza y menos desde el derribo del muro de Berlín y la caída de la URSS que hizo reflexionar a China y se convirtió desde entonces en lo que ahora es, una apuesta por el siglo XXI que tiene a EEUU contra las cuerdas porque a ello se ha sumado Rusia. El derrumbe de la URSS y la realidad china han provocado que en Cuba la iniciativa privada sea cada vez más libre, lo que ocurre es que los servicios de inteligencia USA y Miami quieren acelerar el fin del comunismo porque diversos países de América Latina se están levantando contra el mercado, sin rumbo fijo, por cierto, como en España y en la UE “progresista”.

La mesa de la transición

La mesa de la transición en España. Imaginemos. 1975, 1976, 1977, 1978: se sientan alrededor de ella representantes del Ejército que llevó a Franco al poder, de la Iglesia que contribuyó a ello, de la banca, del gran empresariado, todos los que no hacía muchos años habían cobijado al caudillo bajo palio. Y también invitan al PSOE, primero, y al PCE después, tras negociaciones en la oscuridad. Las potencias extranjeras ya habían decidido que nada de continuar con el franquismo; Carrero, teórico sustituto de Franco, había sido asesinado en las narices de la embajada de EEUU en 1973. En realidad, el siglo XXI y su globalización ya estaban en marcha desde los años 30 del siglo XX, si me apuran ya fue una aspiración de Fernando III, el conquistador de Sevilla en 1248, ¿o es que no lo han visto en estatuas con la espada en una mano y la bola del mundo en la otra?

¿Qué hacer para que no se formara otro follón bélico en España o algo parecido? Se elige a un franquista no salpicado por el franquismo, Adolfo Suárez; a un militar que mira al frente, no al pasado: Gutiérrez Mellado; a un representante de la Iglesia que tampoco es un fanático reaccionario como muchos de sus colegas prelados: monseñor Tarancón. Los políticos de Las Cortes franquistas se hacen el harakiri, el PCE acepta la bandera y la monarquía, una barbaridad para los jóvenes que entonces estábamos en sus filas. Y se lanza una ley de amnistía, de punto final. Olvidemos el pasado y a otra cosa, hacia el siglo XXI que era lo que les interesaba ya a los bancos y a los grandes empresarios, todos articulados con la estructura de poder mundial.

Cambiar todo para que todo siguiera igual, en la comisaría de La Gavidia y en todas las de España seguían los mismos torturadores y los mismos grandes apellidos que ayudaron a Franco se mantuvieron ahí como permanecieron también los que apoyaron a Hitler, tanto alemanes como estadounidenses. Si alguien quiere saber nombres de los españoles, tienen algunos en el tomo correspondiente de las clásicas Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara y en el tomo de Historia de España escrito por Ramón Tamames. Murió Franco pero no murió, atado y bien atado lo dejó todo, pero supongo que sabía lo que iba a venir tras él aunque no le gustara. Si había de desatar un poco o bastante, se desataba y vamos avanzando sin cambiar la esencia: el mercado.

El siglo XXI

A mí tampoco me gusta esto, pero ya no es tiempo de revanchas, venganzas, rencores, porque si los jóvenes de entonces que tragamos con aquello estamos ya mayores o viejos, quienes lo protagonizaron en primera línea están muertos o muy mayores y además fueron grandes estadistas -a la vista de lo que hay hoy-, desde Fraga hasta Carrillo, pasando por Felipe González o el propio Adolfo Suárez. Me dolió mucho todo aquello y aún me duele pero, precisamente porque miro por los jóvenes y el futuro de mi país en este mundo salvaje del siglo XXI, tengo que aguantar el dolor, analizar las condiciones objetivas y mirar adelante; si quiero de verdad mejorar el mundo no puedo estar atado a una guerra civil de 1936 ni a una república que nunca se aclaró entre ella misma. Para mí, esto es progresismo, no el pensamiento de un viejo. Lo reaccionario es el PSOE, Podemos, el PCE y un PP vacilante que no acaba de hallarse. Vox es peor, la nostalgia de lo que no volverá aunque no todo en él sea despreciable.

Termino. ¿Qué es el siglo XXI? Entre otros muchos factores: sobra más del 30 por ciento de la población activa actual en los países de Occidente, se puede sustituir por robots; hemos de asimilar en todos los niveles del saber las ventajas de la nanotecnología, de la nanociencia, por ejemplo, para curar el cáncer o el Alzheimer, para que quienes no puedan caminar caminen o vean los ciegos; hemos de construir nuevas éticas y hemos de sustituir nuestros chips cerebrales en todo lo relativo a lo que es la pareja, la familia, la privacidad, etc. Hemos de evitar no sólo el calentamiento global sino que China-Rusia y EEUU hagan una tontería de la que pocos saldrían con vida. Es la obligación de la vieja Europa aportar moderación, no embarcarnos en la mentalidad enfermiza de los estadounidenses a los que ya se les acabó el chollo o se les termina poco a poco. En el futuro habrá dos o tres gobiernos mundiales, no sólo la unipolaridad yanqui. El siglo XXI nos está trayendo la absoluta dependencia de lo digital, la tecnocracia, ya hay máquinas que escriben algunas de las noticias que a ustedes les llegan, todo es muy positivo y a la vez muy negativo, ya que el ser humano seguirá preguntándose quién soy, de donde vengo, adónde me encamino... y no hallará respuesta. Comprendan que con todo lo que he dicho y lo que dejo sin decir, no me puedo permitir el lujo de estar pensando en momias, Francos, repúblicas y demás bagatelas dialécticas. Ya es tarde para eso, aprenderé de ello, pero el futuro me espera.