Redes sociales: el paraíso de los bulos

Virales. Las noticias falsas son ya algo habitual, pese a que en algunos casos sean un delito

01 abr 2018 / 21:38 h - Actualizado: 02 abr 2018 / 14:47 h.
"Internet","Redes Sociales","El boom de las noticias falsas"
  • Un joven consulta sus redes sociales en su teléfono móvil justo frente a un cartel de una campaña contra las ‘fake news’. / Efe
    Un joven consulta sus redes sociales en su teléfono móvil justo frente a un cartel de una campaña contra las ‘fake news’. / Efe
  • Un joven utiliza su móvil en una estación. / Efe
    Un joven utiliza su móvil en una estación. / Efe

Seguramente usted habrá recibido en su móvil o en algunas de sus redes sociales mensajes con alertas de distinto tipo, desde el que dice que determinada aplicación dejará de funcionar si no realiza las acciones que indica el texto o el que le avisa de que hay una red de secuestradores que se llevan a niños en una furgoneta blanca. Desconfíe, más aún si le piden datos personales. La gran mayoría de estos mensajes son bulos o noticias falsas, también conocidas como fake news, y han encontrado en las redes sociales una forma fácil y rápida de difusión.

Los bulos y las noticias falsas siempre han existido en nuestra sociedad, sin embargo, nunca habían tenido el impacto que tienen ahora, ya que en pocas horas pueden llegar a convertirse en todo un fenómeno viral. «Nos pasamos la información de unos a otros y hacemos el llamado efecto de bola de nieve. Antes lo que existía era el típico cotilleo en la plaza del que se enteraban cuatro personas, ahora en un momento lo tienen en su móvil miles de personas», explica el jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional, José Félix Romero. En la misma línea se expresa el periodista y guionista Marc Amorós en su libro Fake News. La verdad de las noticias falsas, donde propone una especie de «manual» para construir lectores y periodistas críticos. «Las fake news están de moda pero no son solo una moda», señala en una entrevista con Efe. El periodista recuerda que las mentiras mediáticas no son un invento de nuestra era, sino que «existen desde que tenemos uso de la palabra y nos relacionamos entre nosotros» y, de hecho, en su libro hace un repaso histórico del fenómeno, remontándose hasta el conflicto cubano-español de 1898, cuando el magnate de la información William Randolph Hearst culpó a España de la explosión del acorazado norteamericano Maine en La Habana, lo que originó la guerra entre España y Estados Unidos. La diferencia esencial entre el pasado y el presente es, según Amorós, la irrupción de las redes sociales, que permiten propagar y replicar sin fin, lo que antes solo llegaba al barrio o a la escalera de vecinos. Ahora, «las fake news tienen un alcance incontrolable», dice.

Pero, ¿quién está tras estos bulos y por qué se lanzan? Romero afirma que tras los bulos hay intereses económicos, pues se propagan en páginas que lo que buscan son ingresos publicitarios gracias a los clics de los usuarios. En otros casos, son grupos de ideologías radicales que buscan captar así más seguidores. Amorós, por su parte, define las fake news como «informaciones falsas diseñadas para hacerse pasar por noticias con el objetivo de difundir un engaño o una desinformación deliberada», todo ello escondiendo unos intereses políticos o económicos. De hecho, el jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos recuerda casos concretos en los que se ha intentado denigrar a un persona o una determinada marca, que pueden iniciar acciones judiciales por ello.

Es en estos casos donde entra la labor policial de este grupo especializado, porque aunque mucha gente no lo sepa en algunos casos los bulos dejan de ser una simple mentira para convertirse en «un delito que puede acarrear hasta una condena de prisión de un año». Son los casos en los que, por ejemplo, «la falsa noticia conlleve una movilización de las Fuerzas de Seguridad del Estado o de los Servicios de Emergencia, pues esto implicaría un delito contra el orden público», explica el jefe policial. También lo son aquellos que implica algún tipo de amenaza, injuria o calumnias. «Nosotros no hacemos rastreos de las redes, solo para la pornografía infantil, para estos casos pero sí investigamos aquellos en los que nos llega una denuncia, que es algo cada vez más habitual». Romero también aclara que «el que lo crea es el culpable y el que lo difunde puede llegar a ser cooperador necesario».

Por ello, la Policía advierte de no creerse todo aquello que circula por la red, menos aún si es anónimo y no está respaldado por un medio, si la fecha no es actual y si la noticia está llena de faltas de ortografías. Son solo algunas pautas, pero si aun así tiene dudas en internet hay herramientas y páginas especializadas como la Buloteca, rompecadenas.com o #stopbulos. La Policía también recomienda a los medios comprobar todo aquello que les llegue por redes