Crónicas dominicales

Sensacionalismo y entretenimiento en TV: los públicos marcan la pauta

Los ciudadanos siguen masivamente programas sensacionalistas, la TV pública se deja arrastrar por ello porque quiere influir políticamente y debe hacerlo desde un lugar al que acudan mientras más receptores mejor

08 ene 2023 / 04:00 h - Actualizado: 08 ene 2023 / 04:00 h.
"Crónicas dominicales"
  • Sensacionalismo y entretenimiento en TV: los públicos marcan la pauta

La TV pública se ha auto-obligado a seguir la estela de la privada por motivos políticos que consisten en lo siguiente: si un partido en el poder desea utilizar una TV pública para influir sobre los receptores es mejor que esa TV pública la prefieran muchos receptores y los receptores siguen masivamente programas sensacionalistas, por tanto, la TV pública debe desarrollar programación que al menos se acerque al sensacionalismo porque una TV pública que apueste por la calidad sin mirar el mercado por lo general será aceptada por menos televidentes.

Esta Noche cruzamos el Mississipi

Uno de los pistoletazos de salida de la televisión espectáculo y sensacionalista fue el programa Esta Noche cruzamos el Mississipi, presentado por Pepe Navarro a mediados de los años noventa en Tele 5. ¿Justifican las cuotas de pantalla la espectacularización producida en programas como Esta Noche cruzamos el Mississipi? Claro que las justifica, fue un programa novedoso en la TV de España, con un presentador de gancho, una agilidad en los planteamientos, unos temas variados pero siempre sugestivos para el espectador, unos toques de descaro y de humor, un programa que entretenía y formaba a la vez. Fue un programa, en cierta medida, transgresor. En cierta medida, eso es, recuerdo una entrevista sobre ETA con el autor de un libro que se vendió mucho: ETA nació en un seminario. Se dijeron cosas que puede que, a otras horas, durante el día, no se hicieran tan públicas. Esto es un buen ejemplo de transgresión.

Tenía algo especial Pepe Navarro como conductor del programa que llevaba a que la gente se enganchara. Se trataba de un formato novedoso en la España de lo que se llamó el late night o variedades nocturnas. En los 90 comenzó a producirse en España un nuevo prime time que añadir al de mediodía de las 15 horas y al de noche de las 20,30: el prime time de madrugada.

La figura del presentador es muy importante. Pepe Navarro tenía gancho, encanto, sabía adaptarse a situaciones diferentes, cuando había humor lo seguía pero sin perder la compostura como sucede hoy en algunos presentadores. Y cuando se trataban temas tremendos como el caso Alcásser su semblante era totalmente ajustado a la gravedad de la situación. Además, Navarro ya traía una credibilidad y un carisma de otros muchos trabajos suyos en TV, sabia mirar a la cámara de manera que te diera la impresión de que estaba sentado frente a ti en la mesa de cenar de tu casa.

La década del 2000

El espectáculo televisivo de los 80-90 influyó en la década del 2000. Ese espectáculo televisual fue un arranque sobre todo en los 90 porque las grandes televisiones privadas, Tele 5 y Antena 3, están operativas plenamente desde 1990 y desde el principio Tele 5 va a apostar -siguiendo la línea Berlusconi, importada a su vez de EEUU y de América Latina- por el espectáculo, téngase en cuenta que aquella primera Tele 5 no tenía informativos, no tenía carga periodística, era una vuelta a los inicios de la TV en los años 40. Por lo general, la TV no nació para formar e informar sino para entretener. Mientras que Antena 3 TV apostó por competir claramente con TVE, Tele 5 explotó la TV festiva, las Mamachichos, la sensualidad de la mujer y su utilización. Valerio Lazarov, alto directivo de la primera Tele 5, tuvo que puntualizarle a los receptores, que se quejaban del sensacionalismo y de sus efectos sobre los niños, que Tele 5 no era una guardería infantil.

Sensacionalismo y entretenimiento en TV: los públicos marcan la pauta

El espectáculo no va a morir nunca. Repásense los programas más vistos, todos, incluido el cine, poseen un toque relevante de espectacularidad. El espectáculo está dentro del ser humano. ¿Qué le atrae a un bebé desde la cuna? La luz, el color, el sonido, el movimiento, las palabras. El humano va a seguir así toda su vida y además los cerebros de la gran mayoría de la gente no desean complicaciones y sí historias curiosas y desgracias y conflictos que le afecten a los demás. Todo eso lo facilita el espectáculo que claro que se renueva: variaciones sobre el mismo tema esencial de fondo.

Periodismo y espectáculo

El periodismo se utiliza para dar seriedad a un programa cuya orientación, en principio, no es periodística. Tele 5 impulsó los informativos para darle seriedad a una cadena que daba la impresión de estar de fiesta todo el día en un mundo en el que, como siempre, estaban sucediendo cosas graves. Se agradece que presentadores y presentadoras de programas de entretenimiento echen mano del barniz periodístico porque demuestran que el periodismo aún ofrece e inspira seriedad y rigor a pesar de que lo están matando en buena medida. Ahora bien, es una simple colaboración, el periodismo debe aportar contraste con la línea de la programación pero nunca debe contaminarse con el sensacionalismo ni siquiera con el entretenimiento que bastante se ha contaminado ya.

Si nos preguntamos quiénes son los culpables de la espectacularización, los periodistas que la consienten, la producción que la genera o los espectadores que la consumen, la respuesta es evidente: todos. Con la diferencia de que los mayores responsables son los periodistas que se dejan guiar por lo que no es periodismo. El periodista en mis tiempos se definía como un intermediario entre la noticia y los públicos, no era noticia él mismo, era un ser más bien anónimo, los protagonistas eran las noticias y los públicos. Pero llegó lo que el catedrático de comunicación audiovisual de la Universidad Complutense, Mariano Cebrián, llamó la vedetización del periodismo y la cosa cambió hasta hoy en que los periodistas son protagonistas de escándalos de faldas en los programas sensacionalistas, sean hombres o mujeres, y además se publicitan sus vidas privadas, orientaciones sexuales, etc. Los productores hacen su trabajo: buscan audiencia, dinero. Los públicos son saciados pero los periodistas se someten al juego, acaso a veces porque son trabajadores por cuenta ajena y por dinero.