«Si tuviera que darle a alguien el título del Kissinger de España, elegiría a Josep Piqué»
Entrevistamos al profesor Óscar Vara, quien publica ‘El porvenir del viejo mundo’ (Ariel), una obra clave para entender la geopolítica europea ante los retos de un mundo turbulento
Ezequiel García
La Navidad es tiempo de buenas lecturas. Y de ponerse al día con lo que ocurre en el mundo en el que vivimos. La geopolítica europea contemporánea es compleja. No obstante, Óscar Vara aclara los retos, oportunidades y necesidades que tiene la Unión Europea para convertirse de nuevo en un poder geopolítico mundial, comparable al de los Estados Unidos y China, y ante todo y competitivo en su nueva obra ‘El porvenir del viejo mundo’ (Ariel).
Esta investigación no puede hacerse sin tener en cuenta la conmoción que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania, y lo que supone para la configuración del mundo geopolítico del futuro, por lo que este conflicto y sus ramificaciones en el estado del orden mundial, en especial la reacción y coacción de los estados europeos, son analizadas debidamente.
Óscar Vara desglosa las imperfecciones de la Unión Europea en un marco internacional, mostrando claros fallos en su metodología política y diplomática y
cuestionando los cimientos en los que está construida. Mediante este análisis, el autor
ha conseguido ofrecernos una obra de aguda introspección que debate sobre los
caminos por los que la geopolítica europea podría adentrarse tras el principio de esta
turbulenta década. Y lo hemos entrevistado en El Correo de Andalucía.
-¿Qué va a encontrarse el lector en ‘El porvenir del Viejo Mundo’?
El libro trata de ser una puesta al día de la situación geopolítica en el mundo y, también, una advertencia de las debilidades y vulnerabilidades que tiene la Unión Europea en este nuevo contexto. La globalización ha supuesto un cambio enorme en cuanto a la capacidad de actuación de muchas naciones, algunas de las cuales, en el pasado, fueron imperios. Muchas querrán influir, de manera muy importante, en sus respectivas regiones. Sin embargo, la Unión Europea carece de una voz única, una voluntad política decidida y la fuerza militar necesaria para proteger sus intereses en el mundo.
-¿Ha sido la globalización un verdadero motor de cambio en positivo o, por el contrario, ha despertado a muchos ciudadanos aletargados de sus asientos?
Yo diría que la globalización ha sido un motor de cambio positivo, sacando a centenares de millones de personas de la pobreza. Los datos económicos de China son un ejemplo que todos conocemos de la enorme potencia que ha tenido la incorporación de la economía de China al comercio internacional y al libre mercado. Pero, al mismo tiempo, es cierto que el crecimiento económico y la prosperidad ponen en manos de los gobiernos mayores capacidades, por ejemplo, militares y eso cambia las ambiciones y los equilibrios de poder. De ahí el mundo tan intensamente geopolítico en el que estamos viviendo actualmente
-Hablemos de Europa. Habla del ‘efecto Bruselas’, que creo que se desinfla por días. ¿Está dicho efecto en decadencia? ¿Qué fue exactamente?
El efecto Bruselas consiste en la capacidad que tienen nuestras regulaciones para saltar las fronteras y ser adoptadas por otros países. Esto es muy claro en aquellas que se refieren a la protección de los consumidores. Teniendo en cuenta que Europa es un mercado muy grande en el que casi todos quieren vender, nuestras regulaciones acaban convirtiéndose en el estándar de producción de muchísimos empresarios extranjeros. Esa capacidad va a continuar durante mucho tiempo, aunque es cierto que, en términos demográficos, Europa irá perdiendo peso y otras regiones lo irán adquiriendo. En ese sentido, el efecto Bruselas irá reduciéndose, pero para la Unión Europea ha sido muy útil.
-Para el lector no aventajado. ¿Qué es eso de la geopolítica de la complacencia?
Los europeos nos hemos sentido muy cómodos con el efecto Bruselas. También con la cooperación internacional con otros países para mejorar sus sistemas democráticos y hacer sus valores fueran coincidiendo con los nuestros. En algunos casos, cómo ha ocurrido con Rusia, los acuerdos comerciales parecía que crearían una dependencia mutua que evitaría conflictos bélicos en el futuro. Sin embargo, hemos comprobado, de forma ciertamente amarga, que esto no es así y que además de estas vías de diplomacia, llamémosla suave, también es necesario tener una capacidad de disuasión militar que evite las tentaciones de usar la fuerza para resolver problemas que son estrictamente políticos.
-La triada que salvaguarda los valores del mundo occidental (UE, Mundo Anglosajón y las democracias asiáticas), ¿Están perdiendo la batalla con las autocracias o teocracias como Rusia, Irán o China?
Lo que es cierto es que, en términos cuantitativos, las dictaduras y las autocracias electorales están creciendo en el mundo. También observamos a nuestro alrededor la tentación, por parte de gobiernos democráticos, de apoderarse cada vez más de las instituciones y de corromper los contrapesos de poderes con la intención de perpetuarse al mando de sus países. Estos ataques a la democracia liberal son extremadamente preocupantes por lo que afectan a la libertad de los ciudadanos y la protección de sus derechos. Más que inquietarnos por las dictaduras existentes en países como Rusia, Irán o China deberíamos mirar hacia el interior de la Unión Europea para tratar de evitar que esa tentación autocrática eche raíces aquí.
-¿Están ejerciendo países como Rusia o China la soberanía estratégica como imperativo en lugares como África o Latinoamérica?
Rusia y China intentan penetrar en países africanos con el objetivo de extraer recursos naturales y, en el caso de Rusia, influir en términos geopolíticos. Rusia está especialmente interesada en influir en las rutas migratorias que van desde el África subsahariana hacia Europa para tener una palanca con la que influir en nosotros. Saben que los grandes movimientos de población son una herramienta de guerra híbrida que pueden hacer mucho daño a los países europeos. De hecho, y sin necesidad de irse a África, ya han practicado este tipo de política en el este de Europa promoviendo invasiones migratorias hacia Polonia recientemente.
-¿Por qué se ha retirado de estos lugares claves la UE e, incluso, los EEUU?
En el caso de Europa, la retirada afectaba principalmente a los intereses franceses debido, principalmente, a una opinión pública crecientemente crítica con el legado colonial francés y los intereses que han mantenido en sus ex colonias posteriormente. los Estados Unidos, sin embargo, han estado intentando retirarse, voluntariamente, de Oriente próximo y, como se ve, la conflictividad de la región les ha obligado a volver a tener una presencia muy importante allí. Pero es que los problemas de Estados Unidos son distintos, ya que para ellos el futuro comercial del mundo está situado en el sudeste asiático y querrían girar su atención principalmente a esta región.
-Hablemos de nuestro país. ¿Es la geopolítica un asunto de primer nivel o, por el contrario, se encuentra en decadencia tras dar la espalda a Iberoamérica mirando o complaciendo en exceso a Marruecos?
Es cierto que España no ejerce la labor geopolítica a la que está destinada por la ubicación de nuestro país, situado en una encrucijada que conecta el Mediterráneo, y todos los países afectados por él, con el Atlántico y, por otra parte, África con Europa. Capítulo aparte constituye nuestra conexión cultural con toda Hispanoamérica y con toda esa población hispanohablante que vive ahora mismo en los Estados Unidos. España tiene mucho que ofrecer todavía a todo ese mundo y al mismo tiempo mucho que recibir de él.
-¿Quién ha sido para usted el Kissinger de la política española?
No ha existido una figura en España que se haya dedicado, tan extensamente como lo hizo Kissinger, tanto a la práctica de la política exterior como a su divulgación. Quizá la persona que mejor pensó los problemas geopolíticos fue el historiador Jaume Vicens Vives, pero nunca tuvo responsabilidades de política exterior. En los tiempos más recientes, una persona que ha pensado el mundo con gran claridad y que, al mismo tiempo, fue ministro de Asuntos Exteriores fue Josep Piqué, recientemente fallecido. Si tuviera que quedarme con una persona para darle ese título de Kissinger español, creo que él sería un magnífico candidato.
-¿Por qué tan poco peso de nuestra diplomacia?
No creo que España tenga un peso pequeño en términos diplomáticos, pero es cierto que parecemos carecer de una visión de Estado de la política exterior. Al menos, eso es lo que parece por los vaivenes que se producen en la sustitución de los gobiernos o por las decisiones extemporáneas en materias especialmente delicadas. Un episodio lo hemos vivido, recientemente, con la carta que envió el presidente Pedro Sánchez al rey de Marruecos y que implicaba un cambio absoluto en la política exterior española respecto al Sáhara Occidental respecto del pasado.
-Hablábamos antes de China. ¿Hasta cuándo ejercerá su auge global?
China es una nación que, difícilmente, va a desaparecer de los puestos que ocupan las potencias más influyentes en el mundo. Ahora mismo están pasando una crisis de madurez de su sistema económico, pero China seguirá jugando un papel muy importante en el futuro. Lo que está actualmente en duda es que pueda sustituir como potencia hegemónica a los Estados Unidos. Es cierto que no será porque no lo intentan, tanto desde el punto de vista económico cómo de los tecnológico y militar. De cualquier forma, China también va a sufrir un proceso muy intenso de transición demográfica y va a ver cómo en su propia región crecen los competidores. Alguno tan importante como la India. Por lo que es muy probable que a lo largo de lo que queda el siglo, veremos decaer su capacidad de influencia global.
-Turquía es un país controvertido para Europa. Un sí, pero no. ¿Puede convertirse en un país como Irán justo a las puertas de Europa?
Turquía es un país democrático en el que su población dudo que aceptara un Gobierno de carácter teocrático como Irán, además de que en términos religiosos es un país suní y, por lo tanto, su comprensión del islam está en las antípodas de la que tienen los ayatolás. Lo que nos preocupa en mayor medida a los europeos es que el gobierno actual de Turquía es de carácter conservador religioso y el laicismo europeo comprende mal este tipo de gobiernos. Pasa también con el gobierno de Víktor Orban en Hungría y sucedió también cuando en Polonia gobernaba un movimiento político similar. Pero Turquía es más problemática desde un punto de vista estrictamente geopolítico, por la posición que ocupa y que le permite influir regiones muy delicadas como son el mar Negro, el Cáucaso, el Mediterráneo oriental y los Balcanes. De aquí se puedan derivar roces importantes con la Unión Europea a través de su relación con Grecia.
-El euroescepticismo es más que evidente entre la ciudadanía española y europea. Crece, en gran medida, por la lentitud de sus instituciones y el exceso de burocracia y normativas que ralentizan el progreso. ¿Puede haber un cambio de color en el Parlamento Europeo hacia esos partidos nacionalistas que quieren volver a una Europa fiel a sus raíces?
Cuando escuchamos hablar de volver a las raíces de la Unión Europea yo echo en falta una defensa encendida de lo que suponía el principio de subsidiariedad que era una de las columnas principales del proyecto de los fundadores. Me refiero a Robert Schuman, Jean Monet y Alcide de Gasperi. Es importante que lo que puedan decidir los Estados miembros no lo decidan las instituciones supranacionales europeas. De igual forma, es importante que aquello que solamente pueden conseguir estas instituciones supranacionales, no lo intenten obstaculizar los Estados miembros. Quizás así podríamos conseguir una Unión Europea menos burocrática, más descentralizada y, al mismo tiempo, que defendiera los intereses conjuntos de los europeos hacia el exterior, así como impidiese la corrupción del Estado de derecho hacia el interior.
-¿Se está islamizando Europa en detrimento de estos valores tradicionales que dieron origen a la UE? Ya Alemania anuncia deportaciones masivas.
El mayor problema del crecimiento de las comunidades musulmanas en Europa lo constituye el que no exista un proyecto común con las comunidades que, o son cristianas, o bien no son religiosas. Es decir, si los musulmanes que viven en Europa quieren vivir en democracia o no y, al igual que ocurrido con el cristianismo, si están dispuestas a aceptar que la ley puede no ser religiosa. Porque, en ausencia de esa tolerancia, está comprobado que el conflicto étnico y religioso es una constante por todo el mundo y no tiene por qué ser Europa una excepción.
-¿Dejará de ser los EEUU el gendarme mundial?
Los Estados Unidos son, por su posición geográfica, una potencia que necesita proyectar su poder muy lejos de sus fronteras. Es un país aislado por océanos y con intereses comerciales en lugares alejados que, a menudo, plantean problemas en forma de conflictos muy enrevesados. Parece difícil que puedan evitar necesitar tener presencia en aquellos lugares que son más delicados para el tráfico comercial o para la obtención de recursos minerales o energéticos. Yo apostaría que seguiremos viendo a los Estados Unidos actuar como gendarme mundial durante mucho tiempo, lo cual no quiere decir que otros países no se le unan en esa labor.
-Por último, ¿hacia dónde vamos con los conflictos abiertos entre Ucrania y Rusa y una nueva guerra entre Israel y Hamas?
Vamos a ir a un mundo más difícil de gestionar porque va a tener más actores que pueden influir de forma significativa en sus respectivas regiones. Es decir, además de las grandes potencias que todos tenemos en la cabeza, veremos a muchos otros países entrar en conflicto con sus vecinos a medida que sus capacidades económicas y militares crecen. De hecho, la invasión de Ucrania por Rusia es un peligroso precedente para los que quieren resolver sus disputas territoriales no a través de la negociación, si no del atajo una fuerza militar. Por esta razón, creo que vamos hacia un mundo desordenado, en el que las reglas de derecho internacional van a ser conculcadas con mayor facilidad y en el que ninguna nación por sí sola va a poder asegurar la seguridad del mundo.
Sobre el autor
Óscar Vara es doctor en Fundamentos del Análisis Económico y profesor en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid. También imparte clases en el Máster de Acción Política de la Universidad Rey Juan Carlos y en el Máster de Liderazgo Estratégico de la Universidad San Pablo-CEU. Ha publicado artículos en revistas como Empresa y Humanismo, Revista de Historia Económica, Cuadernos de Economía y Procesos de Mercado, de la que es subdirector. También es coautor de los libros El enigma económico ruso y de El Estado y la teoría económica.
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