Susana Díaz ya está aquí

La presidenta andaluza proclama su candidatura a liderar el PSOE con una imponente exhibición de fuerza

26 mar 2017 / 14:53 h - Actualizado: 27 mar 2017 / 07:57 h.
"PSOE","Susana Díaz, a por todas","Susana Díaz"
  • La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (3d), los expresidentes del Gobierno, Felipe González (2i) y José Luis Rodríguez Zapatero (2d), el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra (d), y el exsecretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba (i). / EFE
    La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz (3d), los expresidentes del Gobierno, Felipe González (2i) y José Luis Rodríguez Zapatero (2d), el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra (d), y el exsecretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba (i). / EFE
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí
  • Susana Díaz ya está aquí

La presidenta de la Junta de Andalucía ha tardado casi tres años en llegar hasta aquí: su proclamación como candidata a la Secretaría General del PSOE. Un hecho con el que se viene especulando desde pocos meses después de la elección de Pedro Sánchez como líder socialista en julio de 2014, pero que no se materializó hasta este domingo a las 13.23 horas. «Necesito toda vuestra ayuda para que el PSOE se vuelva a hacer cargo de España. Os necesito», dijo ante un público entregado a la causa y a su líder. «Hoy estamos aquí por el PSOE y por España», avanzó desde el comienzo de su intervención. Anticipando los que serían, como no podía ser de otra forma, los dos leit motiv de su aclamado discurso y los motivos que la impulsan a dar este paso al frente: la recuperación de la esencia del partido –«los ciudadanos van a reconocer el PSOE y se van a reconocer en el PSOE»– y la (imperiosa) urgencia de volver a la senda de los triunfos electorales. «España nos necesita», resumió.

En una brutal exhibición de fuerza, Díaz no solo congregó en los pabellones de la Institución Ferial de Madrid (Ifema) a 9.000 militantes –la organización anunció que tuvo que habilitar uno de los auditorios contiguos ante el aluvión de simpatizantes que viajaron a la capital–, sino que se rodeó de los principales baluartes del «PSOE de ayer, hoy y mañana». Junto a ella estaban dos expresidentes del Gobierno –Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero–, un ex secretario general –Alfredo Pérez Rubalcaba–, históricos dirigentes como Alfonso Guerra o José Blanco, una docena larga de exministros –como Carme Chacón, José Bono o Matilde Fernández–, cuatro presidentes autonómicos –Emiliano García-Page (Castilla-La Mancha), Guillermo Fernández Vara (Extremadura), Ximo Puig (Comunidad Valenciana) y Javier Lambán (Aragón)–, alcaldes e incluso rivales hasta hace bien poco como Eduardo Madina. El PSOE de ayer, hoy y mañana a los pies de Susana Díaz.

Una Susana Díaz obsesionada con dos objetivos fundamentales: poner en valor la historia y el legado del «PSOE de siempre» y «ganar las primarias y las elecciones». No escondió su ambición y anhelo: «Quiero ser la primera secretaria general del PSOE en 140 años». Una tarea que la propia Díaz reconoció que no será fácil y por ello reclamó la «ayuda» de todos los militantes y describió el suyo como «un proyecto colectivo» que buscará dar al socialismo «pasión e ilusión».

Entre gritos de «Susana, Susana» y continuos aplausos, la política sevillana desgranó su plan de acción para las próximas semanas. Un tiempo en el que se comprometió a recorrer toda España y visitar todas las agrupaciones en busca de un voto «sin rencores ni resentimientos», en una velada apelación a uno de sus principales contrincantes, Pedro Sánchez. No en vano, Díaz reclamó unas primarias «limpias», que no se conviertan en una «carrera de agravios ni de marketing». No fue la única referencia a sus oponentes, aunque en ningún momento de su parlamento de 55 minutos mencionó ni a Sánchez ni a Patxi López. Pero advirtió a ambos y al auditorio que no quiere «el poder a cualquier precio» porque «una cosa es pactar con el PSOE y otra entregarlo al modelo de otros» (otra evidentes alusión a la alianza con Podemos que promueve el ex secretario general del PSOE depuesto en octubre pasado), al tiempo que avisó de que «más a la izquierda del PSOE no hay ninguna izquierda transformadora». Y exhortó: «Nosotros pertenecemos al PSOE, pero el PSOE no nos pertenece».

Los organizadores del acto diseñaron un espectáculo político con múltiples referencias al pasado –la presencia de buena parte de los invitados se prestaba a ello– a las que trataron de engarzar la «ilusión y esperanza» de lo que está por venir. Susana Díaz quiere rescatar las raíces ideológicas de la formación que fundara Pablo Iglesias Posse hace 140 años. «Los socialistas no vamos a ocultar nuestra historia ni a olvidarla. ¡Queremos que se sepa! No vamos a recortar a nadie de las fotografías», apuntó entre aplausos y nuevas aclamaciones. Un extremo que dejó claro desde un principio: «Hoy estamos aquí por el PSOE. Por el PSOE de siempre, el de ahora, el del futuro y el que no conoceremos». Una especie de refundación del partido con los principios inherentes de la socialdemocracia. La apuesta por la educación y la sanidad públicas, la dependencia, el futuro de las pensiones así como la igualdad entre territorios y ciudadanos fueron los grandes mantras del discurso social de la presidenta andaluza. Una defensa que Díaz realizó a través de los pequeños homenajes que brindó a los veteranos del partido que este domingo le ofrecieron su apoyo incondicional, «decenas de hombres y mujeres que han escrito las mejores páginas del socialismo en este país». Especialmente elogiosa con el legado social y económico de los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que la ovacionaban desde la primera fila. Es la herencia del PSOE que la precandidata a las primarias –el próximo 1 de abril la gestora hará públicos el calendario definitivo– quiere utilizar como impulso para la reconquista de Ferraz y la Moncloa.

Un camino «nada fácil» que tiene tres grandes desafíos, según enumeró la propia Díaz, la lucha contra la pobreza y la desigualdad, contra los populismos y contra los nacionalismos. La aspirantes trianera lamentó que siete años después de la crisis económica los trabajadores tengan sueldos y condiciones laborales «indecentes» generando graves desigualdades entre los españoles. Una situación que achacó a la «voluntad política de la derecha». Asimismo alertó contra los populismos que «enfrentan a los ciudadanos y a los países» –puso como ejemplo la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos– y contra los nacionalismos que «quieren levantar muros y barreras» en una clara referencia al desafío independentista catalán promovido por Junts pel Sí de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. Un aviso que aprovechó para defender la histórica hermandad de PSOE y PSC, al mismo tiempo que vaticinó que ambas formaciones van a «seguir construyendo juntos la historia» de España.

Después de los últimos varapalos electorales y de la pérdida de poder institucional de los socialistas en toda España, la proclamación de la candidatura de Díaz pareció una suerte de terapia colectiva encaminada a recuperar (en algunas cosas) o reafirmar (en otros) el orgullo de pertenencia a un partido que «lleva tres siglos en este país». Una catarsis que la baronesa socialista más influyente culminó con una declaración de amor a su partido y a su país: «Ser socialista es mi forma de amar España. Y mi bandera es la igualdad entre personas y territorios». Y remachó: «No quiero que se me vote por ser mujer, sino por ser cómplice de un proyecto de igualdad».

Y antes de poner fin a la puesta de largo más mediática y numerosa de los tres candidatos, Susana Díaz puso deberes a los militantes, a su equipo y a ella misma: «A ganar. Por España y, sobre todo, por los ciudadanos. A por ellos. A ganar».