FÚTBOL (EUROCOPA)

Crónicas teutonas (III): Periodistas sin acento y sin papeles

Una gran parte de los periodistas enviados a Alemania, entre ellos de los de El Periódico de España y El Periódico de Cataluña, han tenido problemas para ser acreditados por un problema logístico con los acentos de los nombres

Acreditación de la Eurocopa 2024 de Alemania

Acreditación de la Eurocopa 2024 de Alemania / EPE

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Cuando pasas muchos días fuera de casa tu cuerpo tiene que superar diferentes etapas. El primer obstáculo al que te enfrentas es el que se conoce como el ‘síndrome de la primera noche’. Nuestro cerebro reacciona ante lo que considera una amenaza, que no es otra cosa que no dormir en tu cama. Para ello el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro, el ‘hemisferio guardián’ se mantiene en estado “vigilante”. Eso provoca que se mantenga más atento al sonido cuando dormimos, que esté más “despierto”. Y por eso dormimos menos profundamente y descansamos menos en esas primeras noches. En realidad solo ocurre durante la primera en lugares nuevos, pero cuando andas saltando de un lado para otro, siempre es la primera noche en algún lado. Lo que genera en el cuerpo una sensación de 'resaca' que no es el único contratiempo derivado de ese trasiego.

"Si no puedes pronunciarlo, no lo comas"

Al viajar cambiamos también la rutina alimentaria, lo que altera los tiempos y procesos de digestión, provocando algo de dolor estomacal. Para esto lo mejor es generar rutinas que ‘engañen’ a tu cuerpo y le devuelvan a su zona de confort a través de unos protocolos que le hacen acomodarse. En mi caso suelo generar un par de rutinas para engatusar a mi ‘hemisferio guardián’. Por la noche acabo leyendo algunas páginas de un libro, como en casa. Y por la mañana me levanto a las seis me calzo las 'zapas' para trotar, nada de correr como Kipchoge por Berlín, y activarme con un poco de deporte. La mejor manera que se me ocurre de despertar el cuerpo y, sobre todo, la cabeza. Luego, una ducha y un buen desayuno en el que no faltan alimentos con probióticos para que las “bacterias buenas” sigan haciendo su trabajo. El yogur y el chucrut son dos alimentos perfectos para eso.

Alguien dijo: “Si no puedes pronunciarlo, no lo comas”. Sentencia muy desafortunada en Alemania, donde los platos tienen nombres impronunciables. El popular codillo con chucrut se hace llamar Eisbein mit Sauerkraut; las salchichas, que pueden tomarse crudas, curadas, ahumadas y cocidas o escaldadas, tienen nombres tan pocos seductores como Bratwurst, Bockwurst o Regensburger. Luego está el popular Fischbrötchen, delicioso sándwich que se consume normalmente en las zonas del norte de Alemania, por su proximidad al mar, elaborado de pescados en conserva (arenque, sardina o caballa) y otros ingredientes como los encurtidos, pepinillos, cebollas, lechuga o rábano picante. Una orgía consonántica que podríamos concluir con una tarta que van a reconocer rápidamente y les hará salivar como el perro de Pablov: la Schwarzwälder Kirschtorte. Para nosotros, la tarta de Selva Negra, ese delicioso pastel con capas de bizcocho de chocolate con kirsch relleno de cerezas, nata, y virutas de chocolate. Dicho todo esto, en mi mochila nunca falta alguna pieza de fruta, que ya se sabe que “una manzana al día mantiene al médico alejado”.

Periodistas desacreditados

En estos días primeros días convulsos hay un protocolo especialmente estresante: el proceso de acreditación. Algo que en Alemania se complica hasta el punto de tener a una gran parte de la prensa española, portuguesa, polaca, croata y neerlandesa sin acreditar todavía. La causa, los acentos ortográficos de los nombres. Aquí no hay casi acentos y el asunto es que cualquier alteración entre el nombre de la ficha de inscripción y el del pasaporte supone automáticamente que te nieguen la acreditación. El problema es que en el pasaporte el nombre está en mayúscula y no se acentúa, pero al escribirlo en minúscula sí ponemos los acentos. Intente explicar eso a un amable voluntario de mentalidad alemana. Quien además debe remitirlo a la policía teutona y que está dé el visto bueno. Trámites interminables que tienen a todos los españoles metidos en carretera todo el día para recorrer los 130 kilómetros que hay entre Donaueschingen y Stuttgart, el centro de acreditación más cercano. Súmenle las interminables obras en las autopistas alemanas (ríanse ustedes de las nuestras) y los atascos demenciales a la entrada y salida de Stuttgart, y obtendrán un panorama descorazonador. Hasta el punto que cuando te cuelgan la acreditación definitiva (a servidor le ha ocurrido a la tercera), corres a celebrarlo ante una cerveza como si hubieras obtenido una subida de sueldo.

Instantes previos a entrevistar a Pablo Amo, segundo seleccionador de España

Instantes previos a entrevistar a Pablo Amo, segundo seleccionador de España / EPE

Nosotros tenemos acentos de todo tipo: enfáticos, diacríticos, azéuticos... Es difícil no encontrar a un periodista que no tenga un acento en su nombre y sus apellidos. Intenten encontrar a alguien con un nombre sin acento a su alrededor. Y añadan una segunda dificultad en nuestro caso, los segundos nombres y segundos apellidos. Aquí, donde son gente pragmática, solo se destila uno, por lo que esto duplica todo y complica más el proceso. Si lo nuestro no es fácil, póngase ahora en la piel de los portugueses, que tienen circunflexos (^), el till (~) y la cedilla (ç). O los croatas, que salpimentan sus nombres con signos indescifrables para la policía alemana: Perišić, Mandžukić, Modrić, Pašalić... Por no hablar de los turcos, población muy numerosa en Alemania, con futbolistas destacados que juegan en la propia selección alemana como İlkay Gündoğan. Así que como imaginarán los centros de acreditaciones se ha convertido en epicentro de la actividad en estos días previos en los que UEFA vive superada por este problema de acentos. Y los periodistas, entre ellos los de El Periódico de España y el de Cataluña, tenemos que armarnos de paciencia ante la genética rigidez alemana que es elevada en muchas ocasiones a extremos surrealistas.

Más allá de esto, las visitas al campamento base de España, en un paraje bucólico en medio del campo, comienzan a convertirse en la rutina del grupo de enviados especiales a tierras alemanas, una zona de confort llena de rostros conocidos y libre de problemas burocráticos. En estas primeras jornadas los días se hacen más largos y tediosos, pero a media que se acerca el primer partido se va normalizando todo. El viernes habrá que cruzar Alemania rumbo a Berlín, a 800 kilómetros, donde comenzará la Eurocopa el sábado ante Croacia. Y donde volveremos a pelear contra el ‘síndrome de la primera noche’. Pero para entonces ya estaremos todos acreditados. Habrá más problemas que resolver, pero ya serán otros. Así que como dijo alguien, “cuando lleguemos a ese río, cruzaremos ese puente”. Wir sehen uns! (Nos vemos).

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