EL GAFE
Kane perpetúa su maldición de no ganar ningún título
El capitán inglés se marcha sustituido en el minuto 61, amonestado, y con la pena agravada de revivir la segunda final seguida perdida.
Kane se va del campo, sustituido por Watkins. / Frank Augstein / AP
Pasará a la historia como uno de los mayores goleadores de la historia, el mejor del fútbol británico y por no haber ganado ningún título en su dilatada carrera. Empieza a extenderse la fama de gafe de Harry Kane, que volvió a perder otra final, la segunda consecutiva de la Eurocopa.
Se le va acabando el tiempo al formidable delantero, cumplidos ya los 30 años y pese al esfuerzo que invierte: 66 goles en 97 partidos, un promedio magnífico que no ha reportado dividendos a Inglaterra, que continuará acumulando años sin sumar un título: han transcurrido 58 años desde el Mundial de 1966, el único de su historial y 64 de todas ediciones de la Eurocopa.
Kane y Rodri pugnan por un balón aéreo en la primera mitad de la final. / Martin Meissner / AP
Los tres goles aportados por Kane sirvieron para llegar a la final, pero no para ganarla. Marcó ante Dinamarca (1-1), repitió ante Eslovaquia, en el primer minuto de la prórroga que evitó la despedida anticipada del torneo en octavos (2-1) y el penalti frente a Países Bajos que supuso el momentáneo empate antes de que Watkins les enviara al duelo decisivo.
El mal recuerdo de 2021, la enorme pena de la derrota en los penaltis frente a Italia reapareció en Berlín, sin el dramatismo añadido de que se produjera en casa como fue en Wembley, pero con el dolor agravado de que se repitiera y no pudiera experimentar la felicidad que se siente un campeón de algo.
Se marchó Kane del campo antes de hora, en el minuto 61, en una decisión insólita de Southgate por la doble condición de ser el máximo goleador (del equipo y del torneo) y de capitán. No dio una a derechas, condenado a recibir balones con dos guardaespaldas (Le Normand y Laporte), sin un triste balón propicio para rematar y una tarjeta amarilla por un pisotón a Fabián.
El árbitro François Letexier amonesta a Kane en presencia de Laporte / Filip Singer / Efe
El cambio funciona
Entre las maldiciones particulares de Kane está el no haber marcado ningún gol a España desde que era juvenil. Entonces sí celebró un gol ante sus rivales de generación, treintañeros como Morata y Carvajal, pero nunca más desde entonces. Una anécdota comparada con la desgracia de no haber levantado jamás una copa de nada. Southgate repitió el cambio tan oportuno de la semifinal al relevar a Kane por Ollie Watkins. Funcionó en Dortmund, y funcionó en Berlín con el momentáneo empate que echó por tierra otro suplente: Oyarzabal.
Once años lleva en la élite Kane. No en un club menor que pelee por entrar de vez en cuando en Europa ni mucho menos en uno que tuviera que esforzarse por mantener la categoría. Tampoco en una selección de país pequeño y pobre, sino en una potencia mundial. Eso fue al principio, cuando se inició en el Leyton Orient a los 17 años, un club que estaba en la tercera categoría, o cuando le mandaron cedido al Millwall, al Norwich Vity y al Leicester, pero no luego.
Kane pasea preocupado por el césped antes de la final. / Martin Meissner / AP
Subcampeón de Champions
Kane explotó en la temporada 2014-15 con el Tottehham con 21 goles en 34 partidos de Liga. Durante esas nueve temporadas, hasta que se marchó al Bayern de Múnich el pasado verano, nunca conquistó ningún título. Cerca estuvo, con un subcampeonato de la Premier (2016-17), dos de la Copa de la Liga (2014-15 y 20-22) y, sobre todo, el de la Champions League 18-19, en la final inglesa de Madrid perdida frente al Liverpool (0-2) después de la machada de la semifinal al eliminar al Ajax, remontando un 2-0 en el minuto 96. El mal fario de Kane, sin embargo, se ha corroborado esta temporada.
Kane, feliz sobre Watkins, tras el gol ante Países Bajos en la semifinal. / La Presse / AP
Ni en el Bayern
Llega él al Bayern y el multicampeón alemán deja de ganar la Bundesliga después de 11 temporadas encadenando un título tras otro. Ni la Copa alemana pudo celebrar ni consuelo. Tampoco la Supercopa alemana, el primer trofeo que disputó vestido de rojo, ni tampoco la Champions. Es para pensar mal; para pensar que, en efecto, es un gafe, un tío sin estrella.
Todo el metal, metacrilato, plástico y resina que figura en las vitrinas de Kane son distinciones individuales. Que si futbolista del año tal, que si Bota de Oro de un torneo, que si Jugador del mes equis, del año cual, que si MVP del partido, máximo goleador de la Premier, también de la Bundesliga… Incluso es miembro de la Orden del Imperio Británico, una condecoración civil, importantísima, muy prestigiosa. Y lo cambiaría todo, “absolutely”, “sí, por supuesto” por un título de equipo, mucho más por un título con Inglaterra como la Eurocopa que vio esfumarse de nuevo.
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