Bulbos en el Mediterráneo

Para algunos es como tener al genio dentro de la lámpara mágica –una fea envoltura, una cosa pequeña y aparentemente insignificante que ¡BOOM!

26 mar 2017 / 06:42 h - Actualizado: 26 mar 2017 / 10:35 h.
"En el jardín"
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Una biblioteca, un jardín, y basta...

Cicerón

Me encanta plantar bulbos. Realmente lo siento como un pequeño acto de fe. Una vez plantados se mantienen latentes hasta florecer y raro es el bulbo que te deja indiferente. Puede que sea el color, las flores, la estructura, la altura o el perfume que desprenden: dulce, almizcle o floral, por ejemplo.

En cualquier caso e indistintamente, estos escapistas del frío, del intenso calor y/o de la sequía, han tenido el don de ser moneda de cambio durante siglos –no sólo de grandes fortunas sino también de aldeanos, peregrinos ó sacerdotes– todo ello debido, a su gran facilidad para ser transportados a lo largo y ancho del mundo en barcos o en pequeños hatillos. Gracias a ello, muchos se han naturalizado en muy diversas partes del mundo, formando no sólo parte de sus jardines y sus paisajes, sino también de su historia y cultura.

Uno puede tener un jardín tapizado de verde, de bolas y setos recortados, y despertarlo a la vida plantando masas de bulbos que den color casi a lo largo de todo el año. Además, muchos tienen la particularidad de naturalizarse pudiendo ellos solos ir conquistando el jardín y el campo, formando parte de caminos y senderos o rellenar huecos a ambos lados de un estrecho pasillo de un pequeño jardín urbano.

Otra de sus maravillas es que muchas especies no necesitan grandes cuidados y una vez establecidos crecen formando extensas matas de próspera y larga vida, que no hay más que dividir cada cierto número de años, y/o anualmente limpiarlos de sus hojas y tallos marchitos –las hojas de los bulbos deben permanecer en ellos hasta que amarilleen de manera que den energía al bulbo para florecer de nuevo al año siguiente–.

Los bulbos no son baratos, sobre todo cuando se compran de 5 en 5. Pero para algunos es como tener al genio dentro de la lámpara mágica –una fea envoltura, una cosa pequeña y aparentemente insignificante que ¡BOOM! es capaz de dejarte sin palabras con su color, su olor o sus flores tintineantes–. Por eso y aunque a veces parece que valgan su peso en oro no pienso ser yo la que les quite ni un ápice del mérito que tienen, porque lo valen.

Un masa de bulbos tapizando un bosque, un sendero, riachuelo o una pradera es una imagen delicada y sutil, de ahí que jamás de los jamases uno deba retirar un bulbo de su habitat –puede estar prohibido por ley y con razón–. Disfruta del espectáculo porque en tu jardín no lo verás igual por muchos que sumes a tu colección, especialmente si lo haces de esta manera tan poco elegante.

Algunos bulbos

Técnicamente esta selección recoge bulbos que no necesitan riego, tienen una larga época de floración, son resistentes a enfermedades y son relativamente fáciles de encontrar.

Los Allium son plantas bulbosas que prosperan al sol. A. molly y A. triquetrum prefieren la sombra. En su mayoría son naturales de laderas pedregosas o campos áridos. Se naturalizan fácilmente en el jardín. Cultivándolas todas tendrás flores durante meses: A. caeruleum (flores azules), A. giganteum (racimos gigantes de flores lilas), A. neapolitanum (racimos blancos), A. christophii (flores azul púrpura). Para un minihuerto: cebolla (A. cepa), puerro (A. porrum), ajo (A. sativum) y cebollino (A. schoenoprasum).

Amaryllis belladonna (Belladona o azucena rosa) originaria del Suroeste del Cabo de África sus altas y llamativas flores aparecen en septiembre simbolizando el final del verano –una vez que las hojas ya han caído–. Los bulbos son fáciles de obtener pero requiere paciencia, pues es probable que no den flor el primer año. Deben ser plantados con el cuello del bulbo a nivel del suelo. Es nativa de laderas soleadas o a media sombra. No les gusta el riego. Hay que destacar que cada planta no da flores todos los años, luego es preferible plantar en número para asegurarse la floración.

Los Colchicum (Cólquicos) tienen exquisitas flores color lavanda pálida que brotan con las primeras lluvias de otoño. Las hojas se mantienen hasta el verano. C. longiflorum es perfecta para jardines de playa (en arena seca). Si consideras hacer un sacrificio económico puedes plantar The Giant de flor simple o la doble y bellísima Waterlily.

Crocus sativus (Azafrán) de origen incierto el azafrán es un cormo que tiene dormancia estival. Sus flores aparecen en otoño, duran todo el invierno y desaparecen a la llegada del calor.

Freesia refracta, F. leichtsinnig y F. alba (Fresia) son tres especies de floración blanca naturalizadas en varias partes del Mediterráneo. Se las conoce por su increíble perfume en primavera. Son unos de los mejores bulbos para macetas. Las fresias crecen rápidamente y en ocasiones se dispersarán por semilla a otras zonas del jardín. Nunca sobran.

Fritilarias, son bulbosas de tallos delgados y campanillas cabeceantes. No son las más fáciles de cultivar pues les gusta la sombra filtrada en bosques abiertos y ricos en humus. F. imperialis es silvestre y típica de suelos rocosos del litoral mediterráneo. Un espectáculo a principios de la primavera.

El gladiolo es característico del jardín Mediterráneo. Florece en muchos colores desde principios del invierno (G. dalenii) hasta el final del verano (híbridos del jardín). Se deben plantar los cormos profundamente en suelo rico y arenoso –esto evita que las cabezas florales decaigan– . G. carneus tiene flores rosadas, G. x colvillei es un híbrido adecuado para la mayoría de los jardines mediterráneos y G. illyricus se naturaliza rápidamente en campos labrados. G. italicus es bastante resistente.

Iris, la mensajera de los dioses, fue en la mitología griega la Diosa del Arcoiris. En los viejos jardines se suele encontrar sobre todo el iris germánica y su variedad primitiva de color azul–violeta para colonizar los taludes más secos. Iris unguicularis (Lirio de Argelia) originario del Mediterráneo es una especie de hojas anchas y flores grandes y ligeramente perfumadas. Es una planta resistente que crecerá en las condiciones más difíciles y puede plantarse debajo de los árboles en semi–sombra o a pleno sol.

Los nazarenos (Muscari armeniacum) tienen hojas finas y brillantes con flores azul genciana a principio de la primavera. Plantados a pleno sol cerca de un camino, entre losas, o junto a otros bulbos de primavera alegra cualquier pradera. Se naturalizan rápidamente.

De los innumerables cultivares, híbridos y formas del género Narcissus se cree que hay varios cultivares de Narcissus tazetta (Narciso de manojo) que tienen siglos de antigüedad. Los Narcissus tazetta han sido cultivados en el Mediterráneo por su belleza e increíble fragancia. Crecen con fuerza y son muy resistentes a las enfermedades. Los narcisos deben plantarse a pleno sol para que los tallos sean cortos y no se rompan, especialmente después de la lluvia. Unos pocos tallos con flor son capaces de perfumar un gran salón. Conviene plantar los narcisos entre otros plantas y arbustos de manera que sus hojas secas se puedan ocultar.

La Sternbergia lutea (azucena amarilla) fue introducida por los monjes griegos que transportaban los bulbos desde su tierra natal y los plantaban en muchos monasterios a lo largo del Este del Mediterráneo; florecen a finales del verano y forman grandes colonias con los años. ~

Marta Puig de la Bellacasa es ingeniera agrónoma y paisajista. Ha trabajado en

España y en el Reino Unido. Diseña

jardines y proyectos de paisajismo,

colabora con estudios de arquitectura

y escribe asiduamente en su Blog

Domingo en el Jardín