La inflamación es una respuesta natural de nuestro organismo ante algún síntoma negativo. Cuando ingerimos algún alimento que el cuerpo detecta como dañino o tóxico se desencadena una reacción inflamatoria, tal y como ocurriría si nos hiciésemos alguna herida. Así pues, los expertos afirman que la inflamación puede ser una respuesta de nuestro organismo ante un estilo de vida sedentario, el estrés, la contaminación y los malos hábitos alimenticios, que podrían favorecer la inflamación crónica.
Y es que, tal y como indican los nutricionistas, el consumo de alimentos procesados, grasas trans, alcoholes, tabaco y azúcares refinados es el principal responsable de la aparición de inflamaciones y de la instauración de esta patología de forma crónica.
“Nuestro sistema inmunitario se activa cuando el cuerpo detecta sustancias como bacterias, virus, polen o productos químicos; pero también con algunos alimentos como el pan blanco, la comida frita, las bebidas azucaradas y la carne roja. A menudo, esto desencadena un proceso descrito como inflamación. Una inflamación temporal dirigida a sustancias amenazadoras protege nuestro organismo, pero a veces, esta inflamación persiste y se convierte en una condición crónica. Una inflamación crónica está relacionada con enfermedades como la diabetes, la artritis, la depresión, el cáncer, enfermedades cardíacas, o el alzhéimer. Los radicales libres – moléculas de oxígeno con gran poder reactivo que dañan moléculas biológicamente relevantes como las proteínas, los lípidos o nuestro ADN – tienen un papel clave en la creación de inflamaciones. Los radicales libres pueden ser neutralizados a través de las sustancias antioxidantes que se encuentran en algunos alimentos”, explica el Dr. Josh Axe en el portal de Runtastic.
Alimentos antiinflamatorios
Aunque se trata de una especia, algunos estudios científicos afirman que la cúrcuma es un gran agente antiinflamatorio, siendo recomendable consumirla cocinada o acompañada de pimienta negra, que favorece la correcta absorción de la curcumina. De igual forma, otras especias como el curry y la canela también pueden ayudarnos a reducir la inflamación, frenar los daños ocasionados por los radicales libres y ayudar a regular el metabolismo.
Las frutas con mayor contenido en vitamina C son las mejores para luchar contra la inflamación. Por ello, la papaya, que cuenta con 82 mg de esta vitamina por cada 100 gramos, es la mejor elección en cuanto a frutas para incluirla en nuestra dieta. Asimismo, el kiwi (71 mg por cada 100 gr), las fresas (60 mg por cada 100 gr) y la naranja (50 mg por cada 100 gr) también contienen una gran cantidad de antioxidantes con propiedades antiinflamatorias.
Otros de los alimentos ricos en antioxidantes son aquellos que contienen vitamina E, como las hortalizas de hoja verde. Las espinacas, acelgas, rúcula, kale o col rizada son solo algunos de los vegetales que nos llenarán de vitaminas y potentes flavonoides antiinflamatorios.
A pesar de ser conocido por ser un eficaz antibiótico, combatir el resfriado, reducir el colesterol y fortalecer el sistema inmunológico, el ajo aún tiene mucho con que deleitarnos. En los últimos años, varios estudios han demostrado que el ajo es un potente antiinflamatorio, mejora la circulación, disminuye el exceso de grasas en sangre y alivia el dolor, entre otras propiedades.
Asimismo, bebidas como el té verde o el té de jengibre están cargadas de antioxidantes y vitaminas, siendo unos grandes aliados a la hora de desinflamarnos. No obstante, la bebida que debemos priorizar en nuestra dieta siempre debe ser el agua, fundamental para el correcto funcionamiento de todo nuestro organismo.