Se encuentra en un entorno no menos mágico y especial como es la Judería de Sevilla, su entrada pasa casi desapercibida pues es una calleja estrecha que está junto a la plaza de la Virgen de los Reyes, a espalda de la estatua del papa Juan Pablo II.
Allí observe bien y notará que hay una calle, anímese y entre, en un empedrado resolverá como llega a una plaza, tras un postigo. Es la Plaza de Santa Marta, comprenderá al asomarse a este lugar la razón por la que digo que es uno lugar cargado de belleza.
Su denominación es debida a la proximidad del hospital que estaba en esta zona y que fue fundado en el año 1385 siendo hoy el viejo convento de la Encarnación.
En primavera tiene el típico aroma a azahar que lo inunda todo y del que se encargan los naranjos allí plantados de «ambientar». En medio de la plaza hay un crucero que impresiona, marca al lugar, da ese peso histórico que requiere todo sitio mágico como este.
La plaza fue diseñada por el arquitecto Hernán Ruiz «el Joven» y realizada por Diego de Alcaraz en el siglo XVI teniendo su origen en la antigua leprosería de Sevilla, en el hospital de San Lázaro próximo al cementerio, con un crucificado a un lado y una piedad en la otra.
Visitar este sitio promete desde el principio, por lo escondido que está, por ese suelo empedrado o por el retablo en azulejo que podemos encontrar y que te indica que vas a descubrir un lugar cargado de encanto.
Además tiene un peso específico en la Historia de Sevilla y vinculado a personajes de la ciudad como el canónigo de la Catedral -tan próxima- como Mateo Vázquez de Leca o a Santa Ángela de la Cruz.
Un lugar que no debe dejar de visitar y que tiene una belleza sin igual.