Hace años que narré la experiencia de un guardia de seguridad en la calle Ignacio Sánchez Mejías y de aquel “bebedor a deshoras”, un relato ya legendario en Sevilla que he escuchado hablar de él en muchas ocasiones o que me han pedido que lo cuente en otras tantas ocasiones por ser la persona que lo investigó directamente.
Es la relación con ese relato la que me trae hoy a contarles otra historia extraña en la Feria. Mi interlocutor se llama Javier y me confesaba: “Mira, a mi me pasó una cosa muy rara en la Feria, he leído tu relato y, la verdad, es que me ha llamado mucho la atención, yo te cuento a ver si tu le encuentras explicación”.
Y de esa forma comenzó a narrarme su experiencia: “Mira, estaba en la caseta, en Pascual Márquez, era la 1:40 h. de la noche, no quedaba mucha gente. Esto fue el año pasado, en la Feria de 2022, recuerdo la hora perfectamente porque nosotros nos íbamos ya y, antes, quise ir al baño. Mi mujer y mi hija estaban ya cansadas. Yo no había bebido ni nada porque me tocaba conducir y ya sabes que la Guardia Civil se pone en la salida del aparcamiento y cae todo el mundo, así que evité” me decía.
“En la cola del baño había un señor y yo, otro dentro. Entonces llegó un hombre, muy apurado, y dijo que si había alguien dentro, le dijimos, con desagrado: “claro hombre, si no que vamos a estar mirando la puerta”, tu sabes, con la guasa de aquí. El que estaba dentro del baño salió y el señor nos dijo: “Por favor, ¿me podéis dejar pasar? No aguanto más, por favor”. Y la verdad es que se le veía apurado al hombre así que le dijimos que pasara. Nada, el hombre pasó y pasaban los minutos y no salía y no salía. El otro hombre, el que iba delante de mí golpeó la puerta, llamó, con energía, y dijo: “¿Se ha caído usted por el desagüe?”. Y nos echamos unas risas con la ocurrencia” relataba.
Pero hubo un momento en el que “nos preocupamos, yo me acordé de una vez que mi mujer se desmayó en el baño. Le dije a aquel hombre: “A ver si le ha pasado algo” y llamamos los dos con fuerza. Entonces tratamos de entrar pero nada, estaba echado el pestillito. Claro, lo dos a fuerza de forzar la puerta tuvimos miedo por aquella persona que ni respondía. Entonces se acercó el de seguridad y con una especie de tubito fino o algo así abrió la puerta y, la sorpresa: ¡No había nadie!. Yo te juro por mi mujer y mi hija que el hombre entró, el otro señor también lo vio y el de seguridad pero allí no había nadie”.
Le pregunté: “A ver si había dejado una cuenta gorda por pagar en la barra y se fugó por allí...” y Javier me dijo: “si conoces ese baño sabes que es imposible irse, es sólido y tiene techo, vamos que le hace falta un pico para demolerlo, imposible, es una habitación cerrada, de panel, vale, pero cerrada y sin ningún tipo de destrozo ni nada”.
“Nos acercamos al de la barra y le dijimos que si recordaba al señor en función de la descripción que le hicimos y nos dijo que no, igual que nos dijo que nadie debía nada. Una cosa muy rara” concluía.
Puede que tenga una explicación sencilla o puede que no pero esa vivencia “es algo que siempre recordaré, el fantasma de aquella caseta, nunca mejor dicho”.
Y usted, ¿ha vivido algo raro en la Feria? Si es así no dude en contármelo, escríbame a correo@garciabautista.net Gracias.