El protagonista es un buen amigo, Juanma, con el que me reunía hace escasos días y me decía, con calma “te tengo que contar un día una cosa muy rara que nos pasó en esta misma calle, de tus temas”. Y... ¿Para qué esperar? Le pedí que me contara lo que le había sucedido.
Juanma, con tranquilidad, me relataba: “Pues te comento. Esto pasaría hace 40 años fáciles. Iba en el coche con mis padres, yo tendría 7/8 años o así. Por la ventana del coche vi un niño que corría hacia la carretera de la avenida San Juan de la Salle que, esa época, era de doble sentido.
El niño corría atravesándola en dirección calle Faura, hacia la famosa cervecería “Casa Julián”.
El caso es que el niño atravesó la avenida, mi padre le dio tiempo a frenar, pero el vehículo que venía de frente, un taxi, no lo vio y atropelló al chaval. Mis padres me dijeron que no saliera del coche. Se bajaron mis padres, el taxista y todo el mundo que estaba alrededor y no había niño por ningún lado, el niño había desaparecido. Ni rastro de niño ni sangre ni nada.
Recuerdo al día siguiente, con mi madre preguntando a los negocios de alrededor si habían visto algún rastro de niño, sangre o algo, y nada de nada” me explicaba.
“Después de verte hoy, le he preguntado a mis padres si recordaban lo sucedido. Evidentemente tampoco le dan explicación a lo sucedido” apostillaba sobre este “niño de nadie”.
Con la complejidad que tiene investigar un caso así cuatro décadas después quise mirar en hemeroteca y, lo curioso, es que no se produjo ningún accidente denunciado en esa zona con un resultado de atropello infantil. ¿Qué sucedió? ¿Quién era ese niño? ¿Era un fantasma? La verdad puede llegar a ser tan perturbadora como una película de terror...
Otra experiencia inexplicable
Pero mi amigo Juanma además tenía otra experiencia impactante que narrar relacionada con un familiar que falleció tiempo atrás.
“Te cuento algo que impactó mucho” me decía. “Falleció una prima a la que quería muchísimo, pero por circunstancias y roces en la familia, hacia al menos 20 años que no veía.
Un día me dicen mis padres que mi prima está muy grave con una enfermedad cerebral. Al tiempo fallece, y todo normal, acudo al tanatorio y al día siguiente la enterramos.
Ese día era el bautizo de uno de mis sobrinos. Al estar en el entierro, no pude asistir al bautizo y llegué tarde al convite. Hasta ahí todo normal. Al tiempo, el año pasado, celebrando el cumpleaños de este sobrino, le dice la madre de mi cuñada a mi cuñada: “¿Le cuento eso a Juan?” Esta señora podemos decir que es sensible y ve “cosas”... Total que mi cuñada le dice: “si él quiere, se lo dices...” “¡Claro que sí!” le dije y me cuenta lo siguiente: “Juan, ¿te acuerdas del día que estuvimos celebrando el bautizo de mi nieto, que llegaste tarde? Pues cuando llegaste no viniste solo, venía contigo una chica morena”.
Lo que estoy completamente seguro, que quién me acompañaba ese día de celebración con mi sobrino, era mi prima” finalizaba.
Experiencias similares he podido vivir de la mano de mi buen amigo, y médium, Rafael de Alba, que sin conocer a muchas personas se ha atrevido a decirles que tienen “compañía” haciendo una completa y perfecta descripción de lo que veía y coincidiendo con la realidad.
¿Es normal? Pues que para el resto de los mortales no pero hay personas que si tienen acceso a ese mundo que no vemos y que, sin embargo, parece existir. ¿Quién lo duda?