El gato, casi con más ‘días internacionales’ que vidas

El Fondo Internacional para el Bienestar Animal celebra hoy, 8 de agosto, el día de este felino, que se ha apropiado de otras dos jornadas del calendario: el 20 de febrero y el 29 de octubre

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
08 ago 2020 / 17:17 h - Actualizado: 08 ago 2020 / 17:19 h.
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Ahora que el calendario no da abasto con sus 365 días para tantas causas que lo desbordan, un animal con tantas vidas no podía conformarse con una sola jornada. El gato celebra hoy su día internacional desde que en 2002 lo estableciera así el Fondo Internacional Para el Bienestar Animal, que asumía que los gatos compiten con los perros como la mascota más popular del planeta y cuya actividad aumenta en agosto, al menos en el hemisferio norte, gracias a la cantidad de calor y luz que reciben. No obstante, desde que muriera el 20 de febrero de 2009 el gato del expresidente de EEUU Bill Clinton, el famoso Socks -que había tomado incluso el apellido presidencia-, cada 20 de febrero se desata igualmente una gatomanía entre los internautas, en homenaje a un minino que conocía como nadie cada rincón de la Casa Blanca y que fue fotografiado tanto como su amo. También en EEUU, la experta en mascotas Colleen Paige estableció el 29 de octubre como el Día Nacional del Gato en su país, pero ya se sabe que lo que ocurre allí es como si ocurriera a nivel planetario.

El caso es que ningún animal del mundo cuenta con un triduo festivo como el gato, al que la cultura popular asocia nada menos que siete vidas por esa habilidad tan suya de caer siempre de pie y una agilidad que se confunde, desde la noche de los tiempos, con la astucia que le envidian los humanos.

Hay tantas razas, fruto de cruces y mutaciones genéticas, que incluso existe el gato azul (lo de la tristeza depende) sobre el que cantaba Roberto Carlos. Los restos de un gato enterrado en Chipre hace diez milenios sugiere que ya eran domesticados por el hombre, pero desde luego existieron en el antiguo Egipto, donde ya se usaban para mantener a ratas y ratones bien lejos de sus graneros.

El contraste con la consideración que se tuvo de los gatos tantos siglos después, en la Edad Media, demuestra que el ser humano no siempre evoluciona, porque como en esta oscura época se relacionaba al gato con las brujas y hasta se quemaban vivos, se los llegó a culpar de la peste bubónica, hasta el punto de que en muchas ciudades fueron exterminados y ello contribuyó a la proliferación de ratas, que eran las verdaderas propagadoras de la temida plaga.

El animal más literario

Muchos escritores han sido aficionados a los gatos a lo largo de la Historia, en la realidad (como les ocurría a Cortázar o a Borges, que no se separaban de ellos) o en la ficción, desde aquel poema narrativo de Lope de Vega titulado La gatomaquia. Quizá el más famoso de los gatos es El Gato con botas, aquella fábula de Perrault que ha llegado hasta nuestros días en forma de éxitos cinematográficos, aunque muchísimos poetas se han sentido atraídos por el pequeño felino para buscar la inspiración. Baudelaire le dedicó un soneto: “Amigo de la ciencia y la sensualidad, / prefieren el silencio y las tinieblas crueles. / Del Erebo serían los fúnebres corceles / si su altivez cediese ante la majestad”. Más recientemente aún, otro poeta tan internacional como Pablo Neruda le dedicase una oda: “Los animales fueron / imperfectos, / largos de cola, tristes / de cabeza... (...) / El hombre quiere ser pescado y pájaro / la serpiente quisiera tener alas / el perro es un león desorientado, / el ingeniero quiere ser poeta, / la mosca estudia para golondrina, / el poeta trata de imitar la mosca, / pero el gato / quiere ser sólo gato / desde bigote a cola, / desde presentimiento a rata viva, / desde la noche hasta sus ojos de oro. / (...) Oh pequeño / emperador sin orbe, / conquistador sin patria, / mínimo tigre de salón, nupcial / sultán del cielo...”.

El mexicano José Emilio Pacheco fue el más breve y lúcido con el gato: “Ven, acércate más. / Eres mi oportunidad / de acariciar al tigre / y de citar a Baudelaire”.