La aventura del misterio

El misterio de las Túnicas Sagradas de Jesucristo

Me encontraba visitando París, una visita de tres días, el Palacio de Versalles y el Museo del Louvre con su impresionante pirámide de cristal era mis objetivos, pero algo sucedió...

12 abr 2022 / 04:20 h - Actualizado: 12 abr 2022 / 04:20 h.
"La aventura del misterio"
  • El misterio de las Túnicas Sagradas de Jesucristo

Mientras contemplaba desde cierta distancia la obra maestra de Leonardo Da Vinci, “La Gioconda” y conversaba con mi mujer sobre el denominado “esfumato leonardesco”, su obra en el refectorio de Milán (“La última Cena”) y reliquias, un señor menudo y de aspecto afable me susurró: “Debe usted visitar Argenteuil, al norte de París, vaya y verá una reliquia inolvidable”. Me giré y sabiéndose analizado repuso: “Yo vengo de allí, le he escuchado hablar de Leonardo Da Vinci y sus misterios y estoy seguro que la reliquia de Argenteuil le sorprenderá”.

Mi mujer se mostró remisa a ir, pero teniendo el portátil en el hotel decidimos comprobar donde y qué se encontraba y había en Argenteuil. Efectivamente no estaba lejos de allí. El navegador de nuestro automóvil sabría llevarnos...

Estaba a 13 kilómetros de París, al norte, en el departamento del Val-d'Oise. Además esta coqueta localidad tenía un atractivo artístico: el pintor Monet vivió allí entre 1871 y 1878, también Sisley, Caillebotte o Renoir, igualmente nació en ella Georges Braque, creador del cubismo, y es un destino habitual de fin de semana de los parisinos. “Debía estar bien” pensamos pero una pregunta seguía flotando: ¿Qué podía haber de mi interés en Argenteuil?

Al llegar al pueblo lo comprendimos ya que no tardamos demasiado en ver una especie de tablón anunciador que decía: “la Túnica Santa” y pensé: “¿Será la que se jugaron a los dados los guardias romanos y que perteneció a Jesús de Nazaret? ¿Cómo habrá llegado hasta aquí?”.

El comercio de reliquias en el Medievo se convirtió en moneda de cambio, y usual, en la mayoría de los pueblos de la cristiandad. Era el camino más directo para cristianizar y captar la devoción de aquellos que aún no se habían convertido al cristianismo. Era muy singular comprobar cómo diferentes regiones rivalizaban en cuantía y calidad de reliquias. Quizás el país que se llevaba el mayor mérito en poseer tan preciados bienes era Francia. Cuna de reyes, papados, nobles y cruzadas, buena parte de las reliquias que se “exportaron” de Israel y los santos lugares a Europa iban hacia el vecino galo.

Una de esas reliquias singulares es la que se guarda en la basílica de Saint-Dennis d´Argenteuil, en el norte de París, y se trata de la túnica que llevaba puesta Jesús de Nazaret cuando fue detenido por la guardia romana tras ser vendido por Judas Iscariote. Se guarda con veneración y recelo, a tal punto que desde 1979 es considerada como monumento histórico en la localidad francesa.

Su hallazgo se debe a una experta en la localización de reliquias, fue la emperatriz Santa Elena, en el siglo IV a quién se debe su hallazgo. Tras ello fue enviada a Constantinopla donde permaneció hasta que fue regalada por la también emperatriz Irene al emperador Carlomagno en el siglo VIII.

Como obsequio al convento donde se encontraba internada Théodrade, la hija del emperador, es donada en el año 800 al monasterio de Nuestra Señora de la Humildad de Argenteuil. Allí fue celosamente guardada para preservarlo del pillaje de los normandos, donde reaparece cuatro siglos más tarde en unas reformas de la capilla tapiada tras un muro.

La existencia de la reliquia ha sido azarosa, los Normandos en el 850 d.C. Arrasaron con Argenteuil, la túnica se salvo al ser escondida como ya he narrado. En el año 1003 el abad, en la reconstrucción y reforma, encuentra la reliquia. Es venerada durante los siglos venideros hasta la llegada de la Revolución francesa que todas las reliquias corrían el riesgo de ser destruida por el raro efecto de descreimiento que toda revolución conlleva..., tras sus duros momentos en 1567 llega otra época de calma, en 1793 el sacerdote titular de Argenteuil recorta unos trozos de la Túnica y la entierra en el jardín creyendo que iba a ser nuevamente destruida por el movimiento revolucionario imperante en la Francia de la época.

Reaparece en 1795, se organizan diferentes ostensiones y cultos teniendo su máximo apogeo en el siglo XIX. En 1983 es robada, era el 13 de Diciembre, los anarquistas reivindican el robo mediante una llamada telefónica, pero el 2 de Febrero de 1984 el padre Guyard recibe la promesa de restituir la reliquia si promete guardar silencio sobre la identidad de los ladrones... Aquella misma noche aparece en la Basílica de Saint Dennis, para celebrar su aparición se celebró un solemne acto por donde pasaron más de 80000 personas que veneraron la túnica.

El primer documento histórico que nos habla de la Túnica de Argenteuil data del año 1156.

Como con otras reliquias, se le dota de autenticidad debido a los milagros que le son atribuidos a lo largo de su existencia como reliquia venerada, sobre todo en los siglos XVI y XVII. A ella acudieron a rezar reyes como Francisco I, Enrique II, Luis XIII, María de Medici o Ana de Austria.

Contemplar la reliquia es un acto de fe, enmarcada y con signos evidentes del paso del tiempo, se puede comprobar su forma, su color oscuro denota el tinte que tenía originalmente y, restos de sangre nos hacen ver que la persona que lo portaba sufrió un daño extremo.

La túnica sería la misma de la que nos hablan los Evangelios y que habría de ser jugada entre cuatro soldados romanos, lo normal era que se dividiera en cuatro partes pero al ser de una sola pieza decidieron jugársela para no dañar el tejido, y de esta forma los dados marcarían la suerte de la reliquia.

Sobre la reliquia André Lesort, en el Diccionario de Historia y de Geografía Eclesiástica decía:

“Nos encontramos aquí en presencia de una tradición que no aparece en absoluto remontar más allá del siglo XV acabando y, en todos los casos, no se valora ningún testimonio anterior al siglo XVI. La ropa que es el objeto es, sin contestación posible, un tejido de lana sin costura, proviniendo del Oriente y confeccionado en los primeros siglos de nuestro Era. Puede que haya sido vestido por el Salvador del Mundo. Tiene este título. Además guarda más de cuatro siglos y es objeto de devoción al estar animada por la autoridad eclesiástica y que ha provocado intervenciones milagrosas”.

Dom H. Leclercq, experto en la materia, decía:”El tejido es de lana fina y de tipo copto, no puede tratarse de la túnica del Salvador que, según los usos hebraicos, tenía que ser de lino o en algodón sin costuras”.

Sin embargo la Ciencia volvió a hacer acto de aparición y mediante el “infalible” Carbono-14, la especialista Sophie Desrosiers, en 2003, y apoyada por el laboratorio de Saclay, realizaron la datación de la reliquia determinando que se trataba de un tejido de los siglos VI o VIII, entre el 530 y el 650 d.C., y la polémica -nuevamente- estaba servida.

Todo ello auspiciado por la prefectura de Argenteuil a cargo de Jean-Pierre Maurice (con el acuerdo de la alcaldía de dicha localidad de la mano de Philippe Métezeau, adjunto al alcalde, del Obispo de Pontoise, Monseñor Riocreux, y del Ministerio de Cultura y el Instituto para la Conservación de Monumentos históricos.

No conformes con esta datación, en el año 2005, la asociación de expertos -en materia de reliquias- denominada Costa-Coeli decidió investigarla en profundidad. La sangre resultó ser del tipo AB, como la del Santo Sudario de Turín (Sábana Santa) o el Sudario de Oviedo, resultando ser un grupo sanguíneo minoritario en Europa y mayoritario entre el pueblo de Israel... Posteriormente la experta en dataciones Claire Van Oosterwijck afirmó que la datación de Desrosiers no era válida por contaminación de las muestras luego todo quedó en entredicho y con la reliquia “intacta” de la acusación de fraude.



La túnica sagrada de Tréveris

La túnica de Tréveris mide 157 centímetros de largo por 109 de ancho, y tiene mangas hasta la mitad del brazo. Es de algodón y, según el libro Wallfahrtsführer Trier und Umgebung (Guía de Tréveris y sus alrededores para peregrinos), de Hans-Joachim Kann, probablemente se llevaba como prenda exterior.

Según algunos cálculos, el tejido original -pues se ha reparado y reforzado en muchas ocasiones a lo largo de los siglos- data del siglo II, o quizás del siglo I d.C. De ser cierto, este manto sería una prenda singular, una pieza de museo de gran interés.

Sin embargo, algunas personas afirman que dicho atavío no solo es singular, sino que también es santo. De ahí el nombre de túnica sagrada. Esta consideración se debe a que es una prenda confeccionada sin costuras, al igual que la prenda interior que vestía Jesucristo. (Juan 19:23, 24.) Hay quien asegura que la «túnica sagrada» perteneció realmente al Mesías.

No se sabe con certeza cómo llegó la túnica a Tréveris. Una obra de consulta dice que fue «donada a la ciudad por la emperatriz Elena, madre de Constantino el Grande». Kann señala que el primer informe confiable sobre la presencia de la túnica en Tréveris se remonta al año 1196.

La túnica, que se custodia en la catedral, se ha expuesto en diversas ocasiones desde el siglo XVI. Por ejemplo, se exhibió en 1655, poco después de la Guerra de los Treinta Años, guerra esta muy costosa para Tréveris. La venta de recuerdos a los peregrinos ha sido una fuente ocasional de grandes beneficios.

En este siglo ha habido tres peregrinaciones a la «túnica sagrada»: en 1933, en 1959 y en 1996. El peregrinaje de 1933 se anunció el mismo día que Hitler fue elegido canciller del Reich alemán. Kann afirma que la concurrencia de ambos acontecimientos en un mismo día explican de algún modo las circunstancias que rodearon la peregrinación: una guardia de honor nazi se formó ante los peregrinos en el exterior de la catedral. Durante ese año dos millones y medio de personas vieron la túnica.

Herbert, residente en Tréveris desde hace muchos años, comparó las peregrinaciones de 1959 y 1996. «En 1959 las calles estaban llenas de gente; casi en cada esquina había puestos con vendedores de recuerdos. Este año todo es mucho más tranquilo.» De hecho, solo 700.000 personas contemplaron la túnica en 1996, un millón menos que en 1959.

La Iglesia afirma que la túnica no debe tomarse como objeto de veneración. La túnica inconsútil se considera un símbolo de la unidad de la Iglesia. El periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung afirma que el obispo Spital dijo al anunciar el peregrinaje: «La insólita situación de nuestro mundo desafía a los cristianos a que ofrezcamos respuestas insólitas. Debemos oponernos a la creciente ola de odio, brutalidad y violencia». El obispo explicó que la contemplación de la túnica evocaría la idea de unidad.

Pero, ¿por qué se necesita la «túnica sagrada» para recordar la unidad de la Iglesia? ¿Qué pasaría si la túnica se dañara o se desintegrara, o si se demostrara que es un fraude? ¿Se pondría en peligro la unidad de la Iglesia? ¿Y qué sucede con la gente que no puede peregrinar a Tréveris? ¿Es menos consciente de la unidad de la Iglesia?

Las Santas Escrituras no mencionan en absoluto que los primeros cristianos necesitaran objetos que les recordaran lo esencial de la unidad cristiana. Lo que es más, el apóstol Pablo animó a los cristianos con las palabras: «Andamos por fe, no por vista». (2 Corintios 5:7.) Como consecuencia, se describe la unidad que disfrutan los cristianos verdaderos como «la unidad en la fe». (Efesios 4:11-13.)

Reliquias en torno a la apasionante figura de Jesús de Nazaret allá donde la realidad supera, en muchos casos la ficción y, en otras, la fe nubla la realidad de las mismas.