La aventura del misterio

Enigmas de la Catedral de Sevilla

Se comenzó a construir sobe una vieja mezquita almohade del siglo XII, del año 1184, además tenía una serie de naves auxiliares...

06 jun 2021 / 04:00 h - Actualizado: 06 jun 2021 / 04:00 h.
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Cuando se finalizó la construcción de Santa María de la Sede -la Catedral de Sevilla-, se creía que semejante ejemplo del gótico no podía ser menos que un milagro por su monumentalidad y lo que estaba llamada a representar.

Se comenzó a construir sobe una vieja mezquita almohade del siglo XII, del año 1184, además tenía una serie de naves auxiliares y un minarete desde el que se llamaba a la oración a los musulmanes que vivían en la ciudad.

En 1248 es conquistada Sevilla por Fernando III «El Santo» y se inició la transformación del templo, no se podía tener una mezquita en una ciudad cristiana y se «cristianizó« la misma. En el siglo XV se encontraba en mal estado y una reunión en el Corral de los Olmos determinó su construcción con aquella inmortal frase, en el año 1401, de «hagamos un templo tan grande que los que lo vieren nos tomasen por locos».

La arquitectura del edificio era muy destacada, apuntando al cielo, con complejos sistemas de contrafuertes volados de las bóvedas de piedra pero que no era el idóneo. Es obra de Alonso Martínez, Pieter Dancart, Hernán Ruiz y el enigmático Lorenzo Mercadante de Bretaña. En el año 1507 se concluye la construcción del cuerpo principal de la catedral y en 1511 se produjo el desplome del cimborrio que una vez reconstruido volvió a caer en 1888, reconstruyéndose nuevamente en 1903.

En el interior de Santa María de la Sede se guardan los restos mortales de ilustres como Cristóbal Colón, Pedro I «El Justiciero», Alfonso X «El Sabio» y Fernando III «El Santo». Además es Patrimonio de la Humanidad del 1987 por la UNESCO.

Junto a la Catedral de Sevilla destaca su campanario, que no es un campanario cualquiera, se trata del viejo minarete de la mezquita cuya construcción llevó desde el año 1184 al 1198 estando rematada por hermosas esferas de bronce dorado. Las esferas cayeron en el siglo XIV como consecuencia de un terremoto siendo reemplazada por el campanario -obra del renacentista Hernán Ruiz- que hoy luce y sobre el cual se erige una hermosa veleta que es el mal llamado «Giraldillo» pues debería ser la «Giraldilla», pues representa a una diosa y es una veleta que representa el triunfo de la cristiandad. Se finalizó en el año 1568. El Baptisterio se construye en 1656 rematado con el cuadro de «La visión de San Antonio» de Murillo.

La catedral de Sevilla es el templo gótico más grande del mundo y, también la tercera más alta tras la catedral de Liverpool y la Basílica de San Pedro. De la parte árabe aún queda el Patio de los Naranjos que aún tiene en su interior, en su fuente, un vestigio de los tiempos visigodos. Destacadas son sus vidrieras, la sillería del coro delante del altar mayor y labrada en madera. En el altar mayor se encuentra, bajo la imagen de la Virgen de los Reyes el cuerpo incorrupto de San Fernando, tras ella la Capilla Real.

Uno de los templos más impresionantes del mundo en cuyo interior se guardan tantas historias como leyendas.

Legajos mudos en el tiempo

Junto al investigador Jordi Fernández realicé un trabajo innovador sobre la magia y misterio de la Catedral de Sevilla. El templo catedralicio se consagra en 1506, siendo arzobispo de Sevilla don Diego de Deza:

“En sabado 10 días del sobredicho mes otubre del sobre dicho año de 1506 años, se serro el symboryo de esta Santa Iglesia, entre las once e las doze del dia; e pusieron la piedra postrera el Sr. D. Juan de Guzman Duque de Medina Sidonia e Don Fadrique Enriquez e Don Fernando de la Torre Dean de esta Sta. Iglia e yo Luis Hordoñes, canonigo de la dicha iglesia.

El qual celebre este dia sobredicho estos sobredichos señores con el Cabildo subieron a la obra alta todos e dixeron en acabando de poner la piedra te deus laudamus e quedo en el Antigua donde se dixo la misa el arçobispo don Diego de Deça arçobispo desta Sta Iglia e no subio alla por ser muncho viejo.

Fisieranse muchas alegrias en esta Sta Iglia e cybdad syno (fuera) porque auya seys o siete dias que auya venido nueva commo está muerto el rey don Phillipe rey de Castylla, marido de la reyna Dª Juana reyna de Castilla lejitima heredera”.

Hasta aquí una introducción “exotérica” de la catedral que se puede encontrar en cualquier guía de Sevilla. Nos adentramos en la parte más esotérica del templo metropolitano de Sevilla. Un ejercicio de desencriptar señales, signos, símbolos y toda la sintaxis de un idioma que estaba sólo al alcance de unos pocos, de los llamados iniciados.

Un lenguaje reservado a iniciados

El iniciado era poseedor de un saber hermético que se transmitía (¿o transmite?) en sociedades secretas. Más que poseedor, el iniciado estaba en camino, estaba siguiendo lo que se conoce como un “proceso iniciático“ de duración indeterminada pero extensa en cualquier caso y que finalizaba con una ceremonia dependiendo de cada sociedad. Tras esta ceremonia más o menos secreta y llena de simbología, el iniciado ascendía de categoría dentro de la sociedad prometiendo fidelidad sin límites a la organización y silencio en cuanto a los conocimientos adquiridos. El saber de las sociedades sólo podían ser desvelados a quienes reunieran los requisitos necesarios para entrar en ella “Cuando el alumno está preparado, llega el maestro”

Kabala, tarot, alquimia, astrología, numerología... son algunos de los conocimientos que debía saber interpretar el iniciado. La combinación de todas estas disciplinas, abre para el iniciado todo un universo interpretativo donde el profano o el no-iniciado no ve más allá de lo que le muestran sus ojos. La etimología de la palabra «iniciado» viene del latín «initiore», que significa «inspirar»; también se decía «initium» significando: Principio o preparación. Partiendo de esta etimología, un INICIADO o «Mystae” (el que sabe callar), era toda persona que previa preparación, se disponía a recibir un nuevo y más amplio conocimiento de lo que le rodeaba.

El Iniciado era instruido en los postulados de la filosofía hermética, le eran reveladas las respuestas a las cuestiones trascendentales, como: ¿Quiénes somos?¿De dónde venimos?¿Hacia dónde vamos?, llegando posteriormente a conocer las Leyes Fundamentales por las cuales se rige el universo y las complejas e infinitas correlaciones que existen entre el macrocosmos y el microcosmos.

Aprendía a vivir en consonancia con la armonía universal, logrando así la transmutación buscada por los verdaderos alquimistas: convertir un individuo común en un ser superior.

Tratándose de una catedral, inmediatamente tenemos que relacionarlo con las agrupaciones de albañiles (maçons en francés) constructores de palacios y catedrales. Eran y se consideraban depositarios de antiguos secretos como la antigua geometría esotérica de Pitágoras. En cualquier caso eran muchas las agrupaciones profesionales o Hermandades que poseían signos de reconocimientos entre sus miembros, ritos iniciáticos de afiliación y tradiciones que llegan casi a los albores de la propia humanidad. Los miembros de alguna de estas sociedades secretas incluso, se consideraban herederos de un saber transmitido por los propios atlantes a través de los egipcios.

Escuela de Misterio y Saber

En el antiguo Egipto, fue donde más se desenvolvieron las Escuelas de Los Misterios, las que tenían por objeto aparte de su ritual externo, incorporar a las Logias secretas donde se practicaba la filosofía hermética, a lo mejor de la juventud intelectual, la que una vez iniciada, quedaba ligada a la Logia mediante terribles juramentos y sanciones, de las cuales perder la vida era una de las más suaves. Un último apunto etimológico. Hermetismo viene de Hermes, Hermes, el Gran Iniciado, vivió en Egipto en la más remota antigüedad y fue conocido bajo el nombre de Hermes Trismegisto (o tres veces grande). Como todo gran hombre su historia se confunde con la leyenda, se le considera el padre de la sabiduría, el fundador de la astrología y descubridor de la alquimia, se ha dicho que fue contemporáneo de las más antiguas dinastías de Egipto, mucho antes que Moisés. Las autoridades en la materia lo creen contemporáneo de Abraham y algunas de las tradiciones judías afirman que Abraham obtuvo mucho de sus conocimientos del mismo Hermes. Mucho después de su muerte, los egipcios lo deificaron bajo el nombre de Toth, dios principal del Panteón egipcio, personificando la inteligencia divina que presidiera la creación disipando las tinieblas. Posteriormente, los griegos también hicieron de él uno de sus dioses «Hermes el dios de la sabiduría». Una vez sentadas estas bases, es el momento de iniciar nuestro recorrido por la catedral de Sevilla.

Las puertas de la catedral

Las puertas principales de la catedral son las siguientes:

■ San Cristóbal (Puerta del Príncipe)
■ Concepción.
■ Nacimiento o San Miguel.
■ Epifanía o Puerta de los Palos.
■ Puerta del Bautismo
■ Puerta de la entrada en Jerusalén o Puerta de Campanillas
■ Puerta de la Ascensión.

Siete (7) puertas. Siete son también los agujeros de la cabeza (dos ojos, dos oídos, dos fosas nasales y una boca) que conecta la parte del cuerpo humano que nos capacita para saber que (el cerebro) con el exterior. Siete formas de entrar al gran almacén de la sabiduría. Siete son los días de la semana; los días de cada ciclo lunar; las etapas de la vida del hombre se dividen en estadios de siete años; siete son las peticiones del PadreNuestro; siete los pasos que según la alquimia son necesarios para lograr la Gran Obra (calcinación, disolución, separación, unión, fermentación, destilación, coagulación); siete son los chakras del cuerpo...

Como vemos el número siete tiene muchos valores cabalísticos ¿casualidad que la Catedral de Sevilla se construyera con siete puertas? En cuanto al número de puertas hay más. Si a las siete principales sumamos las dos secundarias que son las del Lagarto (¿o quizás se trata de un cocodrilo como reminiscencia de la conexión con el antiguo Egipto y el Nilo?) y las del Sagrario, suman nueve puertas. En la numerología cabalística, el nueve (9) es el número de la obra concluida, es un número que implica el fin de un periodo u obra y el comienzo de otra.

Hasta ahí el lenguaje que podemos encontrar tras los cabalísticos números de las puertas pero podemos dar un paso más en cuanto a las puertas de la catedral. Ahora nos fijaremos en su ubicación. Seguiremos dos itinerarios distintos.

El primero siguiendo un orden cronológico inspirado en la existencia terrena de Jesús. El recorrido lo iniciamos en la puerta de San Cristóbal. El trae al mundo la luz, es el portador del Cristo niño. Nos dirigiremos a la puerta de la Concepción que hace humano al Señor. De la puerta de la Concepción a la puerta del Nacimiento, de la del Nacimiento a la adoración de los Reyes Magos, de ésta a la del Bautismo y del Bautismo a la entrada en Jerusalén. Si este itinerario lo hubiéramos realizado con los pies llenos de pintura, en el suelo veríamos dibujado algo más o menos parecido a un Pentateuco, una estrella de cinco puntas. No es una estrella perfecta pero es que la catedral tiene una desviación de 4º en su orientación Norte-Sur.

El segundo itinerario con las puertas como protagonistas supondría un auténtico mapa del camino a recorrer para que le persona evolucione hacia la sabiduría con mayúscula. Este itinerario nos obliga a pasar por el centro mismo de la Catedral, el Altar Mayor y concretamente al pie del Cristo del Millón del siglo XIII que lo corona. Es el sancta sanctorum de la catedral. Iniciamos el nuevo recorrido en la puerta de san Cristóbal. Venimos de la luz, Cristóbal trae la luz del Mundo Superior sobre sus hombros y nos dirigimos a la puerta de la Concepción donde adquiriremos un cuerpo físico. De la Concepción al Nacimiento, después de nacer miramos hacia arriba.

Gracias al conocimiento que traemos de nuestro origen “luminoso”, buscamos algo superior, nos elevamos sobre lo grosero y ponemos nuestra mirada en el Cristo del Millón. Subimos nuestros pasos hasta el altar y es entonces cuando descubrimos que sólo imitando a Jesús en su iniciación podemos iniciar nuestra transformación.

Esa iniciación no es otra que el Bautismo de agua purificadora. Bajamos pues hasta la puerta del Bautismo y una vez Bautizados estamos en condiciones de volver a la luz, al conocimiento superior, volvemos entonces a la puerta de San Cristóbal. Si desde la Giralda alguien nos mirara por un techo transparente descubriría un perfecto Pentateuco (con la punta central hacia arriba) sobre la planta de la Catedral.

Posiblemente no hayamos estado atentos pero durante este paseo, hemos dejado atrás 18 columnas (1+ 8 = 9), ciclo terminado. “Fin y comienzo del laborar de todo aquel iniciado que sepa serlo”. ¿Casualidad?