Casi todos tienen un hueco en el amplio libro de la Crónica de nuestro mundo y, sin embargo, hay aún hechos oscuros pendientes de explicar en tornos a algunos de ellos...
La conspiración napoleónica
El 5 de Mayo de 1821 fallecería en la Isla de Santa Elena el que fuera emperador de Francia Napoleón Bonaparte, a la edad de 51 años... Aquella muerte traería el alivio a unos y la inquietud a otros, sobre todo cuando se comenzó a hablar de una posible conspiración para asesinar al emperador confinado en la remota isla. El presunto causante de su muerte: el arsénico.
De los restos del emperador se tomó una muestra de sus cabellos y enviadas a la sede del Laboratorio Forense del FBI en Washington y al Laboratorio de Investigación Nuclear de Londres; en un estudio intenso realizado sobre los cabellos se determinó la indiscutible presencia de arsénico en las trazas de las muestras. El Departamento de Medicina Forense de Glasgow, determinó la proporción progresiva que el arsénico causó en el cuerpo del emperador, una cantidad que fue suministrada a lo largo de su último mes de vida.
Pero el suministrar arsénico al emperador tampoco implicaba un asesinato explícito pues era una sustancia utilizada para evitar los vómitos, contra el estreñimiento y contra la depresión; además provocaba cierta euforia en quién la tomaba. Puede que su ingesta se debiera a estos razonamientos antes que a un asesinato, pero lo cierto es que la cantidad hallada indican que era suficiente para causar una intoxicación mortal.
Pero napoleón, en su vida pública, dejó constancia de su rechazo a las drogas, así en el diario de su ayudante de cámara, Louis de Marchand, se puede leer como el día 3 de Mayo de 1821 se suministró, sin su conocimiento, diez gramos de colomel; lo normal era un gramos o, como mucho, dos.
Napoleón también se mostró enigmático, dejó –antes de su muerte- una petición a su médico que decía: “luego de mi muerte, que presiento no muy lejana, quiero que abra mi cuerpo... Le recomiendo que lo observe todo cuidadosamente durante su examen”. En aquella exploración se descubrió arsénico en su cuerpo y ello provocó la teoría de la conspiración en torno a su temida figura.
Napoleón, por medidas de seguridad, fue trasladado a la remota isla de Santa Elena, en el Atlántico Sur, a 1.930 km. de las costas africanas y a 3.500 de las costas de Brasil. Toda una isla para el emperador que constituía una auténtica prisión pues no había donde ir ni donde escapar. Una isla triste, envuelta en una eterna neblina; al emperador lo acompañaba su séquito y una guardia permanente que mandaba un oficial inglés, Hudson Lowe.
Ante este panorama, con lo que él había sido en Europa, el emperador estaba alicaído, depresivo, con momentos de gran enfado... No acompañaba el ambiente que reinaba en Santa Elena... Los ingleses implacables con el emperador, el séquito miraba con recelo hacía este pues estaban sufriendo su misma pena: el exilio y reclusión en la inhóspita isla...
La salud de Napoleón comenzó a resentirse, los informes médicos así lo indicaban; el médico irlandés O’Meary recomendó que fuera trasladado a otro lugar por el bienestar del emperador, pero su suerte parecía echada. Es curioso el historial médico del emperador que durante meses estuvo desatendido, sin médico, y los informes que llegaban a Europa eran falsos o no llegaban... Un médico, John Stokoe, fue llevado a un consejo de guerra tras diagnosticarle hepatitis crónica debido a los dolores que él mismo contaba en sus cartas: “un cuchillo clavado que alguien se complace en remover” escribía Napoleón.
Cuando murió se realizó una autopsia a su cadáver, fue realizada por su último médico, el doctor Antommarchi quién certificó una muerte provocada por un cáncer de estómago. Sin embargo Napoleón al morir estaba gordo e hincado, muy lejos de la delgadez que se le presume a alguien que padece un cáncer de estómago.
A Napoleón, en sus últimos días, se le suministró una dosis de arsénico, además del calomel que le suministraron, y de almendras amargas –que tienen el sabor del arsénico-, era una mezcla mortal cuya composición se conocía en la época. Igualmente se le suministró un remedio, el tártaro emético, contra los vómitos cuya mortal fatalidad y coincidencia escondía el sabor y el olor de almendras amargas, todo muy conveniente.
Las sospechas tras la muerte de Napoleón recayeron sobre su médico, igualmente sobre la tropa inglesa y su séquito... Candidatos no faltaban. Muerto el emperador la tropa regresaría a Inglaterra y el séquito a Francia, Napoleón en la isla no tenía poder más que el moral y autoritario que le daba su condición... A todos parecía interesar la muerte de Napoleón, incluso a la corona inglesa cuya vigilancia y custodia de tan ilustre preso le suponía un gasto de ocho millones de libras al años, una fortuna que comenzaba a convertirse en un peso para las arcas del Estado.
Por último, sus más cercanos, serían los sospechosos principales, aquellos que se mantuvieron con él hasta el final y que compartían mesa con el emperador: el general Montholon, el mariscal Bertrand, su ayuda de cámara Louis de Marchand. De ellos el mariscal Bertrand tenía menos posibilidades pues estaba menos tiempo con Napoleón; el ayudante de cámara era amigo leal del emperador y su madre trabajaba para la emperatriz María Luisa, jamás hubiera osado intentar asesinar a su amigo Bonaparte... Finalmente el general Montholon, fue nombrado con tal rango militar gracias al rey Luis XVIII que a su vez estaba muy interesado en la muerte de Napoleón y asegurarse el trono de Francia sin la molesta sombra del otrora emperador... Además Montholon sentía animadversión por Napoleón debido a la relación que su esposa tenía con el emperador, tanto así que las malas lenguas decían que la hija de Montholon era hija del éste y la llamaban “la Bonaparte” además el general estaba incluido entre los herederos del testamento del Emperador... Su muerte le beneficiaba en todos los sentidos y se erige como principal sospechoso. Así el general Montholon pasaría a ser marqués de Montholon, y todo tras la muerte del emperador... En su hoja de servicios muchas falsedades e incorrecciones, la curiosa protección inglesa y algún que otro “favor de estado”...
El prisionero de la Máscara de Hierro
“Cae el 14 de Julio de 1789 en París y con él la fortaleza conocida como la Bastilla. Los rebeldes entran por los pasillos de la prisión. Corren ansiosos, gritando exaltados, eufóricos. Liberan a su paso a los pocos prisioneros que, en esos momentos, allí se encuentran.
Pero en una de las lúgubres mazmorras encuentran un esqueleto encadenado. Cubre su calavera una grotesca máscara de hierro. Durante un eterno segundo, la euforia de sus caras se convierte en horror y el silencio invade la estancia...”
Es el relato más conocido del prisionero que portaba la máscara de hierro y su enigmática personalidad.
La historia del hombre de la máscara de hierro comienza en 1698 cuando a La Bastilla, en París, llega el nuevo alcaide Bènigne D’Auvergne de Saint Mars. Era el 18 de Septiembre, sobre las tres de la tarde y con él un prisionero en cuyo rostro había una máscara de terciopelo negro, difería pues el hierro popular atribuido. Al llegar al control de prisioneros no se le toma el nombre, debía ser un prisionero importante por el trato que recibía y por proceder de otras cárceles de alta seguridad, encarcelado durante los últimos 29 años de su vida, vigilado personalmente por Saint Mars.
Durante su estancia en La Bastilla nadie vio su rostro jamás, no se estar en contacto con el exterior ni recibir visitas, no se le permitía estar con otros prisioneros e incluso había orden de matarlo si en su rutina diaria hacía algo fuera de los normal...
El 19 de Noviembre de 1703, a las diez de la noche, tras hacer enfermo, muere; inmediatamente se trató de borrar todo vestigio de su paso por la prisión parisina; se quemó todo lo que había estado en contacto con el enigmático prisionero y se le dio cristiana sepultura en el cementerio de San Pablo en cuyo registro parroquial se le puso el nombre de M. de Marchiel, de 45 años.
Hay varias hipótesis sobre la identidad del misterioso prisionero:
El hermano bastardo del rey Luis XIV de Francia, fruto de los escarceos amorosos de Ana de Austria (madre del rey) con el cardenal Mazarino.
El hermano gemelo del rey. El propio cardenal Richelieu habla de los dos hijos de la reina Ana de Austria, que nacieron el mismo día con horas de diferencia el uno del otro, siendo el primero aclamado como rey y el segundo oculto en secreto sin que trascendiera su nacimiento...
Esta última ha sido la hipótesis más atractiva, sobre todo para la literatura. Aquel niño al crecer tenía un gran parecido con el rey de Francia y fue enviado bajo el nombre de Eustache Dauger a Inglaterra donde la esposa de Carlos I, Enriqueta María, tía de su padre se afanó en educarlo de forma exquisita.
Estando en Inglaterra se enteró de su origen y, con 31 años, quiso reclamar su trono con la ayuda de Roux de Marsily, pero la suerte no les acompañó, Roux fue apresado y bajo tortura confesó, entonces el hermano gemelo del rey fue apresado y comenzó fu particular tortura de silencio... Se le trataba como a un personaje importante –como realmente era-, su rostro (para no ser visto y contemplar el parecido con el rey) era cubierto por una máscara de terciopelo y cualquier prisión de máxima seguridad parecía poca para albergar a tan insigne preso.
Sin embargo esto es sólo la hipótesis más aceptada; su identidad, parece ser, solo era conocida por el Rey Sol, Luis XIV, y Bènigne D’Auvergne de Saint Mars. Una historia entre la leyenda y la realidad que parece sacada de la imaginación popular y que podría esconder más verdad de la que imaginamos...
El tiempo perdido de Agatha Christie
Se llamaba May Clarissa Miller, aunque popularmente y para la historia grande de la Literatura será eternamente Agatha Christie, la autora de más de 80 grandes novelas policíacas que marcaron todo un género literario y cuanta con millones de seguidores en todo el mundo. Fue en 1914 cuando contrae matrimonio con el coronel Archibald Christie y, alrededor de 1926, cuando comienza a vivir experiencias que podríamos calificar de misteriosas... Todo ello tras doce años de difícil relación con su esposo.
En torno a la vida de Agatha Christie hay un suceso que aún no ha podido ser explicado satisfactoriamente... Era el 3 de Diciembre de 1926, por aquella época vivía en Bunningdale, en Berkshire. Encontraron su automóvil abandonado cerca de un lago en Newland’s Corner, en Surrey, la policía comenzó a investigar la causa de su desaparición y la prensa dio pie a todo tipo de especulaciones: se había fugado, se había incluso suicidado, que todo era publicidad para sus obras... La rumorología cuando comienza nunca se detiene en la verdad, o muy raras veces...
Tras tres semanas de incertidumbre Agatha dio señales de vida... Estaba en el spa del Hotel Hydropathic, en Harrowgate, hasta allí había llegado con un nombre falso –lógico en una maestra del relato policiaco- y había permanecido desde el primer día de su desaparición. Fue un huésped quién la reconoció y ocurrió algo muy singular: su marido, Archie Christie, se personó para identificar a su esposa y ella no negó ser Agatha Christie alegando que no lo recordaba como si de una espiral amnésica la hubiera envuelto... De igual modo dijo que no sabía cómo había podido llegar hasta aquel spa de Harrowgate. Probablemente el matrimonio entre la pareja vivía sus mejores momentos, el coronel le era infiel con una mujer llamada Nancy Neele, y dentro de aquel mismo año le pidió el divorcio a la escritora. Su “amnesia” podría haber sido un “castigo” a su infiel marido por su divorcio y la reciente muerte de su madre; de igual modo pudo haber sufrido una crisis nerviosa y padecer algún tipo de amnesia real.
La escritora ya era famosa por sus obras, tenía un notable éxito y los beneficios económicos la hacían independiente. Tratándose de una escritora como era, de un género que conocía tan bien, se pensó que Agatha podría haber simulado su desaparición para hacer por unos días a su marido sospechoso de la misma, incluso de su asesinato, en una dulce venganza muy de su estilo. No en vano la inició una intensa investigación que incluía las grabaciones al teléfono del coronel... Y deben ir por ahí las certezas de la realidad pues se inscribió en el hotel con el nombre de Teresa Neele, curiosamente el mismo apellido que la amante de su esposo, y un claro desaire para ella...
Para su, Andrew Norman, la escritora podría haber sufrido una rara forma de estrés materializado en amnesia. Cuando se le consultaba a Agatha Christie sobre este particular ella no respondía y prefería no hablar sobre ello.
La misteriosa muerte de la esposa de Hernán Cortés
Su nombre era Catalina Juárez, natural de Granada, y salió hacia las tierras del “Nuevo Mundo” buscando el futuro marido que le aportara posición económica y social, un hombre rico que le hiciera olvidar penurias económicas. Quizás Catalina Juárez ni en sueño pudo imaginar que ese hombre iba a ser uno de los más grandes conquistadores españoles: Hernán Cortés. Aunque su final sería tan trágico y a una edad tan temprana que hoy constituye un misterio.
Cuando contrajeron matrimonio, al caer la noche, de celebró un gran banquete. Hernán Cortés no era un tipo de carácter fácil, era famoso su mal humor y tenía muchas discusiones conyugales con Catalina Juárez, llegando al maltrato físico, igualmente eran bien conocidas sus infidelidades que él no dudaba en contar y alardear de ellas.
Tras cinco años de matrimonio cuando tras la sangrienta conquista del Yucatán conoció a la que sería su más célebre amante: Malinche. Cortés no ocultaba su relación con Malinche y Catalina Juárez pasaba por los peores momentos de su matrimonio.
Hernán Cortés celebró un banquete en su casa de Coyoacán (México), tras el mismo Catalina discutió de forma muy fuerte con Francisco de Solís, capitán de los soldados de Cortés, y finalmente se extendió a su marido... Catalina le dijo ante todos: “yo os prometo que antes de muchos días haré de manera que no tenga nadie que entender con lo mío”, refiriéndose a su marido. Hernán Cortés le replicó también ante todos haciendo un juego de palabras: “con lo vuestro, señora, yo no quiero nada”.
Era la noche del 1 de Noviembre de 1522 cuando la esposa de Hernán Cortés fue encontrada muerta en su propia cama con “los ojos abiertos y tiesos, salidos de fuera, como persona ahogada; los labios gruesos y negros y dos espumarajos en la boca, una gota de sangre en la toca sobre la frente“, próximo a la cama estaban las cuentas esparcidas de un collar de perlas con el que presuntamente había sido estrangulada. Las doncellas y otras personas que testificaron lo mismo en el juicio convocado, años después, contra Hernán Cortés en el que hubo muchas irregularidades... Testigos que se desdecían de sus declaraciones iniciales; no hubo médico que certificase la muerte de Catalina ni la causa por la que murió...
La fallecida, Catalina Juárez, fue enterrada apresuradamente por orden de Hernán Cortés y siempre quedará la duda de cómo murió y quién asesinó a la desventurada... Para unos es un misterio, para otros fue el propio Cortés que sería en la Historia uno de los más grandes conquistadores que ha tenido España con una faceta muy desconocida...
El oscuro relato de Edgar Allan Poe
Apareció sin vida en las aguas del río Hudson, en Nueva Jersey (EE.UU.) apenas tenía 21 años y su rostro había perdido la belleza que sin dudas tuvo. Se llamaba Mary Cecilia Rogers y era el año 1841.
Nada más descubrirse su cuerpo comenzaron las investigaciones, la búsqueda del culpable de la infamia de su asesinato y la policía comenzó a confeccionar una lista de sospechosos. El primero de ello era su casero, apellidado Anderson y con el que se la solía ver en algunas tardes, no tenía coartada para poder escurrir el ser acusado como posible autor material del asesinato, sin embargo no era el único... David Payne sería el siguiente en aquella negra lista, era el novio de la chica y una de las últimas personas en verla aquella mañana... negó su culpabilidad en el asesinato, quizás por el peso de la acusación, o la sospecha, poco tiempo después se suicidaría dejando una nota en la que, presuntamente, se declaraba culpable del asesinato de Mary Rogers. No obstante la policía verificó la coartada del suicida joven y comprobó como él no podía haber sido el asesino.
Y surge la siempre enigmática figura del escritor Edgar Allan Poe, que tenía 32 años en aquel momento, conocido por ser el autor de “Los crímenes de la calle Morgue” o ser el creador de personajes como el Inspector Dupin. Llegó a sus oídos el caso de Mary Rogers y comenzó a escribir un nuevo relato sobre ello teniendo por referencia aquella intrigante historia y búsqueda del culpable. Poe realizó algunos cambios: ubicó la escena en París, el río sería aquel que baña la ciudad de la luz, el Sena; el nombre de la desafortunada pasaría de Mary Rogers a Marie Rogêt, y la obra se titularía “El misterio de Marie Rogêt”.
En el libro Poe hace un análisis muy minucioso del caso; el inspector Dupin cree que hay varios culpables (en la realidad se barajó la posibilidad de una banda de delincuentes como autores de la muerte de Mary Rogers). Realiza un giro literario cuando acusa a un oficial de la marina, realiza una descripción de él: moreno y no había visto a la chica en los últimos tres años... Era la ficción creada por Poe, pero sucedió entonces que los medios comenzaron a decir que el escritor sabía demasiados datos del caso y que, quizás, él mismo era el asesino...
Edgar Allan Poe tenía ya una fama truculenta: había sido alcohólico, era aficionado a tomar sustancias tóxicas (drogas), cuidaba de su esposa aquejada de tuberculosis, escribía historias macabras y oscuras... Era un personaje realmente siniestro, aunque esa imagen quizás no se correspondía con la del genio literario.
Poe reedito aquella obra en dos ocasiones, para la tercera vez que veía el libro la luz había realizado correcciones que aún se acercaban más a lo sucedido en el asesinato de Mary Rogers, era ya finales de 1842 y principios de 1843.
A Poe le llevó a añadir que la muerte de Marie Rogêt había muerto debido a un segundo aborto mal practicado llevado a cabo por el “oficial” moreno.
Curiosamente hubo personas que prefirieron creer lo que el libro narraba a lo que en la realidad se conocía del asesinato de la joven. El crimen no se resolvió jamás.
¿Cuántos sucesos extraños quedan aún por descubrir en torno a personajes de nuestra Historia? La respuesta no podría ser definida con exactitud pues a medida que investigamos las biografías de muchos de ellos nos encontramos con pasajes tan interesantes que merecerían un hueco en esa Historia heterodoxa que es tan apasionante como la Historia.