El caso que hoy les quiero contar tiene como escenario la llamada “Casa Amarilla” en la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira. Hasta allí quisimos ir sabiendo que el inmueble, totalmente abandonado, tiene una truculenta historia que estábamos dispuestos a seguir como posible hilo conductor de lo que allí sucedía.
Aunque hemos ido a investigar en más ocasiones a este sitio sabe decir que la noche que más actividad presentó fue, precisamente, aquella en la que un nutrido grupo de personas se sirvieron voluntarias a hacer una serie de aislamientos en un lugar que inquieta cuando menos.
Para ubicar al lector, hablamos de un chalet en las afueras de Alcalá que aún denota la grandeza de su arquitectura, con una casa principal y una edificación anexa aunque unidad entre sí, piscina y lo que fue, antaño, una especie de casa india –por su estructura-. Destaca el color amarillo de sus paredes así como todo lo que es la pintura, estridente, de algunos techos y paredes en ganas desde el turquesa hasta el naranja.
Una casa que esconde un gran secreto que quisimos desvelar y que nos encontramos, previamente, con una historia de narcotráfico y hasta de tragedia –aunque no estoy autorizado a contar más de ello-. Con eso hicimos cuatro equipos de investigación que debían quedar “destinados” a diferentes puntos de la casa. El primero en el salón principal, el segundo a la “casa india” de la piscina, tercero y cuatro en las habitaciones de esta casa abandonada.
Las sorpresas comenzaron en las pruebas previas cuando, claramente, se escuchaba llorar y gritar a alguien en la zona del jardín, un quejido y grito infantil que resultaba evidente y que no se correspondía a nadie que estuviera cerca. Igualmente nuestros instrumentos de medida saltaban indicando que, realmente, había “algo” allí que interactuaba con los aparatos.
Se trata de aparatos de medida sin que en ellos pueda mediar la subjetividad de la persona y que resulta muy esclarecedor en casos en los que puede existir algo que no se ve pero que se siente, los medidores indican valores que pudieran estar relacionados.
En los “destinos” comenzaron las sorpresas, mayor actividad en la casa de la piscina donde saltaba una rem-pod y a nuestros investigadores Fátima y Edu le resultaba muy inquietante permanecer allí por las voces y llantos que se escuchaban, las sensaciones y hasta ser tocados por una mano invisible.
En las habitaciones psicofonías que hablaban de dolor, de un niño que murió, de un abogado y de una “adopción”, voces muy evidentes y que no daban lugar a dudas.
En el salón era evidente el fenómeno de termogénesis, la bajada evidente, más allá de la acción de la noche y que ponía un punto de gelidez a donde se encontraban los investigadores.
Hicimos un aislamiento en 8 de los 9 cajones que se encuentran en la habitación superior y cuya función resulta extraña –aunque no cuando se sabe la historia del sitio-, allí ocho mujeres sintieron gritos, como si alguien respirara fuerte y como arrastraban a alguien invisible por un pasillo en el que reinaba la aparente calma.
Todo ello vino a ser el colofón de una noche de investigación en el que se hicieron pruebas objetivos (aparatos de medición, psicofonías,...) y más subjetivas (como una ouija), todo ello con resultados prometedores en una casa que esconde más de lo que aparenta y que sigue guardando un secreto que, tal vez, en alguna ocasión, sea desvelado.
Finalizamos la noche visitan una edificación anexa aunque el interés lo centro esta casa maldita, esta “Casa Amarilla” en Alcalá de Guadaíra.