La Giralda, un BIC catalán

La localidad tarroconense de L’Arboç posee una de las réplicas más fieles y visitadas del alminar sevillano, fruto del amor de un matrimonio local a Andalucía

18 ago 2015 / 13:32 h - Actualizado: 18 ago 2015 / 22:14 h.
"Patrimonio"
  • La Giralda de L’Arboç está situada a las afueras de esta localidad del Bajo Penedés tarraconense. / Calafellvalo (Flickr)
    La Giralda de L’Arboç está situada a las afueras de esta localidad del Bajo Penedés tarraconense. / Calafellvalo (Flickr)

No es la de Sevilla pero es una de las réplicas más fieles del alminar de la antigua mezquita de Sevilla. Pocos saben que una pequeña localidad de Tarragona, L’Arboç, alberga entre sus monumentos más visitados una torre que aunque nos lleve a pensar en una antiguo pasado árabe no tiene más de cien años, y mide 52 metros, a diferencia de los 104 metros de la original de la ciudad hispalense.

La leyenda de esta singular copia cuenta la historia de un marido que harto de la morriña de su mujer sevillana por su tierra de nacimiento, decidía construir en su tierra de adopción una réplica exacta pero a escala 1:2 de la torre. Sin embargo, la verdad es que fue ideada por un rico catalán, procedente de una familia de farmacéuticos de esta localidad del Bajo Penedés, Joan Roquer i Marí.

Roquer, aficionado por la arquitectura y la fotografía, regresaba allá por 1886 de su luna de miel por tierras andaluzas muy impresionado por la belleza del patrimonio histórico de ciudades como Sevilla, Granada o Córdoba. Gracias a una herencia de su mujer y a su holgada posición económica, este catalán adquiría dos años más tarde unos terrenos a las afueras de L’Arboç donde situar su pequeña Andalucía.

En 1889 comenzaban unas obras que duraron casi veinte años y en 1908 fue inaugurada todo este complejo, un complejo que alberga no solo una Giralda sino que también posee una réplica en oro de la cúpula bizantina del Salón de los Embajadores del Alcázar de Sevilla, un patio de los Leones de lo más fiel al situado en la Alhambra de Granada y diversas estancias inspiradas en el arte califal de la Mezquita de Córdoba.

Tras pasar por las manos de tres dueños y tras mucho tiempo cerrada al público, hace tan sólo siete años se completaba la restauración de esta pequeña Giralda que cuenta con su correspondiente veleta que forma ya parte de la idiosincracia de los habitantes de esta localidad catalana. No en vano, entre las paredes de este centenario monumento se han celebrado citas de todo tipo: lecturas del Quijote, conciertos, reuniones de enjundia y hasta bodas. Para visitar este palacio del Penedés declarado como Bien de Interés Cultural es necesario reservar con antelación. Ya lo saben.