La aventura del misterio

Lugares terroríficos de Sevilla

Un fluir de historias evocadoras con el añejo aroma que los espectros y fantasmas despiertan tras un misterio tan eterno como universal, caminemos hacía ese misterio oculto y olvidado que no dejará jamás de sorprender a quienes, con curiosidad, se asoman a esta otra realidad.

15 dic 2019 / 07:55 h - Actualizado: 15 dic 2019 / 07:55 h.
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Paseemos por Sevilla, caminemos por sus frías –en esta época del año- calles, donde al caer la noche los habitantes del otro lado salen de la penumbra y hacen suyo el reino de los vivos. Visitemos la ciudad y descubramos lo que esconde entre sus paredes y muros. Un fluir de historias evocadoras con el añejo aroma que los espectros y fantasmas despiertan tras un misterio tan eterno como universal, caminemos hacía ese misterio oculto y olvidado que no dejará jamás de sorprender a quienes, con curiosidad, se asoman a esta otra realidad.

Destacaremos que las casas encantadas sevillanas son casi tan antiguas como su propia historia, por ello quizás una de las primeras apariciones espectrales de esta ciudad es recogida históricamente en los anales de nuestra ciudad... Caminar en busca de misterios es sumergirnos en su casco antiguo, lleno de leyendas e historias ocultas, lleno de pasadizos subterráneos que recorren la ciudad en un camino tan misterioso como desconocido...Hay multitud de sitios con misterios y leyendas y caminando por Sevilla llegamos a la Capilla de San Onofre. Ubicada en la céntrica Plaza de San Francisco aún resiste el paso de los años esta pequeña capilla llamada, en ella Sevilla registró uno de los primeros casos de apariciones del que su Historia tiene constancia según la crónica del convento datada en el año 1600. Quizás por lo evocadora que es, por el clima fervoroso que despierta, pro estar abierta al público, sea el primer lugar, como pleitesía a la Historia, que se debe visitar.

Su historia es singular. Antiguamente, siglos atrás, aquel lugar estaba dominado por el convento de San Francisco, de la orden franciscana del cual la Capilla de San Onofre formaba parte. A este convento fue a para cierto día un caballero llamado Juan de Torres que había decidido retirarse a una vida más ordenada y espiritual. En sus ratos libres, cuando la meditación no lo abrumaba, acudía a la iglesia a rezar. Un 2 de Noviembre, día de los Difuntos, vio pasar por el altar camino de la sacristía a un monje de la orden al cual no conocía, el fraile volvió, depositó el cáliz ante el altar, miró a los bancos de la iglesia, suspiró, recogió el cáliz y volvió a entrar en la sacristía de la iglesia... Salió y desapareció...

A Juan de Torres le sorprendió esta circunstancia, sobre todo porque el extraño ritual se repitió varias noches más y aquel fraile jamás decía misa. Consultando su duda ante el prior este le comentó que se comunicara con él y le ofreciera ayudarle en la misa. La noche siguiente se produjo nuevamente este extraño ritual del desconocido fraile y Juan de Torres se dirigió a él:” ¿Quiere su paternidad que le ayude en la misa?” y el fraile sólo respondió:”Leatificat juventutem mea” y prosiguió “Leatificat mortem mea”... Entonces el caballero comprendió que aquel fraile era un fantasma. Cuando dejó de decir la misa se dirigió a su sorprendido ayudante y le dijo:

- Gracias, hermano, por el gran favor que habéis hecho a mi alma. Yo soy fraile de este mismo convento, que por negligencia dejó de oficiar una misa de difuntos que me habían encargado, y habiéndome muerto sin cumplir aquélla obligación, Dios me había condenado a permanecer en el purgatorio hasta que satisficiera mi deuda. Pero nadie hasta ahora me ha querido ayudar a decir misa, aunque he estado viniendo a intentar decirla, durante todos los días de Noviembre, cada año, por espacio de más de un siglo... (Y con estas palabras agradecidas desapareció para siempre)

Curiosa aparición en un lugar mágico y destacado de la Sevilla más universal. Sin embargo nuestra primera parada oficial la realizaremos casi extramuros, allá donde se marcaba la frontera de la Sevilla protegida de la otra Sevilla... De los márgenes amurallados de la ciudad al desaliento de la soledad del que se ha quedado fuera...

Aún en Sevilla, dentro de su límite, la historia más terrorífica no dice que hay un edificio donde los fenómenos que en él se viven van mucho más allá de lo que marca su historia real...

Crucemos al Arco de la Macarena, transitemos por la popular calle San Luis, dejamos la Basílica de la Macarena, bien entrada la calle, justo frente a la Iglesia de Santa Marina, en las antiguas dependencias del Centro Andaluz de Teatro (CAT), tenemos nuestra parada. Se trata de un recinto que antes perteneció al conjunto Convento-Hospicio de San Luis. En su interior, en sus dependencias, también se han registrado hechos paranormales o cuando menos extraños. Alumnos, profesores y cuerpo de apoyo de esta institución, cuando estaba dedicada a la producción de montajes teatrales en otros, han oído ruidos extraños, han visto luces y cuerpos luminosos moverse por el recinto, alaridos y extrañas apariciones y desapariciones de objetos ante los alucinados ojos de los vigilantes nocturnos. En concreto, las zonas de más frenética actividad paranormal se registran en un pasillo en forma de “L” de unos doce metros de largo en el cual existe una entrada en forma de saliente a la cripta cerrada por una vieja puerta de madera franqueada por una sólida verja férrica.

La segunda zona caliente se ubica en los pasadizos existentes entre las taquillas o vestuarios que se comunicaban con el patio o aula de interpretación. En esta zona también se pudieron ver extrañas formas luminosas y lastimeros quejidos sin origen definido ya que en el lugar no había nadie excepto el efectivo del cuerpo de seguridad. Suelen ser de noche, les acompaña una sensación de frío... Entre el patio de la cafetería hacía la zona de vestuarios, al fondo del pasillo, puede verse una especie de humo que avanza, una neblina evanescente que va tomando la definición y las características de un ser humano... Una aparición que mora y vaga por los muros y pasillos del viejo edificio. El último foco conflictivo está una habitación que fue transformada en una pequeña capilla y que es utilizada para los montajes de pantomima.

Su emplazamiento es famoso por los extraños ruidos que allí se producen, se da la circunstancia de que el lugar se halla decorado con cráneos y huesos humanos -reales o ficticios-. Vigilantes de seguridad y familiares comentaban sus experiencias vividas en el CAT, allí se escuchan nítidamente ruidos extraños, quejidos lastimeros, llantos, fríos repentinos, risas... bajar a la cripta es lo peor, cada vez que se abre la puerta un quejido te hiela la sangre. ¿Sugestión? No lo sabemos pero si tiene la oportunidad de entrar en el edificio y bajar le aconsejamos vivir esa experiencia...

Contar una historia de fantasmas siempre es a los ojos del aficionado de estos temas un hecho insólito y muchas veces, demasiadas, no deja de ser un acontecimiento casi increíble...Siempre y cuando no le suceda a uno mismo... Quizás por ello sea tan apasionante la estética de este tipo de relatos y, quizás por ello, sea tan apasionante desvelar los secretos mejor guardados, arrancados casi, de estos edificios que tienen una particular historia que contar.

Un lugar tétrico y que siempre me ha dado mucho respeto está en la avenida Menéndez y Pelayo -no es Diputación-. Allí un caluroso mes de Julio de 1952 la ciudad despertaría bañada en sangre. No se sabrá jamás bien las razones que indujeron a aquel doble asesinato pero lo cierto es que Matilde Silva Moreno y su hermana Encarnación perderían la vida, tal vez defendiendo la “caja” de su estanco, bajo extrañas circunstancias. Y es que aquel brutal asesinato pasaría a conocerse en el saber y la memoria popular como el “Crimen de las Estanqueras”.

Era un 11 de Julio de 1952, el estanco estaba ubicado en el número 24 de la referida calle y Matilde Silva colocaba cajetillas de rubio y de negro en su lugar, Matilde era una señora de avanzada edad, en su azarosa vida nada le haría sospechar que aquellos tres clientes que deseaban ahogar el “vicio” fumar entre caladas de un cigarrillo iban a ser sus verdugos. Al pedirle el dinero de la caja la mujer, instintivamente, comenzó a chillar, los tres individuos vieron como aquellas voces acababan con sus nervios y uno de ellos, Juan Vázquez Pérez, la acuchilla ensañándose con ella de forma despiadada, hasta trece puñaladas recibe aquella señora que queda en el suelo bañaba en sangre. Precipitadamente los delincuentes tratan de hacerse con el “botín” pero salió Encarnación al despacho de tabaco y nuevamente Juan Vázquez asesina cruelmente, de dieciséis puñaladas, a la segunda víctima... Los cuerpos de ambas yacían sin vida en el suelo del estanco en una escena de violencia inusitada.

No fue hasta la mañana siguiente, en la que el sobrino de las fallecidas fuera a hacer una visita a sus tías, cuando se descubrió el horrible asesinato. Como pudo llamó a la policía quién se personó en el lugar y de inmediato se dispuso una investigación que atrapara a los asesinos. La popularidad de las señoras que regentaban el estanco, su cordialidad y amabilidad, hizo que el pueblo de Sevilla clamara justicia y se presionara a los mandos policiales para una rápida resolución del mismo.

Sevilla hervía, había comentarios de todo tipo, se apuntaban responsables de la masacre y un “soplo” llegó a la policía que parecía contener una información correcta, en él se apuntaba hacía la figura de tres maleantes que tenían como medio de vida pequeños hurtos y fracasados intentos de alistarse en la Legión, se llamaban Francisco Castro Bueno, alias “el tarta”, Juan Vázquez Pérez y Antonio Pérez Gómez. Apenas transcurridas dos semanas de aquel incidente que llenó de luto e indignación a la ciudad, los sospechosos eran detenidos un 26 de Julio de 1952 y sometidos al más feroz de los interrogatorios. Juan Vázquez se inculpó como responsable de las muertes de Matilde y Encarnación Silva Moreno. No había ni una sola prueba que incriminase a los delincuentes en el doble asesinato y los tres tenían argumentos y coartadas para el día en que se cometieron los asesinatos, pese a todo ello los acusados fueron llevados a juicio bajo acusación de robo con asesinato encontrándoseles culpables de los mismos y siendo condenados a muerte. Pesó más el clamor popular que el peso de la Justicia.

Francisco Castro Bueno, Juan Vázquez Pérez y Antonio Pérez Gómez pasaron a disposición judicial. Se apeló la sentencia pero el Tribunal Supremo ratificaría la pena de muerte con la que fueron condenados, la sentencia se hizo práctica en 1956 en la que los tres acusados fueron ajusticiados teniendo como último asiento el garrote vil, un instrumento de tortura y muerte que aplastaba el bulbo o rompía la cervical con corte medular, provocaba un coma cerebral y, por tanto, la muerte es instantánea. Pero normalmente, en la práctica, la muerte era cruel y alargaba la agonía del condenado, tan es así que en la Constitución de 1978 quedó abolido junto con la pena de muerte en nuestro país. Se cuenta que uno de los acusados, encontrado culpable, de este doble crimen juró hasta el momento de su muerte su inocencia. En los mentideros de la ciudad incluso se apuntó en la época a la figura del sobrino como responsable de las muertes pero esta hipótesis, que como tal recogemos, no pudo jamás probarse. Cierto o no el peso de la Justicia había vuelto a caer ¿sobre los culpables?

Extramuros encontramos, nuevamente, un lugar de apariciones. Un viejo hospital con siglos de antigüedad enclavado cerca del camposanto sevillano de San Jerónimo. Y tiene una gran y terrible historia donde hoy se producen hechos que no podemos explicar...

Tendríamos que buscar en su historia para darnos cuenta de la tragedia y el horror que esconde.

La lepra en tiempos de San Fernando, el rey Fernando III, era una de las peores plagas que podía sostener una ciudad, combatida y temida, junto a la peste eran dos palabras que su simple pronunciación hacía temer hasta al más temerario de los caballeros.

Fue por ello, y es un hecho muy desconocido, que el rey santo mandó construir en Sevilla un hospital de leprosos. Normalmente las grandes ciudades disponían de una leprosería, que venía a ser una especie de “ghetto” o lugar apartado y controlado en el que los enfermos eran confinados y del que no podía salir bajo pena de darle muerte si lo hacían.

Así, para evitar determinadas situación de injusticia, el rey, mandó construir un hospital de leprosos en la ciudad, fue entre 1249 y 1250 cuando fundó el Hospital de San Lázaro que quedaba alejado un cuarto de legua de las murallas de perímetro de Sevilla y donde eran atendidos y estaban aislados.

En un clima como el de Sevilla, muy cálido, se daban las condiciones idóneas para propagar la temida enfermedad y San Fernando, consciente de ello, mandó realizar esta construcción como oportuna medida sanitaria. El tiempo haría que, poco a poco, se convirtiera en un hospital general lejos de la “especialización” en personas aquejadas con lepra.

Otro lugar mágico, encantado y terrorífico está en pleno corazón de la Avenida de la Cruz del Campo, allí se yergue un reformado edificio por mucho tiempo creído encantado-endemoniado...

La clínica del Dr. Guija, estuvo por mucho tiempo abandonada, casi derruida, era un edificio emblemático en Sevilla pero sus condiciones dejaban mucho que desear y se daba más a relacionarlo con el terror que con la finalidad y práctica laboral que se llevó a cabo en su interior...el tiempo hizo el resto... y su apariencia. Construida en el año 1919 por colaboradores del afamado y reconocido arquitecto Aníbal González el edificio destacaba por sus azulejos y líneas clásicas, destinada inicialmente al Organismo de Investigaciones Agrarias encontrándose en el pleno 42 de la cita avenida sevillana. Fue en el año 1956 cuando el Dr. Eduardo Guija adquiere el inmueble y comienza a funcionar un 9 de Febrero de 1957 como institución psiquiátrica hasta 1966, fecha en la que fallece tomando la dirección de la misma su hijo hasta el cierre de la misma en 1974. Tiempo después, en la década de los 80 se abre el edificio como negocio dedicado a la restauración como “Parrilla Argentina”. El restaurante cerró tiempo después y el edificio ,sobre el cual pesaba ya la fama de maldito para sus inquilinos, moradores o compradores, paso a ser adquirido por una inmobiliaria quien posteriormente lo vendió al Ayuntamiento de Sevilla y a partir de ahí y durante esas fechas el abandono y mala presencia fue el principal inquilino de sus habitaciones.

Mucha era la leyenda negra de aquel lugar..., sombrío y siempre en la penumbra del lugar, de aquel recodo de la calle. Como se ha comentado, durante mucho tiempo el edificio fue propiedad del Dr. Guija, reputado médico psiquiatra sevillano que trataba directamente enfermedades mentales y relacionados en esta su clínica en Sevilla. Dada la confidencialidad y el secretismo que rodeaba al médico y a sus pacientes se creyó, por parte de algunos sevillanos de a pie, que en su interior se realizaban terroríficos y terribles actos contra el ser humano... Era la psicología humana que tendía a ver lo que no había e imaginar terapias de electroshock entre alaridos y mortificaciones...

La casa se abandonó y poco a poco el tiempo se fue adueñando de ella, muchos eran los jóvenes que dada la actividad que había desarrollado la misma se decían:” vamos a hacer ouija en el manicomio del Dr. Guija” y allá iban buscando la nocturnidad y tenebrosidad de sus paredes y entornos para jugar y buscar lo prohibido...lo oculto. Muchos fueron los que se dejaron llevar por el encanto y el romanticismo de su historia así como por lo misterioso y afirmaron haber sentido presencias, visto sombras e incluso afirmar que aquella casa, otrora majestuosa, estaba maldita... así, poco a poco, el lugar se fue cargando de una leyenda negra en Sevilla que la tildaban de casa maldita y encantada... Gritos, lamentos, gemidos,...era un sin fin de comentarios y rumores que corrían por Sevilla, y que realmente nadie había vivido en primera persona, que junto con el edificio del Cine Fantasio en Sevilla captaban la atención paranormal en pleno finales de los 90.

Fue el investigador José Manuel Frías quién desempolvo esta leyenda urbana con visos de realidad y se hizo eco de las historias que corrían en torno a ella. En esa época todos relacionaban el apellido del psiquiatra al “juego” de la ouija y no hacía más que acentuar su leyenda que poco a poco iba añadiendo componentes y tintes que cargaban de más dramatismo la misma. Se decía que en sus bellos jardines estaban enterrados pacientes que clamaban justicia desde el más allá, el decir popular tildaba cada vez más de maldiciones el lugar...Incluso en su interior se decía que se habían cometido todo tipo de actos contra el ser humano, siendo ocultados o quemados en la propia casa... Historias sin fundamentos que engordaban poco a poco y más toda esta leyenda urbana formada a partir de 1974.

Los trabajadores que acudían al lugar a desempeñar algún trabajo de jardinería, fumigación o estabilización del edificio lo hacían con miedo por las historias que circulaban en torno a la misma y no eran pocos los que salían del inmueble convencidos de haber vivido alguna experiencia paranormal...la sugestión humana actuaba cuando se oía hablar del edificio maldito del Dr. Guija...

Atraídos por la fama del lugar se realizaron filmaciones cinematográficas de distinto metraje en su interior, tales como los denominados -con los desafortunados títulos- “Las perras de Satán” o “Invasión Travesti” e incluso asimilaron el apellido del Dr. Guija para uno de sus personajes... El director de uno de estos films, Jerónimo de los Santos, narraba su experiencia en su interior e incluso su tendencia a dejarse llevar por esta embriagadora historia: “el lugar es extraño y terrorífico, dentro de él se ha dicho que había fantasmas y se ha tildado de terrible la figura del Dr. Guija”...A ello hemos de sumarle la gran cantidad de personas que han entrado en sus interior atraídos por el misterio, indigentes buscando refugio y otras actividades menos saludables que hicieron al edificio ganarse la denominación de maldito e inseguro... Durante muchos años todos estos comentarios habían y han alimentado esa leyenda.

Han transcurrido más de un lustro y la casa del Dr. Guija muestra un aspecto bien diferente...Hoy las obras de remodelación del edificio han terminado y el edificio funciona como sede de distrito con total normalidad, embellecido, engalanado. La constructora Bellido realizó la rehabilitación del mismo con notable acierto y respetando toda sus estructura y entorno, el Departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla (GMU) decidió acometer las obras en la misma y utilizarlo como lugar de cultura y encuentro social de la zona, tan necesario y útil. Durante las obras de rehabilitación del mismo no se produjo ningún acontecimiento extraño o paranormal, no se han encontrado restos humanos ni indicios de ellos, ni cámaras ocultas con oscuros propósitos ni falsas paredes... Los vigilantes de seguridad y personal laboral del centro no muestran temor ni síntomas de haber vivido nada paranormal pese a conocer la leyenda del lugar y sin embargo por las noches a todos les aborda e inunda el temor de encontrarse con uno de esos esquivos visitantes que pertenecen al mundo de los muertos... Aunque reconozco que cuando estaba abandona el sólo ver el edificio ya inspiraba miedo y mucho respeto.

Son lugares terroríficos de Sevilla que todo amante del misterio debería conocer.