Los seres humanos siempre han manifestado su temor a lo inexplicable, a lo que puede afectarle, dotando a todo aquello que no sabía explicar con un halo de magia que atribuía a seres invisible, dioses o sujetos fallecidos que, en represalia, tomaban acciones de castigo contra la persona. Así la maldición se convertía en una forma de magia ritual que tendrían una función negativa y perniciosa sobre el ser humano.

El hecho de desear algo malo a alguien está muy extendido en la naturaleza humana, alegrarse de las desgracias ajenas, del mal del enemigo o de los fracasos de éste es algo que "reconforta". Así hay muchos tipos de maldiciones, desde la verbal hasta la que se hace a través de un conjuro o ritual, las conscientes y las inconscientes, las que van desde simples avisos hasta las que implican un hecho grave sobre la persona o, incluso, la muerte.

El poder de infringir una maldición lo daban, en épocas pasadas, los hechiceros y las brujas, se le otorgaba un carácter demoníaco y, en la Edad Media, eran perseguidos por las autoridades religiosas para acabar con la vida de estos por adoradores del mal y herejes, eran los tiempos de la Inquisición.

La maldición podía darse en diferentes estadios en una persona, desde una enfermedad, mutilaciones, desgracias o la muerte propia o de un ser querido, incluso afectar al amor. Fruto de ello se ha dejado abundante literatura al respecto en la que se habla de las maldiciones a modo de cuentos y leyendas populares que esconden un trasfondo de moraleja donde el protagonismo lo tiene el lado maligno (que infringe la maldición) y del otro el protagonista víctima de la misma que sufrían un duro destino y cuya maldición podía transformarlo en una bestia quebrantando las leyes de la Naturaleza (léase La Bella y la Bestia).

Las maldiciones pueden tener un carácter permanente, casi eterno, y poseer desde a una persona a un objeto. En el ocultismo el concepto de maldición está englobado dentro de un ritual mágico, donde las palabras pueden formar la fórmula que determina la acción. De ahí que existan textos secretos con todo tipo de rituales escritos con las palabras que forman cada particular maldición.

La maldición en sí dependerá de la intención que se tenga cuando se infringe. A mayor gravedad mayores consecuencias y complejidad en cuanto a preparativos e ingredientes. Igualmente puede tener efectos secundarios, siempre dependerá de la intención, así como daños colaterales. En algunos casos -los menos-, se debe informar a la persona a la que se dirige la maldición de la misma y que sea consciente de a lo que se enfrenta, con toda la carga de sugestión que ello conlleva.

Algunas de las maldiciones más populares dentro del folclore y el entorno más cercano son las denominadas como "Mal de ojo" o aojar a una persona. Simplemente el mal se encontraría en la mirada de la persona que echa la maldición y para que la dirija a alguien para que sea víctima de ella. No se sabe si es una técnica maligna aprendida o si la persona ya la posee de nacimiento, tampoco puede ser explicada con exactitud. Hay quien lo considera superchería y otros lo toman muy en serio. El aojamiento puede ser voluntario o involuntario. Los motivos pueden ser dispares, desde la envidia, hasta los celos, son donde principalmente es efectivo.

Y no sólo lo poseen personas tildadas de herejes o brujos, pues el propio papa Pío XII se decía que tenía esta capacidad tan especial, así se comentaba que toda persona a la que bendecía le comenzaban a ocurrir hechos poco explicables.

Para protegerse del mal de ojo hay una serie de remedios como frotarse con una tintura específica, llevar una máscara, una cruz hecha "de palo" o, simplemente, rezar cuando se cree que está siendo víctima del mismo, en el justo momento en el que se es aojado (hecho difícil de determinar).

En la antigüedad se creía enormemente en maldiciones. Así es mundialmente famosa la que se atribuye a la tumba del faraón Tutankamón tras el descubrimiento de la misma por parte de Howard Carter en el año 1922 en pleno Valle de los Reyes. En su tumba se encontró un tesoro de un valor histórico, arqueológico y monetario, importante. Además su sarcófago y su tumba se encontraban intactos. El problema surge cuando muchas personas relacionadas con la excavación comenzaron a morir de forma inesperada, como el caso del mecenas de la misma, el noble inglés lord Carnavon, por la picadura de un mosquito. Así hasta tocar a doce personas y rápidamente, en la prensa, surgió "La maldición del faraón". Evidentemente los estudios recientes han arrojado luz sobre el caso y se atribuyen las defunciones a una espora que afecta a los pulmones y que puede permanecer inactiva hasta activarse aunque hayan pasado siglos desde que se cerró la tumba.

Fue el Berliner Illustrierte recogía las declaraciones del escritor británico Edgar Wallace que afirmaba que la tragedia y la maldición iba unida a quien osaban ofender a las momias de los faraones y dotó de un halo de misterio todo lo ocurrido con la excavación de Howard Carter, su descubrimiento y las muertes que afectaron a parte de su equipo. Así pues más parece fruto de la imaginación que de la realidad.

Las maldiciones están presentes en nuestra cultura, más allá de convencionalismos, hay relato que son escritos, incluso a modo de leyendas urbanas y que, parecen, tocados por esos rituales temidos que son las maldiciones. Creer o no creer en ellas ya es cuestión del convencimiento de cada uno.

Annabelle, la muñeca maldita

Se ha convertido en los últimos años en un aterrador juguete que, por su maldad, ha llevado el pánico y el miedo a muchos espectadores de todo el mundo merced al cine. Se trata de la muñeca 'Annabelle' y su historia, de ser cierta, es propia de un guion de película antes que de la realidad.

La muñeca se trata de una de las famosas Raggedy Ann fabricadas en Estados Unidos por John Gruelle en 1915, pronto fue un juguete muy apreciado por las niñas y, en 1918, sería parte de una colección de libros infantiles. Su éxito no se demoró y tuvo seis largas décadas de ventas, incluso Fleischer Studios realizó una serie de animación infantil sobre ella.

Pero... ¿Qué tiene de maldita?

Su historia presuntamente paranormal comienza en 1970 cuando una señora le regala una de estas muñecas a su hija Donna que estudiaba enfermería y que compartía piso con Angie. A Donna le sorprendió el regalo pero le recordaba a su infancia y la colocó sobre la cama de su habitación. Lo fenómenos comienzan cuando la muñeca comienza a cambiar de posición, no está donde ella la dejaba y, al principio, pensó que su compañera podría haberla movido, el problema surgió cuando Angie le comenta que ella no toca a la muñeca y esta aparece en diferentes lugares de la casa.

El siguiente paso sería el encontrar notas escritas en las que se podía leer: "Help us" (Ayúdanos), "You miss me?" (¿Me echas de menos? ) o "Save Lou" (Salven a Lou). Aquello parecía estar fuera ya de cualquier broma y las chicas piden ayuda. Una médium les dice que la Raggedy Ann está poseída por el espíritu de una niña llamada Annabelle Higgins -de ahí que se la llame "Annabelle"-. La mujer les dice que la traten cómo a una persona.

El novio de Donna, Lou, apenas puede creer lo que ve y como aquellas dos chicas tratan a la muñeca así que es motivo de las bromas de este hasta que una pesadilla lo inquieta: sueña que alguien le estrangula, al despertar la muñeca está a los pies de la cama y él tiene diferentes heridas... ¿Se las habría hecho él mientras dormía o, realmente, la muñeca estaba poseída?

Los fenómenos se incrementan con ruidos extraños en la casa, en el dormitorio de Donna y deciden llamar a un sacerdote que les recomienda que avisen al matrimonio Warren (Ed y Lorraine) que tenían una gran experiencia en este tipo de casos y dentro del campo de la parapsicología. Ambos investigadores afirman que en "Annabelle" habita un espíritu maligno que quiere poseer a Donna.

Finalmente la chica decide deshacerse de la muñeca y la entrega a los Warren que la llevan a un museo de "objetos malditos" en Connecticut que es donde se la puede encontrar dentro de una urna de cristal.

La maldición de la caja Dybbuk

Hay veces que nos quedamos fascinados por objetos ordinarios que tienen un extraño poder e influencia sobre nosotros, no lo sabríamos explicar, sólo nuestro deseo de poseerlo. Quizás ese mismo deseo es el que va a ser el hilo conductor de la misteriosa caja Dybbuk.

Habría que comenzar diciendo que la caja Dybbuk es el nombre que se dio a un mueble para almacenar vinos, en su desconocimiento no sabían que –según la tradición judía- en el interior de aquel aparente “mueble” vivía un Dybbuk; un espíritu judío.

La fama de la caja llegó cuando fue vendida por la casa de subastas en internet eBay junto con su historia de horror y terribles sucesos ocurridos en torno a ella.

Se popularizó mundialmente a raíz del lanzamiento en la gran pantalla de la película “The Possession” (“El origen del mal”) dirigida por Sam Reimi y basada en hechos reales. En la película se narra cómo sinopsis que “Clyde (Jeffrey Dean Morgan) y Stephanie Brenek (Kyra Sedgwick) se preocupan al ver a su hija menor obsesionándose con una antigua caja de madera que compró de segunda mano. A medida que el comportamiento empeora y se vuelve más agresiva, además de observar fenómenos paranormales, la pareja teme que haya la presencia de una fuerza maléfica entre ellos. Descubren que la caja fue construida para contener una dybbuk, un espíritu malévolo según la tradición judía, y que destruye a su huésped humano”.

Un guion así es propio de una película de terror pero había algo más que sería descubierto por el diario estadounidense “Los Angeles Times” y que era una realidad terrorífica: la caja Dybbuk existió realmente teniendo constancia de ella en 2004 y siendo vendida en eBay a John Haxton, un conservador de museo por 280 dólares.

Inicialmente fue adquirida por un anticuario, en la típica venta de objetos de “garaje” que se hacen en los Estados Unidos, aquel hombre sintió fascinación y ni siquiera regateó el precio; Kevin Mannis de Oregón, no sospechaba lo que se le venía encima, era un coleccionista de antigüedades y el siglo de antigüedad de la caja (103 años), perteneciente a la abuela de la vendedora lo seducían; pero le chocó lo que le dijo alguien: “no abras la caja”. Pero al llegar a su casa no se resistió y la abrió... En su interior había dos mechones de pelo, una losa de granito, un capullo de rosa seca, una copa, dos monedas de un centavo de trigo (moneda Estadounidense de 1909), una vela y, supuestamente, un “dybbuk”, una especie de espíritu popular en el folclore judío.

Llevó la caja a su establecimiento de antigüedades y, según su testimonio, era como si desde que entró aquel objeto en la tienda una “fuerza misteriosa estuviera presente, rompiendo artículos de la tienda y asustando a sus trabajadores, además se percibía olores como flores de jazmín en diversas partes del negocio”.

Tuvo la idea de regalar el objeto a su madre que al abrirlo recibió una extraña bocanada de aire y sufrió un derrame cerebral que la dejó temporalmente sin poder hablar.

Mannis decidió desprenderse de ella ya la vendió por eBay al universitario Iosif Nietzke, al precio de 140 dólares. Comenzó a hacer un diario –tipo blog- donde hacía partícipes a sus lectores del vivir diario junto a aquel objeto. Todo transcurría con normalidad hasta que olores extraños invadieron su casa, una invasión de insectos, mal funcionamiento de aparatos electrónicos y una especie de manchas oscuras verticales. Su carácter se vio afectado, incluso desatendió su aspecto y aseo personal, el cambio fue radical en poco tiempo, Nietzke no parecía él y cansado de todos estos fenómenos de nuevo puso a la venta en eBay la caja.

Iosif Nietzke, hizo una curiosa descripción: “caja embrujada judía” que asoló a varios propietarios con la mala suerte y una serie de extraños sucesos paranormales.

Curiosamente su valor se disparó, de 1 dólar subió rápidamente a 50 dólares hasta que finalmente logró el precio de 280 dólares apostado por un conservador de museo universitario llamado Jason Haxton de Missouri. Tras ello muchos fueron los que se ofrecieron a investigar la caja Dybbuk y los que se pusieron en contacto con su comprador.

Los fenómenos paranormales en la casa de Haxton se comenzaron a manifestar. Una mañana se despertó de golpe como si alguien le hubiese empujado o el sabor metálico en la boca, congestión nasal y tos constante, además dice que en ocasiones huele a orina del gato y flores. Eso le animó a abrir una página web www.dibbukbox.com para más información referente a la caja.

Según los expertos que analizaron el caso la misteriosa caja podría contener elementos que podrían haber servido para guardar elementos de personas difuntas, recuerdos de familiares muertos. Ello formaría una especie de “almacén” de energía del alma sirviendo de puerta a espíritus o presencias negativas. Es sólo una hipótesis.

En la actualidad la caja Dybbuk no ha deparado más sorpresas, quizás porque espera que otro curioso abra sus puertas.