Misterios militares en España

Son las muchas leyendas urbanas que tienen los edificios militares y que se mantienen a lo largo del tiempo como parte ya del mismo para terror de aquellos que son víctimas del misterio.

14 jun 2020 / 05:00 h - Actualizado: 14 jun 2020 / 05:00 h.
"La aventura del misterio"
  • Misterios militares en España

Son muchas las historias que se cuentan en torno a lugares que han sido –o son- colegios, hospitales y antiguos cuarteles militares, no hay ninguno –o casi- donde no falte un fantasma, una aparición, una mala partida de ouija o un ahorcado en una garita de vigilancia.

Uno de esos lugares emblemáticos en Sevilla es el cuartel de Tablada, justo en las inmediaciones del llamado “campo de la Feria” que es donde, actualmente, se ubica la “Feria de Abril” de Sevilla en el barrio de Los Remedios. Allí nos detenemos para ser partícipes de una nueva historia de apariciones y aparecidos. La debemos encontrar en el interior del recinto militar y nos habla de una sombría figura que hace acto de presencia algunas noches y que parece lucir un capote contra el frío o una especie de sotana, de ahí el evocador nombre de “el ensotanado de Tablada” que me he permitido ponerle.

Cuentan antiguos militares, que sirvieron dentro del cuerpo de castadores del cuartel de Tablada, la PM (Policía Militar) o cuerpos de intervención, que “hay noches en las que nos llamaban los soldados que hacían guardia en las garitas y, asustados, nos decían que habían visto una especie de sombra muy voluminosa pasearse por determinados lugares junto al muro. Nosotros pensábamos que era el miedo de estar la noche en guardia y la leyenda que corría por el cuartel de que hacía años un soldado de remplazo se ahorcó dentro de una de ellas sin saber cuál exactamente, eso y el miedo de la persona hacía el resto...”

Pero una noche, nuestro testigo, tuvo una experiencia personal: “Era Feria en Sevilla, te puedes imaginar que el jaleo se siente desde el cuartel y que se está un poco más alerta por qué nunca se sabía quién se podía colar en el recinto. No solía pasar nada pero se extremaban las precauciones. Fue una noche en la que nos encontrábamos de guardia cuando nos llamaron de uno de los puestos, de las garitas, acudimos, el chico estaba blanco como la pared y nos dijo que había tenido a cinco metros de él a una sombra que simplemente estaba allí, como observándolo. Al chaval se le iba a salir el corazón por la boca. Nos pusimos a mirar pero no vimos nada. Mi compañero tiró para un lado y yo para otro creyendo que se trataría de otra víctima del miedo, pero cuando me metí por detrás de uno de los añadidos me di de frente con aquello. Era una especie de sombra corpulenta, era un volumen negro, como una sombra. Me quedé paralizado, ni pensé en usar el arma... Aquello no se movió, pasados unos segundos, tal vez cuatro o cinco, se movió hacia un lado y desapareció por el añadido...”

Al salir de esa zona su compañero notó su rostro cariacontecido y le preguntó: “¿Has visto a un fantasma?” y su respuesta fue contundente: “Algo he visto, lo que no se es que es lo que es”.

Otras personas, otros testigos, que tienen por viviendas los edificios que se encuentran justo en frente de este cuartel también afirman haber visto al sombrío personaje e, incluso, haberlo visto deambular tanto dentro como en el muro exterior del recinto militar calando hondo su particular “indumentaria” de “ensotanado de Tablada”.

Tablada además era una zona donde antaño se realizaban las ejecuciones de Sevilla, próxima al quemadero de la Inquisición del lugar y donde de ajusticiaba a los malhechores de otras épocas en la ciudad hispalense, además lugar de batallas donde se libraron no pocas guerras por el control y dominio de la capital del sur. Puede que todo se relacione, que la leyenda tenga una semilla de verdad o que su propia Historia se ponga de manifiesto con esta curiosa aparición en Tablada... Todo es posible.

El OVNI de Bardenas Reales

Un poco más al norte, en Navarra, es el destino al que viajamos...

Vicente Martínez hacía guardia en una de las torres de vigilancia del polígono de tiro de Bardenas Reales, una instalación militar en Navarra. Hacía frío, era Enero de 1975 y como podía se mantenía alerta. Tenía la radio conectada cuando comenzó a surgir de ella un extraño ruido...

Horas antes cuatro solados de la Academia de Ingenieros del Ejército de Burgos había vividos uno de los peores momentos que jamás podrían olvidar. Pudieron ver lo que denominaron como “cuatro troncos de cono luminoso” a la altura de Quintana Ortuño. A su presencia y paso iban dejando quemado una basta extensión de terrero.

La Capitanía de la VIª Región Militar ordenó una investigación sobre aquella huella de más de 300 metros de longitud.

Pero en aquella solitaria torre, ajeno a todo, se encontraba el soldado Vicente Martínez, absorto en las interferencias de su radio cuando de pronto algo llamó su atención... Una luz a su izquierda se encontraba dentro del perímetro de seguridad de la base y avanzaba hacia él. Pudo ver que aquel objeto tenía forma de media luna y cuando llegó frente a la torre donde se encontraba el militar emitió un haz de luz desde su base. En ese momento salieron cinco soldados al exterior que quedaron asombrados con la presencia del misterioso objeto. Entonces el OVNI realizó una maniobra de 90º, esquivo la torre y se perdió en el cielo.

Sobre la una de la madrugada de aquel 5 de Enero de 1975 un nuevo objeto apareció en la fría noche navarra... Era un OVNI con forma de campana según los testimonios de los testigos. El objeto tenía la forma de una taza invertida y emitía una luz de color roja muy intensa así como otras de color anaranjado y blanca en los laterales, de similar tamaño a la rojiza. El objeto tendría el tamaño de un camión.

Los oficiales salieron alarmados hacia la zona de blancos mientras aquel objeto comenzaba a descender. Marino Sora era uno de los sorprendidos soldados que observaban a aquel objeto y que manifestó que tras aquellas luces había una forma o estructura de unos diez metros de diámetro, que emitía mucho calor y que por temor huyó de aquel lugar.

Blas Pedro Gilabert estaba en el centro de comunicaciones y salió cuando sus compañeros le alertaron de lo que estaba sucediendo. “Sólo pude ver media luna rojiza” decía en referencia al extraño objeto, un OVNI que ascendía sobrevolando aquel lugar.

A su paso dejó una huella de terreno quemado de diez metros de diámetro. La vegetación estaba calcinada...

El periódico “Diario de Navarra” o “Aragón Express” se hicieron eco de la increíble noticia y la IIª Región militar Aérea emitió un comunicado en el que se decía que todo lo vivido en el polígono de tiro de Bardenas Reales se debía a un efecto provocado por el halo de la Luna, algo que nadie creyó.

Terror OVNI en el aeródromo

Nos quedamos en el norte para viajar a Burgos, allí, en la torre de control del Aeródromo de Villafría iba a tener lugar uno de esos sucesos OVNIs que jamás creerían si no lo vivieran...

Era un 29 de marzo de 1950, mediodía, doce de la mañana, no había tráfico aéreo, era un día anormalmente tranquilo. El sargento de comunicación –Ruiz Gómez-, el capitán jefe de servicios meteorológicos, varios soldados y el oficial de teletipos manifestaron su extrañeza...

De repente en el exterior de la torre comienza a escucharse un zumbido, un zumbido que iba ganando en intensidad con el paso de los segundos... Como si el motor de un avión estuviera funcionando en las proximidades de la posición de los militares.

Pero no era un avión... Ante ellos apareció un extraño objeto en forma de “la delta” que se iba paulatinamente acercando hasta que se ubicó sobra su vertical. De repente cambio a dirección este a gran velocidad... Los instrumentos de torre estaban funcionando y registraron una velocidad cercana a los 1800 km/h a una altitud de entre 500 y 100 metros... Aquello se escapaba a la tecnología aeronáutica de la época.

Sería el comienzo de lo que se conoció como la oleada de 1950 entre los meses de Abril y Marzo.

Son sólo algunos sucesos ocurridos en instalaciones militares de los que tengamos constancia hay otros muchos que, poco a poco, iré narrando.