La aventura del misterio

Sevilla Horror Story

La otra cara de Sevilla, quizás la que no sale en los libros de Historia o no se enseña en las guías de la ciudad pero que son parte de su Cultura

20 nov 2019 / 08:32 h - Actualizado: 20 nov 2019 / 08:38 h.
"La aventura del misterio"
  • Sevilla Horror Story

SEVILLA HORROR STORY” es un canto a la Historia, al Misterio y la Leyenda en Sevilla, por todo ello tratar de enseñar al sevillano y al visitante de la ciudad a través de esas historias de nadie es una tarea tan importante.

En mi libro con ese título es lo que pretendo: enseñar la otra cara de Sevilla, quizás la que no sale en los libros de Historia o no se enseña en las guías de la ciudad pero que son parte de su Cultura.

Permítanme que les enseñe una Leyenda –o no tanto- y un Misterio, comenzando por Julio César y su estancia en Sevilla y visitando un inquietante misterio: un fantasma en unos viejos comerciales.

Comencemos nuestro viaje:

El paso por Sevilla del emperador Julio César

Parece lejano, improbable quizás, pero ciertamente el mítico dictador (emperador) Julio César tuvo unas claras vinculaciones con la ciudad de Sevilla. Siendo muy joven y procedente de una noble familia patricia, en el año 69 a.C. había sido el Cuestor de Sevilla. Poco tiempo después, tan sólo cuatros años, fue nombrado Pretor fijando su residencia en la capital andaluza.

El Imperio Romano entra en guerra, una cruel guerra civil entre Pompeyo y César, en la batalla de Farsalia muere Pompeyo junto con su ejército... Sus hijos, Sexto y Gneo Pompeyo, juntos con varias legiones que apoyaban a su padre continuaron la guerra teniendo como plaza fuerte a Hispania (España).

Los ejércitos se enfrentarían en la batalla final, en Munda, entre Lora de Estepa y Casariche, allí César barrió a los pompeyanos, murió Sexto Pompeyo y escapó Gneo Pompeyo... Julio César tuvo que dejar Sevilla para ir a la guerra y, en su ausencia, los pompeyanos pusieron a la población sevillana contra César. Los partidarios de Pompeyo se encerraron en la ciudad y en los alrededores pero César los derrotó fácilmente... Desde Itálica organizó su entrada triunfal en Sevilla. Julio César tenía una costumbre: ciudad que se levantaba contra él ciudad que era arrasada y destruida...

Vistió sus mejores galas y se encaminó, en su carro de combate, a Sevilla... Antes de entrar uno de sus soldados le entregó la cabeza de Gneo Pompeyo; entró en Sevilla y se dirigió al Foro que se ubicaba en lo que hoy es la plaza de la Alfalfa... Los sevillanos estaban aterrorizados y temían lo peor...

Julio César llegó al Foto, bajó del carro y encaminó sus pasos al Pretorio o palacios del Gobernador, allí dejó la cabeza de Gneo Pompeyo. Dirigió palabras duras a los sevillanos pronunciando aquellas indelebles palabras: “neque in pace concordia, neque in bello virtute” (ni en la paz sois capaces de tener concordia ni en la guerra valor).

Pero Julio César no arrasó Sevilla, había pasado demasiado tiempo en ella y sabía de la nobleza de sus gentes, se confesaba un enamorado de la ciudad e hizo que a sus ciudadanos se les otorgara el mismo estatus que a los ciudadanos de Roma, algo que jamás había ocurrido... El pueblo sevillano permaneció fiel a Julio César y a partir de entonces se acometieron diferentes obras públicas para engrandecerla y engalanarla.

La inquietante sombra de los “comerciales viejos”

En ocasiones el entorno de trabajo que tenemos es lo más parecido a nuestro hogar, pasamos en él miles de horas y puede llegar a convertirse en una segunda piel. En nuestra sociedad actual, una sociedad reinventándose ante la crisis y el desempleo, tener un puesto de trabajo ya es un logro a mantener aunque, a veces, ese deseo se ve ensombrecido por causas que van más allá de lo laboral, de la razón y de la lógica.

En Sevilla hay un barrio popular, humilde y trabajador, se llama Parque Alcosa y allí nos vamos a detener pues en una zona conocida como “comerciales viejos”, por los locales que allí están y que pertenecen a la primera fase de la construcción de este barrio y, por tanto, los más antiguos.

En esta zona, cargada de actividad y vida, nos vamos a encontrar con un comercio, un establecimiento dedicado a la droguería y perfumería. Allí es el epicentro de una serie de experiencias que tuvieron dos trabajadoras y que sólo finalizó cuando abandonaron su trabajo.

Nuestra primera testigo nos cuenta como el turno de tarde, al que le tocaba cerrar, siempre andaba con prisas, además para conectar la alarma había que introducir una clave y salir corriendo pues tenía un tiempo en el que superado el mismo saltaba al detectar la presencia de alguien. En no pocas ocasiones la alarma saltaba aun cuando no había nadie en su interior y obligaba a la empleada a entrar de nuevo y repetir el proceso desconectando previamente la misma.

“Era como si aquel sensor detectara “algo” que no podíamos ver pero que sin embargo estaba allí con nosotras. Además se notaba su presencia, era como si estuvieras acompañada” nos decía nuestra testigo con la tranquilidad que da el recordar aquellos incidentes años después de que se produjeran “pero en aquel momento se siento mucho miedo”.

“En otra ocasión recuerdo que cuando me quedaba sola por la tarde y me tocaba cerrar, una vez echado el cierre me probaba los perfumes para ver como olían los nuevos que nos iban llegando. Recuerdo que se dejaba el probador sobre su caja en la repisa donde estaban. Yo así lo hice y cuando me retiré para ir cerrando sentí un “click” tras de mí. Me volví y vi el bote que me había probado en otro lugar que no era el que yo lo había dejado. Lo volví a poner en su sitio y nuevamente sonó ese “click” con el bote donde se había movido. Activé la alarma y salí de allí tan pronto como pude”.

Reconozco que, por motivos familiares, conozco muy bien la zona y el comercio en cuestión; lo he visitado en multitud de ocasiones y no era la primera vez que me narraban alguna que otra experiencia inexplicada en su interior.

Hace unos años, otra empleada, me decía: “una tarde estaba colocando cosas del pasillo que hay frente a la caja que son cosas de droguería, disolvente, alcohol, cosas de esa. Estaba sola y me tocaba cerrar, iba a hacer eso y me iba, entonces comencé a ordenar y sentí como si alguien respirara en la calle de detrás; entonces me puse nerviosa, cogí el palo de la escoba y miré, pero no había nadie, además la tienda estaba sola”.

La chica con evidentes muestras de nerviosismo me decía: “Seguí ordenando y cuando me dirigía a la caja sentí como algo se caía de una estantería, era un bote de aguarrás que venía rodando hacia mi... Me puse muy nerviosa y al final de la estantería vi como una sombra o un ser oscuro. Se distinguía su silueta perfectamente y estaba allí parado. Entonces di un grito y desapareció. Salí fuera a ver si había llegado mi novio, que siempre me esperaba por allí por los soportales y le dije que se quedara frente a la puerta. Cerré y me fui, sé que otras compañeras también vivieron cosas iguales”.

Experiencias inquietantes que terminaron cuando encontraron otro trabajo o abandonaron el mismo y que marcaron el acervo de vida de estas chicas que se encontraron ante lo imposible.

Los fenómenos de este tipo no tienen reloj, no marcan una hora en la que aparecerse y mucho menos establecen una pauta; se vinculan a un lugar temporalmente o definitivamente e igual que aparecen se marchan, desaparecen.

El caso de este establecimiento en los “comerciales viejos” es sólo uno más de los muchos que a buen seguro quedan por descubrir en este mundo nuestro.

“SEVILLA HORROR STORY”, de Babidi-bú, es una invitación a caminar por la Historia heterodoxa de la ciudad, por su Historia secreta, por sus leyendas, por sus misterios, un viaje que no debes perderte y vivirlas.