La aventura del misterio

Terroríficas casas encantadas de Sevilla

18 oct 2020 / 04:33 h - Actualizado: 16 oct 2020 / 14:34 h.
"La aventura del misterio"
  • Terroríficas casas encantadas de Sevilla

Comencemos nuestra visita por Sevilla donde no debemos ser indolentes con los evocadores ecos del pasado y presente de esta ciudad. Un pasado glorioso y penoso cuya gloria y penas dejó entre los muros de sus edificios los vestigios incorpóreos de las llamadas: almas en pena. Espectros, fantasmas, aparecidos o seres del más allá que moran por los más insignes edificios sembrando de pánico y terror la existencia de aquellos que se tropiezan en su camino..., un camino de otro mundo...

Las casas encantadas son lugares en los que uno quizá no debiera estar sólo. Si lo hace debería hacerlo sin temor a que entes o seres del más allá se manifiesten. Ahora vamos a recorrer las calles sevillanas a la busca de aquellos edificios con tradición de encantados, en una ciudad donde gracias a las recientes investigaciones se han podido descubrir una gran cantidad sucesos que van más allá de toda explicación, más allá de la vida y más allá de la razón.

El Cementerio de los Ingleses

San Jerónimo

De Sevilla se ha escrito mucho, se ha hablado de ella como un lugar mágico, como un lugar de poder, de tradición, de regionalismo, de particular idiosincrasia, pero jamás se había hablado de la Sevilla encantada a través de sus edificios y es que ya nada más entrar en Sevilla por el Norte, desde la Sierra, nos encontramos con la primera sorpresa: se trata de un lugar en pleno corazón del barrio de San Jerónimo que atiende al nombre de “Cementerio de los ingleses”.

Fue John B. Williams, a la sazón vicecónsul del Reino Unido en Sevilla, quién en el año 1855 compró terrenos para poder enterrar dignamente a los marineros que fallecían ,víctima de la tuberculosis, en tierras andaluzas al servicio de las navieras británicas y ante la imposibilidad de poder trasladar sus cadáveres a su patria. Desde entonces este desconocido rincón lúgubre de Sevilla acoge la última morada de esos británicos fallecidos en nuestra ciudad... y donde de unas fechas hacía acá han sucedido los diferentes fenómenos paranormales que hoy informamos desde estas páginas.

El cementerio de los ingleses de Sevilla es de menor tamaño que el famoso –paranormalmente hablando- de Málaga aunque no por ello deja de ser historia cultural de esta ciudad. De difícil acceso para la investigación y con mil y una trabas antes de acometer cualquier pregunta a sus cuidadores, este cementerio pasa por ser uno de los más simbólicos para la comunidad angloparlante de la cuidad.

Lo primero que salta a la vista del lugar son las condiciones del mismo, en abandono, muy descuidado y con pocas atenciones por parte de sus cuidadores. Acceder al mismo es relativamente fácil a tenor de los escasos dos metros de muro que franquean el acceso a su interior y a sus secretos...

Allí se hallan enterrados muchos de aquellos caídos en suelo patrio y que debido a su religión no pudieron ser enterrados en terreno sagrado. Es el cementerio protestante que lo llaman aquellos que lo conocen y que parece un lugar inhóspito... En su interior han producido una serie de fenómenos inquietantes que van desde la grabación de psicofonías hasta la celebración de ritos satánicos. Son los cementerios lugares habituales donde los aficionados a lo paranormal buscan encontrarse cara a cara con el misterio. Quizás la historia, ¿o leyenda?, que más nos conmueve es aquella que habla de un padre que comete un infanticidio. Su hijo es enterrado en este cementerio y el padre, incapaz de soportar la culpa se quita la vida comido por los remordimientos. En la actualidad el pequeño no deja ni en la otra vida al padre desventurado y de vez en cuando puede oírse el llanto lastimero de un niño junto a la tumba del parricida. Toda una lección de venganza de ultratumba. Si tiene la oportunidad de entrar en su interior no pierda detalle de las improvisadas ouija sobre las lápidas o de las estrellas de cinco puntas invertidas mal esbozadas producto de alguna noche de invocaciones.

Carlos Ojeda es una de estas personas quien dentro de un círculo de aficionados al “juego” ha entrado en el cementerio:” Es difícil de explicar porque entramos en estos lugares, quizás porque al hacer ouija creemos que el cementerio nos facilitará el contacto debido al lugar, no sé, tal vez por sugestión, pero lo cierto es que la última vez que estuvimos un grupo de cuatro personas allí contactamos con alguien que “hablaba” en inglés y que nos dijo que su tumba estaba dos lápidas más atrás y así fue al comprobarlo... Sea como sea allí cuando uno hace ouija se siente más en el más allá y por eso nosotros y otros grupos entramos y estamos un rato...La descarga de adrenalina es brutal”. Y las sesiones hoy día se siguen produciendo..., quizás más que buscando ese contacto con lo desconocido pues provocando la reacción del subconsciente y de la propia sugestión...

En el cementerio descansan personajes tan ilustres para nuestra ciudad como Bernard Whishaw, por ejemplo, el inglés que instaló en la calle Ángeles un Museo Arqueológico o los restos de John Scroop, un héroe de la guerra de la Independencia, que murió en el puente de Triana junto a las tropas españolas contra los franceses en defensa de la ciudad. Quizás ganaron su descanso en el Panteón de Sevillanos Ilustres bajo la Facultad de Bellas Artes de Sevilla pero su condición Protestante les privó de este honor sin dudas merecido.

Diferentes diarios sevillanos en sus páginas locales (“20 Minutos” o ABC de Sevilla) recogen los testimonios de vecinos que comentan: “Aquí no viene nadie, sólo un jardinero una vez al mes” y prosiguen “aquí vienen también muchas noches a realizar ritos satánicos” aunque la Policía argumenta “no tener conocimiento alguno”.

El manicomio de “Miraflores”

Barrio de Pino Montano

Cerca de la denominada “Supernorte”, ronda de circunvalación, de Sevilla, al pie de esta carretera, junto a la entrada del popular barrio de Pino Montano, había un viejo y gran edificio de ladrillo visto, con varias alas en el que parte de su actividad ya ha cesado y en la actualidad tan sólo se mantienen varios pabellones en uso pero su actividad de “manicomio”, como se le conoce en Sevilla, paso a ser repartida entre otras instituciones.

Estamos en el Hospital Psiquiátrico de Miraflores, edificio que en la actualidad es competencia de Diputación de Sevilla y lo que en su interior habita igualmente. Una de aquellas empleadas quién le ha tocado en suerte trabajar en su interior –en la actualidad ya no- sólo nos apuntaba: “Las noches allí son horrendas...”

José Luis S. también ha trabajado en su interior: “Yo trabajé mucho tiempo allí, cuando había pacientes y cuando no. Cuando había paciente tenía un pase pero ¿y cuando estaba aquella ala sola?... Pues se seguían oyendo gritos, pero no de un animal, que esos los conocemos, gritos de persona como si todavía hubiera allí dentro algo, un recuerdo, algo, el caso es que es tremendo... Cuando tú vas a las habitaciones de azulejos (llamadas así porque están alicatadas incluyendo el suelo, estaban dedicadas a tareas de limpieza) era horrible, percibías cosas, aquellos pasillos que no se acababan y podías oír como algo gruñía, o como te siseaban, o de cómo las luces se iban apagando y encendiendo tras de ti... Es horrible”.

Y seguimos escuchando los testimonios de aquellos que han sufrido experiencias de este tipo, María J. trabajó en el interior del edificio durante cinco largos años: “Era lo peor, cuando llegaba el turno de noche me echaba a morir, de día vaya porque hay luz y hay más gente..., pero de noche es que no se sentía un alma allí y para colmo es que éramos dos personas y con muy pocas ganas de bromas... Un día venía de uno de los patios y cogí el pasillo que lo rodea, entré en una de las galerías y sentí como me llamaban...”Mari” decía aquella voz...mira, un escalofrío me dejó helada, y otra vez aquella voz me dijo: “Mari”, mire buscando quién podía ser, no vi a nadie y salí corriendo en busca de mi compañera que se encontraba en el otro extremo del edificio, llegué tan nerviosa que tuvimos que parar cerca de una hora, ella no podía haber sido, al sentirme llamarla vino a mi encuentro y le conté lo que me había pasado, entonces ella me confesó que a ella también le pasaba muchas veces y que por eso llevaba siempre la radio puesta y alta... esta vez tuve suerte y la pillé cambiando las pilar...Si no la llego a encontrar me muero”.

En este edificio también encontramos un módulo de la Cruz Roja y un centro de día, aún destaca su antigua arquitectura y las estancias para los residentes, las habitaciones, las zonas de “Limpieza” alicatadas hasta el techo con los tragadores en medio de la sala, largos pasillos con puertas a ambos lados y un ambiente de extrema frialdad, a medida que subimos la situación se normaliza, habitaciones, pasillos y zonas comunes, en la zonas bajas se encontraban las estancias de los pacientes más violentos, las enfermerías, baños y cocinas, todo en estado de semiabandono.

Ventanas tapiadas, rejas en las puertas y en las ventanas en las que el ladrillo no quiso cegar su luz. Los vigilantes de seguridad siguen haciendo su ronda en torno al edificio y no dudan en llamar a las fuerzas del orden público siempre que un curioso o un osado buscador de misterios decide adentrarse en si interior.

Los vigilantes, esos inestimables confidentes, también tenían que contarnos algunas experiencias: “Es difícil deciros si pasa algo o no que sea extraño, hombre, por el tiempo que llevo aquí te diría que sí, que lo es, sobre todo cuando de madrugada, a las 3 miras algo que te llama la atención y es una luz en el edificio que se enciende, os una silueta, como si alguien llevara una luz que se pasea de un lado a otro cuando sabes que allí en ese momento no debería de haber nadie. Entras y buscas, con mucho miedo, y no hay nadie, vuelves a salir y allí está de nuevo la luz, acabas por no echarle cuenta. ¿Para qué? Otras veces sientes un alarido enorme desde el interior y prefieres pensar que es algún animal. Hombre, cuidado hemos de tener, muchas veces vienen chicos alentados por el programa de Iker Jiménez y se creen que venir aquí es venir de excursión a buscar fantasmas y aquí hay que tener mucho cuidado y tener en cuenta que hay personas trabajando, esto no es ninguna feria y luego demuestran ser muy inconscientes, ahí dentro te puedes hacer daño y aunque es muy difícil entrar si alguien entra y le pasa algo fíjate la papeleta para él y para nosotros. Sí que se pasa mal y se sienten cosas raras pero si echáramos cuenta a todo eso no podríamos trabajar aquí” sentencia nuestro amigo mientras salimos del edificio charlando sin echar la vista atrás.

Durante las investigaciones en su interior se han podido grabar diferentes sonidos, algunos los llamarán psicofonías, otros “voces del más allá”, otros creerán que han sido producto de algunos de los integrantes de la noche de investigación y la mayoría no tenemos una explicación lógica a un fenómenos que no logramos entender y que tampoco es una garantía que en el lugar se estén produciendo hechos paranormales. Si es cierto que se han detectado descensos bruscos de temperatura justo cuando se han grabado diferentes hechos insólitos como las luces de las galerías encendiéndose y apagándose sin que nadie active los interruptores, o de cómo se nos ha arrojado viejo material del psiquiátrico desde plantas más elevadas sabiendo que en ellas no hay nadie, o de cómo viejos archivadores se han abierto impulsadas por una fuerza que no alcanzamos ver. Las personas que nos acompañaban en esta ocasión eran dotadas de una cierta sensibilidad en este tipo de lugares, coincidían en el dolor encerrado en el lugar, las penas, la amargura, la sinrazón. Quizás todo ello haya “impregnado” todos y cada uno de los rincones de este edificio con fama de maldito, con fama de embrujado.

En nuestra visita diurna a este lugar visitamos igualmente la sala de calderas, pero de entre todo destacaba aún el olor a desinfectante médico y a medicamentos que mantiene la zona de farmacia donde aún hay muchos de estos productos caducados en estado de almacenamiento. En el edificio es fácil desorientarse, su grande galerías, largos pasillos y múltiples recovecos hacen que haya que extremar la precaución y se desaconseja visitarlo de noche y sin permiso, es muy peligroso.

Profundizando en las peculiaridades del edificio conocido como "las plantas" siempre se ha dicho que se oyen cosas extrañas, ruidos, murmullos, gritos... Un testigo R.R. nos decía: “yo no lo conocí cuando aún funcionaba, pero después sí que estuve una noche allí junto a otras dos personas y dejé el “mp3” conectado. Al día siguiente copié la grabación en el ordenador y abrí el archivo con el Nero Wave (programa de edición y audio) ese o como se llame para poder ver si había algún pico de sonido..., y lo había.

Calculé la hora y sobre las cinco de la madrugada se escucha un "pum" seco, sin ruido previo ni posterior. El “mp3” lo dejé sobre un fregadero de acero inoxidable con la idea de que si se acercaban ratas recogiera el sonido de sus patitas sobre el acero. Nada de ruido”, nuestro testigo proseguía su experiencia “las trampas para ratas que había en el lugar eran costillas, por lo que en caso de haber saltado alguna el animal no muere en el acto, pega saltos durante un tiempo antes de morir. Descartada la costilla asesina.

En fin, si tenemos la oportunidad de oír la grabación juntos te explico sobre la marcha”.

“En otro edificio conocido como "profundo antiguo" un compañero vio a una monja sentada en una silla junto a una escalera, el chico pasó, le dio los buenos días y siguió hacia otro edificio. Luego preguntó a los compañeros que quién era aquella religiosa y nadie daba crédito a lo que estaba contando, pues por la descripción que dio de la religiosa se trataba de sor Agustina, fallecida hacía ya algunos años, antes de que el chico entrara a trabajar allí. Si hay alguien incrédulo en este mundo ese es este hombre, pero sigue jurando y perjurando que vio a una religiosa sentada al pie de la escalera. Al parecer allí era donde ella solía solazarse. Hoy en día hay un residente que aun dice hablar con ella, se levanta de madrugada, se asoma a la ventana del final del pasillo y dialoga con sor Agustina, aunque el edificio donde esto ocurre es otro y no donde la vio sentada”.

En plantas superiores el sonido inconfundible de las palomas hacen que sepamos separar lo extraño de lo racional y en este golpe estas aves han buscado su refugio en el interior del edificio.

Viejos rastros de incendios y camas que no dejan lugar a las dudas de la función de este hospital que se encargaba de sanar, a veces, las mentes de quienes tenían la desgracia de ocupar sus habitaciones. Es curioso porque entre sus sombrías plantas una de nuestras acompañantes decía ver repetidamente a una persona, un hombre, que se suicidó allí mismo, una persona que decidió poner fin a su vida ahorcándose y dejando su vida allá donde la cordura perdió la razón.

Quizás sea un comienzo por donde tratar de explicar unos fenómenos a los que aún les quedan mucha investigación y muchas horas por determinar su misterio. Hay veces en las que la locura es el acceso a un mundo de realidades paralelas que no vemos y tampoco podemos visitar, aquellos que entran en él difícilmente pueden abandonar lo visitado. ¿Quién sabe? En los tiempos que corren y con lo difícil que ya resulta vivir y convivir en paz, entre tanta guerra, hambre y destrucción quizás esa resulte la mejor salida... Decía un sabio al respecto que: “A veces el mejor de los cuerdos es un loco”.

Hospital de San Lázaro

Polígono Norte de Sevilla, vía San Jerónimo

Si seguimos transitando por este lugar y atravesamos este popular barrio de Pino Montano saldremos a la salida hacía la Sierra Norte de la provincia, al final de la avenida del doctor Fedriani, nos detenemos justamente aquí para entrar en el vetusto edificio del Hospital de San Lázaro, un lugar que también pone los pelos de punta.

El hecho más sorprendente que ocurrió en su interior nos traslada a la década de los 70 cuando Miguel Fernández Carrasco, vecino del Aljarafe sevillano, debió ser atendido en sus dependencias ya que según él: “una nave de origen extraño lo había agredido”. Llegó lleno de magulladuras, roces y tiznado de una no tan extraña grasa vegetal. Los doctores Monsalve Cano y Troaño lo atendieron y cursaron parte al Juzgado de Instrucción número 6 en el Prado de San Sebastián donde el juez Sr. Bouza Gil admitió la denuncia que posteriormente quedó archivada por evidentes falta de pruebas.

El periodista Benigno González sería cronista de excepción para la edición de ABC el día 29 de Enero de 1976. Pues en este mismo edificio antaño se ubicaba una de las leproserías de la ciudad, mandada construir fuera de los límites de Sevilla por el rey Alfonso X “El Sabio” y donde recalaban todos aquellos que tenían o habían contraído la lepra sino también cualquier enfermedad infecciosa que pudiera poner en peligro a los habitantes de la ciudad. Especialmente virulento fue el brote de epidemia de peste fechado en 1649 y que terminó con la mitad de la población, entre ellos el del inigualable Juan Martínez Montañés que dejó esta vida un 18 de Junio de ese mismo año.

En el interior de este edificio son muchos los relatos que se cuentan y que hay que saber separar la leyenda de la realidad. Es curioso porque en su interior buena parte del equipo de trabajadores, sanitario o de mantenimiento del mismo tiene una historia extraña que contar, desde una formación de aparecidos como almas en pena que debe recordarnos su anterior condición de leprosería con esta suerte de “Santa Compaña” hasta la visión etérea de una señora vestida de negro. Entre pacientes y trabajadores forman una sólida red de testimonios que abogan por la realidad de los fenómenos paranormales en su interior. El por entonces supervisor de quirófanos habla de la aparición de una monja en dicha zona, y tal vez entre exageración o, ¿quién sabe?, realidad comentaba que fue aquella monja espectral la causante del fallecimiento de tres personas...

En cierta ocasión un ATS del centro hospitalario quedó encerrado en una zona sin uso, entonces comenzó a sentir como algo frío se le acercaba y ante él se comenzó a forma la imagen fantasmagórica, etérea, de una aparecida que casi lo mata de la impresión.

Entre los empleados de este centro sanitario también se habla de extraños sonidos, de psicofonías, de quejidos y llantos lastimeros que provienen de la nada. Si visitamos la segunda planta del edificio encontramos otra de esas historias que nos hablan de una habitación maldita, hechizada, embrujada... Es la habitación 203, allí nos comenta Francisco C. que: “Aquí se vio una vez un hombre rondar, se acercaron unos compañeros y le dijeron si era paciente del centro, tenía muy mal aspecto, entonces aquel hombre dio su nombre y sus datos y uno de los enfermeros fue a comprobarlo, el hombre se desvaneció... Lo curioso fue que al comprobar los datos que les había facilitado se comprobó que aquel señor había sido paciente y que había fallecido allí mismo hacía ya unos años... Vamos, todo un fantasma”. ¿Leyenda o realidad? Sólo hace falta pasar una noche en el interior de este hospital para ser consciente de que algo muy extraño sucede en su interior.

Cerca del Hospital de San Lázaro está el Cementerio de San Fernando, ahí nos cuenta José Antonio Pajares como un amigo recogió a una mujer, por la noche, en las cercanías. El conductor del taxi le dijo: “¿Dónde la llevo?” y ella dijo lacónicamente “al cementerio”. El automóvil se vio inundado de un repentino frío, la mujer no hablaba, estaba muy pálida. El conductor creía que iba al Hospital de San Lázaro, la miró por el retrovisor y su rostro no reflejaba ninguna emoción. Al llegar al cementerio, antes de detener el automóvil, le dijo: “¿dónde quiere que la deje señora?” y nadie contestó, se giró y allí atrás, en el asiento trasero, no había nadie.

Lugares mágicos de Sevilla, lugares misteriosos, lugares donde no se querría quedar a solas o donde la realidad supera a la ficción y el misterio, lo desconocido, lo inexplicable, se manifiesta para dejar su huella imborrable en el tiempo.