Coronavirus

Una historia de terror cotidiano: el atraco de los supermercados

05 may 2020 / 12:50 h - Actualizado: 05 may 2020 / 12:52 h.
"Coronavirus"
  • Una historia de terror cotidiano: el atraco de los supermercados

Una amiga, vecina, familiar o yo misma hemos observado desde hace unos días –y más concretamente desde que comenzaron las pandemias- que los precios de productos de primera necesidad han subido, unas cosas un poco, otras más, y así sucesivamente hasta aumentar el total de la cuenta en un tanto por ciento bastante elevado. Esto, está sucediendo en los supermercados, porque en lo que respecta a las tiendas de proximidad o de desavío hace mucho no vamos, por razones económicas evidentemente.

Pero además está ocurriendo un “fenómeno curioso” y es que cuando vamos a la caja, marcan y nos cobran otro precio que no es el que pone en el folleto, en el frontal o en ambos: folleto y frontal. Son pequeñas cifras, pero conviene saberlo para que la llegada a fin de mes, no se nos quede en las primeras semanas. A título de ejemplo, citaré que esto ha pasado con dos paquetes de tres latas de mejillones en el DIA donde marcaba 1,29 y en la cuenta sin embargo anotaron 1,45 cada una.

Si nos percatamos allí mismo, nos devuelven el dinero, sean céntimos o euros, como así hicieron, para proceder inmediatamente a colocar el “nuevo” precio en el frontal. De manera que si no repasamos la cuenta antes de abandonar el establecimiento será imposible nos devuelvan nada porque no se van a tomar ni siquiera la molestia de demostrarlo aludiendo a que la responsabilidad de comprobar las cuentas es nuestra antes de salir, aunque esto es relativo.

Ayer sin ir más lejos a un colega intentaron cobrarle sólo 10 cts. de más en ALDI porque en el frontal ponía una cantidad y en el recibo, otra, pero como “pudo demostrarlo” se lo devolvieron en el acto. Son sólo 10 céntimos, una miseria, pero con esto es lo que se juega desafortunadamente, porque en este momento –en otros también, pero sobre todo hoy- hay pensionistas a los que no les llega el presupuesto para todos los gastos que se necesitan simplemente para la vida y 10 cts. por aquí, otros tantos por allá y otros por acullá, están haciendo desde hace mucho tiempo el que se quiten de otras cosas de su ya mermadísimo poder adquisitivo y entre ellas, las medicinas.

Igual puede decirse de los desempleados, a los que les han aplicado un ERTE, un ERE, son aútónomos, amas de casa que no cobran (ni cotizan para su vejez), los que tienen salarios mínimos o ni siquiera porque trabajan por horas (con contrato, seguridad social, transporte, etc. y los que ni siquiera) porque al cabo de un mismo día, de unos cuantos pagando céntimos o euros de más: al cabo del mes y del año ¿cuánto supone?

Sin mencionar a la persona a la que le pasó, ese mismo día por la mañana fue peor, porque no miró la cuenta allí y le cobraron 60 cms. de más, por lo que se vió obligada a volver por la tarde si quería recuperar lo que era suyo. Esto supone además de lo desagradable que puede llegar a ser, la dificultad de demostrarlo si han cambiado ya el precio en el frontal, el ir cargando con lo adquirido y con la cuenta, el tiempo que se resta a los que tienen otras obligaciones y/o además el cansancio si se tiene edad avanzada o algún tipo de miniusvalía.

En las situaciones en que esto ocurre, lo primero es poner resistencia aludiendo a que se debe regresar por la mañana (ya del lunes porque esto era sábado) para hacerlo con la persona que nos atendió.

Ante las quejas orales –por escrito si hubiera sido necesario- y con el consiguiente show delante del público de la caja, lo devolvieron. Otras veces, hay que volver de nuevo por lo que serían tres las veces para ahorrarse 50 cms. pongamos x caso. Esto no e tan baladí como puede pensarse porque:

1º: ¿cuánta gente mira la cuenta antes de salir?, mientras estamos agobiados por las colas, el estrés que puede pillarse en cualquier caja con los que vienen atrás empujando con los carros, intentan colarse, colocan las cosas antes de saquemos las nuetras y paguemos, protestando si lo haces con monedas y vas sacando las justas del monedero, y sobre todo, teniendo en cuenta el poquísimo tiempo en que debemos sacar las cosas que ya fuimos colocando previamente en el carro del establecimiento, subirlas a la cinta, colocarlas en el mismo carro, y después colocarlas en el nuestro, mientras que pueden haber varias personas que en un palmo de terreno hacen lo mismo: las descolocan y colocan en sus respectivos carros, que en función del número de cajas y de productos comprados pueden ser bastantes, máxime teniendo en cuenta el poco espacio que suele haber donde se realizan estas operaciones, que suelen ser en las entradas y salidas –presisamente en el mismo que se comparte con los que hay que poner o sacar de los dos tipos de carros: el del súper y el nuestro.

El estrés es cuestión de autocontrol, evidentemente, pero es difícil no pillarlo si tenemos que controlar lo que tenemos en la cinta antes y después de habernóslo cobrado, lo que estamos cargado del carrito, liberándolo mientras procedemos a cargar el nuestro, sacar las cosas de las taquillas si tuviéramos, no tropezarnos con los pilares del edificio –que esa es otra- ni con los sensores antirrobo, ni con las personas que salen o entran, y por favor, que no se nos olvide nada en ningún sitio porque entonces perdemos las mercancías, no recuperamos el euro del carro y taquilla,...

2º: ¿Quién reclama 5, 10 ó 15 cms?, ¿se expone alguien a la vergüenza que supone el que los cajeros digan en alto para que se entere toda la cola, que el error es nuestro?, ¿lo hace alguien ante una cola que también grita y protesta porque el cajero debe abandonar su puesto, detenerla si quiere ir a comprobarlo (que la mayoría no lo hecen aludiendo precisamente a no detener la cola), regresar para abrir de nuevo, devolver el dinero procedente, y sobre todo, para la miseria que supone?

3º: Si no han comprpbado el recibo in situ, ¿lo hacen cuando llegan a sus casas?, ¿ciertamente lo conservan, o tiran allí mismo, en sus casas o por las calles?

4º: ¿Recuerda alguien el precio que indicaba el frontal a la hora de compararlo con lo que está marcado en el recibo si no se corresponde con lo pagado?

5ª: ¿Conserva alguien los folletos de las promociones el tiempo que duran las ofertas?, ¿van con ellos a los supermercados para que en caso de error puedan demostrarle a cajeros, encargados, dueños de los establecimientos,...que deben de cobrar lo que marca en ellos? Porque se da la circunstancia de que si no lo podemos demostrar –y he aquí otra de las claves del atraco- se forma otro bochiche en la cola y nos volveremos con las mismas, aparte del mal rato que se pasa.

6º: ¿Cuántos se percatan de que en esos folletos una hoja es para las ofertas de un día y otras –a veces no correlativas además- a otros, con la letra tan pequeña o en un lateral que hacen difícil el que nos percatemos y cuando vamos ya han caducado?

7º: ¿Nos damos cuenta de que en las fechas de las ofertas se incluyen domingos y festivos y si no tenemos claro el almanaque las perdemos?

8º: Si alguien no está satisfecho por alguna causa: ¿pide el Libro de Reclamaciones?

Las excusas que personalmente he recibido en este tiempo, es que no han venido las tiras con los nuevos precios, que no los han actualizado en las cajas, aunque curiosamente siempre es a favor de ellos.

9º: ¿Nos percatamos cuando los precios no se corresponden con los productos porque han colocado juntas o próximas las versiones caras y baratas, o arriba o abajo o en cualquier otro sitio que no es donde corresponden, induciendo a la confusión de los clientes y jugando además con que a veces las etiquetas son muy similares?, ¿se juega aquí con el aturimiento, las prisas, el que no se haya repuesto o sustituido por otra cosa similar?, ¿con el número de clientes que en el mismo tramo, se surten de productos situados próximos?

Aquí, sí que nos dejan sin justificación alguna porque aluden a que hemos sido nosotros los equivocados y que también, cosa que también es cierta, son los clientes los que las dejan en cualquier parte.

10º: ¿Se expone alguien a discutir porque no será fácil por su parte admitir el error e intentarán decir q esos no son los productos y que somos los que intentamos “robarle” a ellos?

La mayoría de las veces ninguno de los cajeros –no sólo el de nuestra cola- dicen no conservar ningún folleto vigente y hay que interrumpir la cola, preguntar a los demás que tampoco tienen, obligarles a que nos acompañe si quieren y cuando quieren, folleto en mano o conducirloshasta el frontal para ver la tira con el precio que no coincide con el que nos han cobrado o intentan.

Antes, esto eran despistes de no quitarlos, coincidían con los días de regulación de precios o cambio de ofertas,...aunque todos siempre han sido los mejores ganchos porque en efecto no han llegado, se han acabado, desconocen los que quedan, si se han repuesto, etc. obligando a ir una y otra vez a los pasillos y proceder a una ingente búsqueda, sin éxito, claro, porque no lo hay en su sitio, ni en el almacén, ni los reponedores saben, ni los cajeros, ni los distribuidores, transportistas de almacenes centrales, ni todas cuantas excusas sean válidas para jugar a la confusión, cuando no se trata de un atraco descarao.

Me imagino ahora a una anciana –o anciano- con bastantes patologías y un poder adquisiticvo muy escaso, que va buscando los precios más baratos y debe someterse a toda esta tortura. Bueno, tampoco hay que ponerse en ese caso porque a cualquiera de nosotros puede pasarnos esto y por esto mismo, debemos reclamar y reivindicar nuestros derechos como consumidores. De acuerdo, estamos en el ultraliberalismo y hay libertad de precios, pero esto es una cosa. El atraco, otra.