Sevilla huele a miel y canela

Carlos M. Montero

A nadie se le escapa que, en estas fechas del año, cuando la primavera está asomando sus primeros destellos, Sevilla se convierte en un espectáculo de luz, color y aromas. Al tradicional olor del azahar, que ya está haciéndose hueco en los naranjos, hay que sumarle el de los dulces típicos que empiezan a asomarse a los escaparates de las confiterías. Las torrijas ya están en posición de salida, compitiendo por ser las mejores en ese peculiar ranking que tenemos cada sevillano.

El caso es que, esta mañana, en uno de esos paseos terapéuticos de los que disfruto de vez en cuando viviendo Sevilla, he tirado por San Jacinto y doblado la esquina en Santa Cecilia, en el corazón de Triana, nada más girar, los aromas de los que les hablo me han invadido hasta el punto de obligarme a cambiar de acera buscando de dónde venían esos dulces olores que me transportaban a mi infancia. Y encontré una joyería. Una tienda donde los anillos tienen forma de pastelitos árabes, las piedras preciosas son frutos secos que los decoran y la miel es el oro que baña cada una de estas obras de arte.

Detrás del mostrador, Fran Cabrera, un artesano sevillano de los de antes, como los que a mí me gustan. Un trabajador incansable que, cada mañana, antes de que abran las calles del barrio, ya está colocando su escaparate de pasteles recién hechos para el deleite de la vista de los vecinos y del gusto de quienes se atrevan a pasar a comprarlos. Dulces elaborados a diario, con una producción limitada. Para Fran, es preferible un “vuelva usted mañana”, antes de ofrecer algo congelado y que no esté a altura del nivel de exigencia que este amigo propone. “Si no se lo comen mis hijos, no se lo van a comer mis clientes”. Todo esto, unido a las materias primas de la más alta calidad hacen que Almenara, en poco más de un mes desde su apertura, se haya convertido en un indispensable en la vida del barrio, y en la mesa de los clientes más exigentes que acuden, de toda la provincia, en busca de estas dulces tentaciones.

Me cuenta Fran que, tras la apertura de Lo Mejor de Cada Casa en el Mercado de Abastos de Montequinto, Almerara supone su proyecto empresarial más ambicioso a la vez que personal donde quiere dar rienda suelta a su creatividad a través de estos productos con un trato cercano al cliente. A la tradicional pastelería de origen árabe, que tienen que probar sí o sí, se suman otras delicias entre las que destacaría la tarta de empanada de Grecia de seis tipos de sabores, una bougatsa de ternera y cerdo, cuya textura es similar a la de una ensaimada, y la más clásica pastela árabe, que suele ser lo primero que se termina cada día.