Dicen que uno de los principales derechos del periodista es el de mantener el secreto de las fuentes, pero si algo puede interesar ahora mismo a un reportero es desvelar el de dos de ellas, una de Sevilla y otra de Madrid.
¿Qué divinidad acuática se alzará triunfante, la modesta nereida palangana que sonríe en la Puerta de Jerez o el malhumorado, todopoderoso y colchonero Neptuno? ¿Cuál celebrará el triunfo con los suyos? ¿Cuál aguará la fiesta a sus devotos? El terrible dios pez, con los hados de su parte y su letal tridente (Forlán, Agüero y digamos que Reyes) tiene todas las de ganar.
Es un tipo peligroso, iracundo e inestable cuya estrategia consiste en disponer los elementos a su favor; el elefante en la cacharrería del Olimpo. Pero ándese con ojo el de la corona con su cuñada, la nereida Híspalis, pues en el currículum de estas ninfas marinas, encarnación de la hermosura, destaca el haber ayudado a encontrar su rumbo a los navegantes perdidos que buscaban el oro y la gloria. Aquélla será la capital del Reino, pero ésta es la tierra del pescado frito. No digo más.
