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Adolescentes, hormonas a tope y pura vida dentro de casa

Son una explosión de hormonas, pura vida, aunque quiten el sueño a los adultos. Un "material" delicado, frágil, susceptible de manipulación, para lo bueno y para lo malo, y con tan mala prensa que son muchos los que se echan a temblar cuando escuchan la palabra adolescente.

el 15 sep 2009 / 22:22 h.

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Son una explosión de hormonas, pura vida, aunque quiten el sueño a los adultos. Un "material" delicado, frágil, susceptible de manipulación, para lo bueno y para lo malo, y con tan mala prensa que son muchos los que se echan a temblar cuando escuchan la palabra adolescente.

"Son un mar en tempestad". Tan gráfica definición sale de labios de Javier Urra, ex Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, un profesional de la Psicología que lleva tratando con jóvenes y adolescentes desde hace tres décadas. ¿Qué ocultan nuestros hijos? es su último libro.

"La gente -dice Urra a Efe- tiene una percepción muy negativa de los adolescentes, quizá porque su imagen en los medios de comunicación suele ir unida a conflictos, violencia, anorexia, drogas, accidentes de tráfico, embarazos no deseados, alcohol... Problemas que existen, son reales, pero no exclusivos de ellos".

Esa percepción negativa es tan antigua como injusta, advierte Guillermo Cánovas, presidente de "Protégeles", organización que promueve la protección del menor. "La rebeldía -afirma- es una característica básica de la adolescencia. No es nada nuevo.

Ya en la antigua Grecia, Sócrates dejó escrito: "A nuestra juventud le gusta el lujo, está mal educada, se burla de la autoridad y no respeta a los ancianos. Nuestros hijos de hoy se han convertido en tiranos, no se ponen en pie cuando en una estancia entra una persona de edad y contradicen a sus padres. Hablando en plata: son muy malos".

REFLEJO DE LA SOCIEDAD. La adolescencia, afirma Francesc Xavier Altarriba, sociólogo y doctor en Neurociencias, además de director del Observatorio de la Adolescencia, es "una construcción social. Ellos son -insiste en declaraciones a Efe- lo que nosotros, los adultos, hemos querido que sean. Son reflejo de la sociedad en la que viven".

"Nos cuesta asumir que son un producto nuestro. Me irrita sobremanera que no hagamos un mea culpa activo y colectivo", continúa Altarriba, autor de un reciente libro en el que intenta explicar por qué beben nuestros menores, y que confirma que la edad media de iniciación en el consumo de alcohol está en los 14 años. Casi la mitad de los padres, el 47%, saben que sus hijos adolescentes beben.

Sin eludir una realidad que muchas veces es conflictiva, "porque la adolescencia es ante todo un conflicto permanente", Javier Urra prefiere hacer un retrato "en positivo" de una etapa de la vida tan marcada por la biología. Habla de chicos que "quieren comerse el mundo", con un sentido "absoluto" de la lealtad, de lo que es la amistad, receptivos a "la escucha y al afecto", "entrañables" con los más mayores, "aunque no lo sean con sus padres", y que buscan la libertad "pero son conscientes de que son dependientes económicamente, en casa, en los estudios o de su grupo".

Solidarios -"como idea sí, como constancia no porque son por naturaleza inconstantes"-, a Javier Urra le gusta hablar de chavales "mayoritariamente muy majos" que, en cuestión de segundos, pueden pasar "de estar tirados en un sofá a una hiperactividad que a los mayores nos saca de quicio. Son una eclosión de vida. Pocos momentos de la existencia son tan excitantes y cambiantes".

Mara Cuadrado, también psicóloga y también con larga experiencia profesional con individuos en edades tan críticas, se refiere a unos adolescentes, "los de hoy, los de este momento", que conocen mejor sus habilidades, capacidades y limitaciones.

MÁS ECOLOGISTAS, MENOS MACHISTAS. Adolescentes que saben relacionarse mejor que sus padres, "bastante más" ecologistas que ellos, curiosos por todo, más capaces de convivir con otras culturas -"lo viven desde muy pequeños, en el colegio"- y, en el caso de los chicos, mucho menos machistas. "Ven a las chicas como iguales y la fuerza física ya no es un valor para ellos".

Chicos y chicas a los que preocupa el futuro y que son fruto de una generación de padres "que han sabido darse cuenta de que ni hay que darles todo a sus hijos ni tienen que tener todo tipo de libertades". Francesc Xavier Altarriba menciona que "educar no es sólo transmitir información. También valores, pero no un día solo. Es un proceso constante, prolongado desde el mismo momento del nacimiento. La educación requiere transmisión de información pero también de límites. Hay que educar en valores y coherencia".

Altarriba destaca la ilusión, el altruismo y la solidaridad como valores de nuestros adolescentes, y dice que "les afecta lo que ocurre a su alrededor, pero eso no quiere decir que les interese".

CIUDADANOS DEL MUNDO. El presidente de "Protégeles", Guillermo Cánovas, destaca la flexibilidad mental de los adolescentes del siglo XXI, su capacidad para adaptarse a situaciones nuevas y cambiantes, y asegura que son "menos cerrados, menos territoriales, en definitiva menos nacionalistas" que sus padres. "Han viajado más y se consideran ciudadanos del mundo. Esto hasta ahora no había ocurrido nunca".

Controlan las tecnologías desde niños -"no sé si es una habilidad innata, pero, si es así, ¿se habrá producido una mutación genética?", se pregunta Cánovas-, tienen una mayor capacidad e interés por comunicarse -también más medios-, son "más tolerantes, creativos, porque su entorno desde pequeños es muy rico, y, en definitiva, son mucho más listos que los niños de antes. Su coeficiente intelectual es diez puntos superior al que tenían sus padres a la misma edad".

Jeroen Boschma, consultor creativo y estratégico y autor del libro "Generación Einstein" ha llegado a la conclusión de que son "más sociales e inteligentes" que generaciones anteriores y "es una generación mucho más creativa que nosotros", los adultos.

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