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Agarrados a luchar hasta el final

El regreso de Manolo Jiménez a Nervión fue placentero para un Sevilla que está muy cerca de Europa.

el 12 abr 2012 / 22:49 h.

Pocas veces un partido se vio tan afectado por otro. Mientras los hombres del Sevilla y el Zaragoza calentaban, Hernán Pérez hacía un gol clave en El Madrigal que cercenaba casi definitivamente las opciones de permanencia de los maños y daba esperanzas a los sevillistas para entrar en la Champions.

El Zaragoza salió al césped con los brazos abajo, casi aprovechando que Manolo Jiménez no estaba en la banda para, como unos escolares en una clase sin maestro, olvidar un mínimo orden y echarse en los brazos de la desidia. En ese escenario, la victoria le llegó al Sevilla casi sin buscarla, los aragoneses perpetraban una actuación tan ridícula como el color de la camiseta que vestía y los sevillistas, con aprovechar los regalos, tenían suficiente para hacerse con tres puntos que le mantienen en la pomada: a un punto de la Europa League y a cinco del Málaga, el que ocupa el cuarto puesto.

A Jiménez hay que alabarle el mérito de haber dado vida a un Zaragoza con el que nadie contaba, pero en su vuelta consiguió que se hablara más de él antes del partido que durante y después. Mala cosa. Su regreso a Nervión fue placentero para el Sevilla pero malo, muy malo, para sus intereses profesionales.

Fazio, a lo Puyol en la semifinal del Mundial, abrió el marcador y prologó otra buena actuación de un futbolista que, por fin años después, ha encontrado un sitio. El argentino es indiscutible, y los que le critican por un mal partido como mediocentro olvidando diez buenos como central son muy injustos. Messi también sería mucho peor jugando descolocado.

Con poco que las lesiones y sanciones respeten un poco más al Sevilla en los seis partidos que restan, Míchel estará muy cerca de ganarse la renovación automática. El madrileño ha recuperado la solvencia de un equipo que antes sufría ante cualquiera y ahora pasa por encima de los inferiores sin necesidad de hacer un despliegue físico exagerado.

A Getafe irá sin Navas, que vio una absurda amarilla de uno de esos absurdos árbitros que sancionan más los gestos que las patadas. Pero con Negredo en buena forma todo es más fácil.

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