Economía

«Antes pagaba al proveedor a 60 días; ahora, por adelantado. Eso es la crisis»

Trabajadora incansable. La dueña de La Saltereña, firma especializada en la fabricación de leche fresca, está siempre al pie del cañón y eso le ha servido para afrontar momentos malos, como el alza de precios. Ve con optimismo el futuro de este negocio tradicional. Foto: José Manuel Cabello.

el 15 sep 2009 / 19:49 h.

Trabajadora incansable. La dueña de La Saltereña, firma especializada en la fabricación de leche fresca, está siempre al pie del cañón y eso le ha servido para afrontar momentos malos, como el alza de precios. Ve con optimismo el futuro de este negocio tradicional.

-¿Cómo una emprendora joven recala en un negocio tan tradicional como el de la leche fresca?

-Tradicional y único diría. Me metí en él por mi padre, porque éste era un negocio familiar, que montó con sus dos hermanos. Mi padre tenía vacas de leche y empezó vendiéndola a granel por toda Sevilla hace ya más de 30 años. Eso se prohibió para tener más control sanitario sobre la leche y por ello montó un centro de pasteurización y homogeneización para poder comercializar el producto. En 1998, hace ahora diez años, mi padre compra el negocio a sus hermanos y lo reparte entre sus hijas y después de trabajar juntas les compré a mis hermanas su parte. Ahora el negocio es sólo mío.

-¿Cómo cambia el negocio con su incorporación a la dirección?

-Mucho, porque le he dado otra visión. Los precursores se interesaban más por trabajar y sacar el buen producto al mercado. Yo me centro también en otras cosas, como la publicidad, y le he dado prioridad al trato con los trabajadores. Desde los ocho años venía por la empresa con mi padre para ver cómo iba todo y he trabajado en todos los estamentos, por lo que entiendo sus problemas y también sus errores. Intento transmitirles que todos somos un grupo y también hay que incentivarlos. Hasta diseñé el logo para darle un aspecto más juvenil de cara al público.

-¿La leche sigue siendo de producción propia?

-Ha cambiado el sistema. Uno de mis tíos se encargaba de la parte del campo, pero luego se deshizo de la explotación. Ahora nos surtimos de vaqueros independientes y nos encargamos de la fabricación y la distribución. Tenemos camiones propios que recogen el último ordeño del día, que es el mejor. Nuestra leche sale siempre con menos de un día para nuestros clientes.

-¿Qué caducidad tiene?

-Hay consumidores que piensan que hay que tomarla en el día, pero si sale pronto de fábrica, como ocurre con La Saltereña, puede durar hasta una semana.

-¿Y el precio es más elevado?

-La vendemos a 80 céntimos, más o menos igual que la leche envasada. La diferencia es que nosotros nos gastamos más en el producto que en el envase, ya que distribuimos en bolsas, mientras que las grandes marcas funcionan justo al contrario.

-¿Cómo lleva la competencia con estas grandes marcas?

-Nos dirigimos a sectores distintos. No estoy en las grandes superficies, en parte por no tener que competir con los bajos precios que a veces tiene la leche al funcionar como reclamo para las compras y también porque podríamos sufrir pérdidas si el producto se daña, al ser bolsas de plástico. Además, la forma de pago es de 90 a 120 días. Nos han llamado algunas veces pero les hemos dicho que no.

-¿Cuáles son entonces sus clientes?

-Tenemos nuestro mercado, como las fábricas de helados, de bechamel y las cafeterías que ponen muchos desayunos. Con las primeras trabajamos con cántaros de leche retornables. Para los hogares, distribuimos a través de Polvillo, que son de nuestros clientes más antiguos. Antes, repartíamos a más de 1.000 viviendas a domicilio.

-¿Cómo le ha afectado que la leche haya sido uno de los productos más inflacionistas?

-Vivimos muy mal ese periodo y aún se sigue notando. La leche tiene un margen corto de beneficios. Tuvimos subidas muy seguidas en el campo y el cliente final no lo asumía, porque están acostumbrados a un alza al año, sean cuales sean las circunstancias. En este negocio hay que luchar con todos. Por un lado estaban los vaqueros, ya que las grandes firmas se habían repartido prácticamente todas las explotaciones andaluzas. Y el cliente final puede decidir cambiar de proveedor. Con la pequeña empresa han jugado como han querido. Las grandes lo tienen más fácil en este sentido.

-¿Cómo luchó el sector contra esta coyuntura?

-Tuvimos una reunión entre todas las empresas de leche fresca de la zona, para poder hacer un frente común, porque no sólo subió la materia prima en sí, sino también el plástico y el carburante y, teniendo en cuenta que el margen de beneficio del negocio es pequeño, sufrimos mucho. Estos momentos duros me sirvieron también para ver cosas que no te esperas y para conocer a la competencia.

-¿Le afecta mucho la crisis?

-Sí, en el sentido de que antes los proveedores nos dejaban pagar con un margen de 30 a 60 días y ahora hay que hacerlo por adelantado. Hay que tener la empresa muy sólida a nivel de tesorería para afrontar este tipo de medidas, pero nosotros no hemos tenido ese problema.

-¿Cómo ve el futuro del negocio?

-El mercado de leche fresca es muy reducido y eso hasta cierto punto es preferible. Hay mucha marca blanca y firmas con más mercado, pero nosotros tenemos muy controlado al cliente final y nuestro proceso de producción es corto. La fábrica, en ese sentido, está más que amortizada. Ahora tengo en mente sacar nuevos productos al mercado derivados de la leche, pero hay pocas ayudas para realizar la inversión, ya que te la conceden a posteriori, si lo hacen, y eso nos frena.

-Muchos problemas para una empresaria tan joven.

-Cuando demuestras madurez, se te reconoce y eso hizo mi padre, que me dejó que tomara mis propias decisiones, que acertara y me equivocara. He tenido que renunciar a mucho para poder ponerme al frente de la empresa y, quizás, si volviera atrás, no lo haría de nuevo, porque, por ejemplo, tardé mucho más que el resto de mis hermanas en acabar la carrera, teniendo en cuenta que tenía que dedicar muchas horas a la empresa. Pero luego tienes la recompensa y lo agradeces.

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