«Fue una época de trabajo histórica», dice José Antonio Oliva, presidente del comité de empresa de los astilleros de San Fernando, para referirse a hace apenas ocho años, cuando en la Bahía de Cádiz hasta 9.000 empleados se esmeraban en construir, dotar de sistemas y reparar decenas de buques. Junto a los 2.000 trabajadores de plantilla, otros 7.000 contratados y no menos de 27.000 personas más en el entorno, según las estimaciones para el empleo inducido en el sector naval, estuvieron ocupados gracias al tirón de esta actividad. El reciente anuncio del Gobierno de que Cádiz construirá un nuevo buque para la Armada y otro para Gas Natural, que podrían generar tres años de empleo y volver a duplicar la plantilla, han hecho a los astilleros volver la vista con nostalgia a esos años, pero el panorama hoy es bien distinto. Sin carga de trabajo y con empleados «mano sobre mano» durante semanas; sus antiguos compañeros exiliados en otros países y 140 empresas del metal cerradas por la ola expansiva de esa inactividad, el anuncio, aún sin concretar, se acoge con esperanza pero también con recelo. Incluso si al final se firman los contratos, anunciados en plena precampaña para las elecciones europeas, los sindicatos recuerdan que esto no es la meta, sino el momento de afianzar futuros pedidos para que no vuelva a ocurrir lo que ahora.
Entre 2006 y 2012, los astilleros gaditanos construyeron 14 buques, integraron los sistemas de otros 26 además de esos 14, y repararon más de 300 barcos. El triángulo de 15 kilómetros que une las tres sedes de la antigua Astilleros, hoy Navantia, llegó a acumular el 3,75 por ciento del Producto Interior Bruto de la provincia. La economía de Cádiz (123.000 habitantes), San Fernando (96.300 habitantes) y Puerto Real (41.537) se benefició del tirón de tantas familias con trabajo «estable y de calidad», reconoce Oliva. Pero ya en 2011, la falta de pedidos nuevos empezó a preocupar a los trabajadores. Un buque no se contrata de un día para otro, e iniciaron una estrategia con el Gobierno, entonces socialista, que cuajó con el acuerdo de «los tres cincos»: cinco Buques de Acción Marítima (BAM) para la Armada, cinco años de trabajo, 5.000 empleos, con cargo al presupuesto de Industria.
«Se aprobó pero no se puso en marcha», se queja Oliva, que vio cómo el Ejecutivo del PP varió la estrategia al llegar al Gobierno: «Buscaron acciones comerciales en el exterior, que tardan años en cuajar. Hemos oído hablar de pedidos en Qatar, Venezuela y en el sector civil, pero eso tarda. Yllevamos ya más de dos años sin carga de trabajo». Lo que significa, explica Oliva, que en estos dos últimos años, mientras 12 lanchas de desembarco para Australia daban trabajo a 150 personas en San Fernando y en Cádiz las reparaciones mantenían ocupada al 40 por ciento de la plantilla , el resto de trabajadores «se acoplaban al trabajo de estos compañeros, o se cogían los días de descanso acumulados en épocas de más carga, o estaban mano sobre mano en el astillero».
Esta situación devolvió a los trabajadores a duras movilizaciones : se han hecho dos marchas a pie de más de 20 kilómetros, volvieron las marchas cortando con barricadas el puente de Carranza y las detenciones de sus líderes sindicales, tan frecuentes antaño. «En este tiempo el PP ha hecho una campaña contra nosotros, diciendo que molestábamos con las protestas, pero no se daban cuenta de que aquí todo el mundo lo ha pasado muy mal por la falta de trabajo en astilleros, por eso la gente está con nosotros». Ahora, incluso después del anuncio de los dos buques, los trabajadores mantendrán la concentración que celebran cada 15 días en San Fernando para exigir carga de trabajo. El jueves, una marcha congregará en San Fernando a las plantillas de los tres astilleros, tras una primera en Puerto Real y con vistas a una tercera en Cádiz.
El horizonte es esperanzador, pero hay dudas. El buque de la Armada, 200 millones de euros de presupuesto, se repartiría entre los astilleros de San Fernando y Puerto Real y supondría unos 30 meses de trabajo para 500 personas. Los sindicatos creen que es el pedido más amarrado porque se cargará al prespuesto estatal, pero lamentan que se anunciase en Ferrol. El de Gas Natural, difundido un día después, daría tres años de trabajo seguramente a Puerto Real, la más necesitada al no haber recibido pedidos nuevos en cuatro años, pero aún no está firmado. Los sindicatos confían en que fragüe en la reunión del 2 de junio entre la SEPI, Navantia, Industria y Gas Natural. Serían 36 meses de faena.
Oliva cuestiona que los anuncios se hicieran en precampaña y sin reunirse con la plantilla, pero se centra en las posibilidades: calcula que con los 2.000 trabajadores actuales podrían reengancharse otros 2.000 o 2.500. Recuerda a los que años atrás trabajaron en Cádiz y hoy cobran el paro, o agotado ya el subsidio, se han ido a otros astilleros españoles, de Brasil, Holanda, Francia o Alemania, sobre todo. Siguen en contacto porque «en los astilleros se trabajan muchas horas y es como una familia», por lo que confían en que el regreso de un empleo «estable y de calidad» los traiga de vuelta a casa.
LOS DATOS
BAM. La SEPI anunció la semana pasada la construcción de dos Buques de Acción Marítima (BAM) para la Armada, que se harían uno en Ferrol y otro en Cádiz. Este buque daría a los astilleros gaditanos empleo para 500 personas durante 30 meses, según las primeras estimaciones. Además, se le integrarían los sistemas fabricados por otros subcontratistas, lo que elevaría la carga de trabajo. Más allá de este pedido, la SEPIpresumió de que la Armada ha superado las apreturas presupuestarias y puede volver a contratar barcos.
Gasero. Sólo un día después del anuncio del primer buque, la SEPIdio a conocer que Gas Natural contratará un gasero que se hará en Cádiz, probablemente en Puerto Real. Será una embarcación «claramente mejor» que los modelos que se fabrican en Asia, presumió la SEPI, que dará 36 meses de trabajo a la plantilla.
Empleo. De los 9.000 empleos directos unos 27.000 inducidos que llegaron a tener las plantas gaditanas en el sexenio 2006-2012, hoy sólo quedan los 2.000 empleados de plantilla que, a ratos, ni siquiera tienen trabajo y, una vez agotados sus descansos atrasados, llegan a quedarse mano sobre mano. El cierre de hasta 140 empresas del metal vinculadas también arrasó con 6.000 empleos en la provincia, la más castigada por el paro el año pasado, con un 40 por ciento de desempleo.
Acciones. Cierto resquemor le quedan a los trabajadores por que el Gobierno, tras dos años de vacío, haya optado por la misma solución que los sindicatos llevaban años poniendo sobre la mesa. Recuerdan, además, que el trabajo para lograr próximos pedidos debe comenzar ya.