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Bajo la sospecha de la incorrección

El Estatuto de Autonomía consagra como objetivo de la comunidad autónoma "la defensa, promoción, estudio y prestigio de la modalidad lingüística andaluza". No es que el legislador pensara en contrarrestar las críticas al acento de una ministra, pero en el caso Álvarez-Nebrera los políticos andaluces de todo signo se han tomado en serio el mandado. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 21:20 h.

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L. Blanco / M. Ureta

El Estatuto de Autonomía consagra como objetivo de la comunidad autónoma "la defensa, promoción, estudio y prestigio de la modalidad lingüística andaluza". No es que el legislador pensara en contrarrestar las críticas al acento de una ministra, pero en el caso Álvarez-Nebrera los políticos andaluces de todo signo se han tomado en serio el mandado.

Un sevillano, Elio Antonio de Nebrija, escribió en 1492 la primera gramática de la lengua castellana. Pero sobre la forma de hablar de los andaluces pesa a menudo la sospecha de la incorrección y el estereotipo de una Andalucía subdesarrollada y folclórica suele ir de la mano del desprecio a los muchos acentos andaluces. El último de una larga lista de agravios lo ha protagonizado la diputada del PP Montserrat Nebrera, una parlamentaria procedente de la burguesía catalana que se refirió a la manera de hablar de la malagueña ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, como un "acento de chiste". Políticos de todo signo han salido en tropel a ejercer una defensa que a estas alturas debería ser innecesaria.

Más allá de fervores esencialistas, que aluden a orígenes fenicios y reminiscencias árabes, o nacionalistas, que ven en él una lengua propia, hoy los lingüistas coinciden en que el andaluz no es más que el español hablado en Andalucía, comunidad que tras la reconquista fue repoblada en su mayoría con castellanos. Como otros usos de un idioma hablado por 500 millones de personas, presenta peculiaridades de pronunciación a las que comunmente llamamos acento. Los dialectólogos no se ponen de acuerdo en si hay una o varias hablas andaluzas, pero ninguno cuestiona su corrección, que neófitos en la materia denostan.

Conviene recordar que el debate sobre unos acentos más correctos que otros se origina en el academicismo del siglo XVIII, cuando la Real Academia impone una normalización ortográfica que llega a confundirse con la unificación del habla. El hecho de situar en Castilla el origen del idioma y que en esta zona la pronunciación coincidiera con la ortografía, contribuyó a extender la idea de que el español modélico era el de Castilla. Hasta entonces, los andaluces no sentían ningún complejo de inferioridad por su habla, como relata el historiador Antonio Domínguez en su obra Andalucía, ayer y hoy. Pero a fuerza de agravios, ese complejo se fue imponiendo y los andaluces han tenido que salir demasiadas veces en defensa de su forma de hablar el español.

Aunque lejos del protagonismo que la lengua como seña de identidad cobró en comunidades que tenían un idioma propio, los primeros folcloristas en Andalucía, con Demófilo a la cabeza, no obviaron el estudio de las peculiaridades del habla como parte de la cultura andaluza, y durante la creación del Estado de las Autonomías no faltaron trabajos antropológicos sobre el habla como parte de la identidad andaluza, como así quedó recogido en el primer Estatuto de 1981 y se volvió a plasmar en el de 2007.

El andaluz fue dignificado en la ley pero no en la práctica. Pasaron años en los que la Yerma de Lorca no hablaba en andaluz y, antes de la RTVA, 300 periodistas firmaron el 28 de febrero de 1987 un manifiesto contra la discriminación de sus colegas andaluces, obligados por los medios nacionales a ocultar su acento. Diez años después, el 68% de los profesionales de Canal Sur aún seguía sin usarlo ante los micros, según un estudio del Congreso del Habla Andaluza de 1997. Y eso que Felipe González había estado trece años presidiendo el país con un marcado acento andaluz.

A raíz del caso Nebrera, ha habido esta semana múltiples recuentos de las celebridades con acento del sur: dos de los cinco premios Nobel de Literatura españoles son andaluces (Jiménez y Aleixandre) y el malagueño Antonio Banderas fue el primer español que triunfó en Hollywood. Como muestra un botón.

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