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Baño de masas para el nuevo arzobispo coadjutor de Sevilla

Casi media hora empleó monseñor Asenjo en recorrer los apenas 100 metros que le separaban desde el altar del Jubileo hasta la sacristía de los Cálices al término de la misa que le convertía ayer en arzobispo coadjutor de Sevilla. Foto: Javier Díaz.
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el 15 sep 2009 / 21:19 h.

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Casi media hora empleó monseñor Asenjo en recorrer los apenas 100 metros que le separaban desde el altar del Jubileo hasta la sacristía de los Cálices al término de la misa que le convertía ayer en arzobispo coadjutor de Sevilla. Baños de masas en el primer día del nuevo ministerio pastoral de este seguntino.

Repiques de campanas desde la Turris Fortisiima, las notas atronadoras del órgano acariciadas por las manos de un felizmente recuperado Ayarra, las voces cristalinas de la Coral Polifónica de la Catedral, la sonrisa gótica de la Patrona entronizada en el Altar del Jubileo y, sobre todo, las reiteradas y espontáneas muestras de cariño y afecto populares. La sede hispalense tiró de lo más granado de su repertorio ritual para dispensar la mejor de las acogidas a su nuevo pastor, el número 127 que aterriza en una de las diocesis más antiguas y con mayor historia de España.

26 años, seis meses y 19 días después de la llegada a Sevilla de Carlos Amigo, la Puerta de la Asunción de la Catedral volvía a abrirse de par en par para recibir a un nuevo prelado. Nada más descender del coche que le trajo hasta la avenida de la Constitución, donde ya fue recibido con aplausos, Juan José Asenjo empezó a sentir de cerca el calor y el aprecio de los católicos sevillanos por su nuevo pastor.

Las cifras de la toma de posesión del hasta ahora obispo de Córdoba como arzobispo coadjutor de Sevilla (con derecho a sucesión) son reveladoras de la enorme expectación que ha creado su llegada a la Archidiócesis hispalense: un centenar de periodistas acreditados, más de 3.000 personas siguiendo la ceremonia en el interior del templo metropolitano y 44 prelados arropando al nuevo inquilino de la sede isidoriana, en la que muchos consideran ya la segunda mayor concentración de obispos en la historia reciente de la Catedral después de la clausura, por parte del Papa Juan Pablo II, del Congreso Eucarístico Internacional de 1993, evento en el que se dieron cita en Sevilla obispos de los cinco continentes.

Acompañado del cardenal Carlos Amigo, Asenjo fue recibido a las doce del mediodía por el deán de la Catedral y los miembros del Cabildo Catedral, mientras la Coral entonaba el Gloria a Cristo Triunfador de Pichard. Después de besar la reliquia del Lignum Crucis y de adorar al Santísimo en la capilla de la Antigua, dio comienzo la procesión de entrada, precedida por cerca de 600 sacerdotes de Sevilla y Córdoba, pero también allegados de Sigüenza, Madrid, Toledo y otras diócesis españolas.

Ya antes de revestirse para la ceremonia, Asenjo se vio obligado a responder -ora mano en alto, ora con las manos entrelazadas- a las numerosas muestras de cariño que recibía espontáneamente desde los bancos ocupados por sus paisanos cordobeses.

A los pies de la Virgen de los Reyes, flanqueda por las imágenes argénteas de San Isidoro y San Leandro que procesionan en el Corpus, la ceremonia de pressentación del nuevo arzobispo se desarrolló por espacio de más de dos horas en el Altar del Jubileo, en la nave del Crucero de la Catedral.

En su saludo inicial, el cardenal Amigo presentó a los fieles al "muy querido hermano en el Episcopado" Juan José Asenjo, al que "acogemos entre nosotros con todo cariño y disponibilidad", dijo, augurándole "unfeliz y fructuoso servico episcopal en esta Iglesia Hispalense".

Como es preceptivo en estos casos, la celebración arrancó con la lectura de las Letras Apostólicas en las que consta el nombramiento, servidas en bandeja de plata. En este documento papal, rubricado por Benedicto XVI, se hace constancia expresa a la petición que en su día hizo el cardenal Amigo al Santo Padre para contar con un coadjutor "para mejor ejecer su ministerio pastoral".

Sentado en una mesa, el canciller de la curia, Carlos Gonzalez, levantó y firmó el acto de la toma de posesión, momento tras el cual, una representación de la Archidiócesis de Sevilla -Cabildo Catedral, sacerdotes, autoridades, hermandades y cofradías, congregaciones de vida consagrada y matrimonios y jóvenes de la diócesis- subieron al presbiterio para saludar a monseñor Asenjo. Fue al término de esta procesión de saludos cuando la Catedral prorrumpió en el primer aplauso de bienvenida al ya nuevo arzobispo coadjutor.

Durante la celebración eucarística, presidida por el cardenal Carlos Amigo, monseñor Asenjo ocupó un lugar a la derecha del celebrante, acompañado en ese flanco del altar del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Rouco Varela, y del arzobispo de Granada, monseñor Martínez Fernández. Al otro lado del altar, se encontraban el nuncuio de Su Santidad, Monteiro de Castro, y los cardenales de Toledo, Cañizares Llovera, y Barcelona, Martínez Sistach.

"motivo de gozo". Durante su homilía, Carlos Amigo indicó que "es motivo de un enorme gozo para todos nosotros" la designación de Juan José Asenjo como arzobispo coadjutor, del que destacó sus cualidades humanas y episcopales. "Experiencia en la relación con las más diversas instituciones, amplio conocimiento de las estructuras diocesanas y del gobierno pastoral de una diócesis, acercamiento y asimilación de la cultura religiosa de Andalucía". "Todo ello constituye un más que extraordinario aval de eficiencia episcopal y de gobierno pastoral", añadió Amigo, quien subrayó que "nunca, nunca, agradeceremos suficientemente al Santo Padre Benedicto XVI el habernos concedido un arzobispo coadjutor".

Por su parte, al término de la celebración, y después de la intervención del nuncio, tomó la palabra Juan José Asenjo para ditigirse por vez primera a su nueva diócesis. Destacó que viene a servir a una Iglesia "con una historia esplendorosa, que a lo largo de los siglos ha dado admirables frutos de santidad" y mostró su disponibilidad a colaborar lealmente con el cardenal Amigo en la "pastoral de la santidad, la necesidad más apremiante de la Iglesia y del mundo en esta hora".

"Pedid al Señor que ame a todos los fieles con idénticas entrañas y que, si por alguien tengo que mostrar alguna preferencia, que sea por los niños y jóvenes, las familias, los enfermos, los pobres, los que no cuentan, lso parados, los inmigrantes y todos aquellos que son las primeras víctimas de la crisis económica", agregó.

Fianlizada su alocución, Asenjo se dio un baño de masas, abordado por numerosos fieles, hasta lograr retirarse a la sacristía.

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