Benacazón rememora vivencias de las víctimas de la explosión

Viernes 4 de junio, primer día de luto en el pueblo tras la explosión de la pirotecnia Virgen de las Nieves, y vecinos y familiares siguen sin creerlo.

el 04 jun 2010 / 18:42 h.

El cielo azul y limpio del Aljarafe recibía ayer a los vecinos de Benacazón al despertar de una pesadilla que lo sigue siendo, aunque muchos se resistan a creerlo. Pésames, caras de tristeza, ojos enrojecidos... no hace falta ser familia para sentir el dolor que enmudece a todo el municipio, porque como explica Reyes -"a mí me conocen como La Jeroma- todo el pueblo se une igual para la fiesta o el Rocío que para compartir el dolor" que hoy soportan todos.


Las banderas de la casa consistorial están a media asta y así van a seguir hasta la medianoche del domingo cuando concluyan los tres días de luto decretados por el Ayuntamiento de Benacazón . En las pocas sombras se sitúan curiosos viendo el continuo ir y venir de cámaras de televisión, y a pocos metros, al comienzo de la calle de los Jaene, otro edificio también tiene sus banderas bajadas en señal de luto: es la Peña Cultural Sevillista Manolo Leonardo de la que eran socios dos de los fallecidos.

Ya dentro, junto a la puerta, charlan Manolo Gutiérrez y Juan Carrasquilla: "El Castilleja (Manuel G.M., el más veterano de los fallecidos en la explosión) venía todas las tardes a jugar aquí a la garrafina, una modalidad del dominó". Y agregan: "Él era de Aznalcázar, pero la mujer era de aquí y él estaba aquí siempre". Pero su corazón no era muy sevillista: "Le tiraba el Sevilla y era socio de la peña, pero él era del Real Madrid y venía con su camiseta blanca".

También estaba muy vinculado a la peña el propietario de la pirotecnia, Antonio M.R, que vivía unos metros más allá, justo enfrente de la entrada del parque.

Sin salir de la peña, tras la barra del mostrador sirve las primeras cervezas Emilio del Valle, sobrino del último fallecido. Minutos antes de conocerse la muerte de Alejandro V.C. cuenta que "es primo hermano de mi padre y lo último que sé es que han llamado esta mañana al hospital -en la tarde del lunes se acercaron sus padres hasta el Virgen del Rocío para conocer su estado y acompañar al resto de la familia- y se está esperando el final".

La noticia de la muerte del único herido se fue corriendo por todo el pueblo incluso antes de que se hiciera oficial. "Yo fui a la pescadería y me dijeron que había muerto", comenta Sinforosa Sánchez, una señora mayor a la que el ánimo apenas le deja hablar: "Aquí nos conocemos todos y es una lástima muy grande". A quien más conocía era también al dueño de la empresa: "Todos los días lo veíamos pasar por aquí con su hijo", y añade: "Su señora venía ayer de examinarse en Huelva y se encontró con esta situación".

Mientras los corrillos de gente de todas las edades no pueden hablar de otra cosa, la vida continúa en Benacazón: los pequeños tractores se desplazan desde los campos de los alrededores, en la calle Macarena una familia se dispone a encalar su casa y los abuelos conversan a la sombra de la parada del autobús.

Pocos metros más allá, en la frutería, José Santana -frutero desde los 14 años- recibe a sus clientes sin poder creer lo que ha sucedido apenas unas horas antes: "Yo trabajé con el dueño como transportista hace ya 10 ó 12 años repartiendo material pirotécnico por los pueblos". Manifiesta que "nunca tuve miedo, no vi el peligro, era una mercancía más", aunque en momentos como éste, horas después del accidente laboral, uno se lo piense un poco. "El hermano mayor, que vive en Sanlúcar la Mayor, se llevó malo mucho tiempo y había que ayudarle, pero siempre cobrando, y siempre me tenía asegurado", explica destacando las virtudes de Antonio M.R. como empresario y como persona.

También lo hace cuando entra a comprar en la tienda Reyes La Jeroma: "Yo vivo a dos casas de él y era una persona extraordinaria, que no hablaba para no ofender". También conocía a El Castilleja y, sobre todo, a su mujer: "Un hermano de ella fue el que murió en Umbrete", en la explosión de abril de 1989, donde fallecieron cuatro personas en parecidas circunstancias en la Pirotecnia Andaluza.

Hasta la frutería van llegando más mujeres, y hombres, como una mañana normal, aunque todos saben y sienten que no es así. Y es que, como destaca la alcaldesa, Juana María Carmona, en el pueblo "hay mucha tristeza", una pena que se refleja en las caras, en los ojos, en las palabras, en los abrazos en silencio, en la consternación y en la mala suerte, ésa por la que ayer se lamentaban sobre todo las familias más cercanas que no abandonaban las inmediaciones del Instituto Anatómico Forense a la espera de que les devuelvan los cuerpos de sus hijos, hermanos y padres muertos. Para enterrarlos tendrán que esperar a las pruebas de ADN.

 

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