Miguel Ángel Pérez, José Antonio Gutiérrez, Pedro Gallardo y Enrique Romero, entre representantes locales y empresariales, recibieron el premio de la Fundación Cobre Las Cruces. Un ingeniero aeronáutico, dos ingenieros industriales y un licenciado en Administración y Dirección de Empresas. Doble tándem que da cuerpo a una idea que, construida a base de fibra de basalto, está empezando a hacerse realidad. Estos jóvenes andaluces, que tienen instalado su centro de operaciones en San José de la Rinconada y también están presentes en el espacio tecnológico de la Cartuja, El Cubo, han concebido, diseñado, calculado y fabricado un prototipo que está llamado a revolucionar las bicicletas profesionales, con un cuadro hecho en fibra de basalto, que presenta varias mejoras en innovación respecto de un cuadro fabricado en fibra de carbono. «Una de sus principales ventajas es que es mucho más flexible y tiene mayor poder de amortiguación que la fibra de carbono. Además, tiene un extra de comodidad que las bicicletas de carrera no tienen y absorbe el impacto de un bache que antes recibía el cuerpo del ciclista». Así lo explica su ideólogo, Enrique Romero, que señala que utilizar ese nuevo material fue su proyecto de fin de carrera, aunque aplicado a un monoplaza de carrera que compitió en el Fórmula Student, la competición de universitarios de todo el mundo para fabricar fórmulas uno, donde se valora el «extra de innovación». Él se detuvo en analizar el potencial de la fibra de basalto, material en el que se lleva investigando apenas «unos seis o siete años». «Decidimos aplicarlo al mundo de la bicicleta y nos apuntamos al concurso de Ideas de Negocio de la Universidad de Sevilla». Resultaron ganadores de la IX edición en la modalidad de estudiantes. Como también lo fueron del concurso Cinco Nueves que convoca la Fundación Cobre Las Cruces en alusión a la máxima calidad de los cátodos de cobre, dando origen ya a la empresa de base tecnológica Racormance Composites Bikes, y cuyos 30.000 euros de reconocimiento han resultado fundamentales para seguir avanzando en la fabricación de un segundo prototipo mejorado. «Ese premio nos ha permitido comprar mejor maquinaria y profesionalizarnos, hemos mejorado la rigidez respecto del primero», agrega. El potencial de este nuevo material que ellos han usado «para hacer el primer cuadro en el mundo en fibra de basalto» no se limita al asfalto, porque además de su uso para ciertos paneles de carrocería en el sector del automóvil, también podría analizarse para su futura aplicación en otros sectores como el aeronáutico, «sobre todo en aquellos puntos sometidos a vibraciones, donde no se puede utilizar la fibra de carbono», asevera. Innovación local. Aunque es pronto para calibrar el futuro de esta firma, constituida el pasado junio, este grupo de jóvenes tiene muy claro que no quiere dar un pelotazo y venderla. «Valoramos que si desarrollábamos el proyecto, lo haríamos nosotros. No valía quejarnos de que las buenas ideas se van si nosotros hacíamos lo mismo». Por ello, la decisión ha sido diseñar y fabricar «una propuesta de valor». «Queremos ser fabricantes made in Spain y no trasladar la fabricación a China». Por ello, el diseño, el cálculo sepan que el primer prototipo acumula casi 1.000 horas de trabajo solo en cálculos y la fabricación son locales. El objetivo de esta primera etapa es comenzar a comercializar las primeras unidades a partir de febrero y ofrecer un producto «muy artesanal», en el que sea el propio cliente el que la configure a su manera, haciendo de la «exclusividad» otro valor añadido. Dos ciclistas sevillanos profesionales les avalan Si todo sale como está previsto, el prototipo estará listo en enero y en febrero podría comenzar la comercialización de las primeras unidades. Primer paso: una serie limitada de unas 15 o 20 «para ir captando clientes». Lo harán con el apoyo de dos ciclistas sevillanos profesionales, Antonio Piedra y Sergio Carrasco, que tienen una tienda de bicis y son «quienes nos suministran componentes y accesorios». La fibra de basalto la distribuye una empresa alemana solo hay dos en Europa que lo hagan, afirma. El resultado, un cuadro artesanal por unos 1.000 euros.