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Bueno Monreal

La llegada de un obispo auxiliar a la demarcación administrativa de la Iglesia Católica en Sevilla hace volar la memoria de quienes peinamos canas a la entrada de José María Bueno Monreal en el palacio que había habitado el Mariscal napoleónico Soult, Duque de Dalmacia.

el 15 sep 2009 / 21:19 h.

La llegada de un obispo auxiliar a la demarcación administrativa de la Iglesia Católica en Sevilla hace volar la memoria de quienes peinamos canas a la entrada de José María Bueno Monreal en el palacio que había habitado el Mariscal napoleónico Soult, Duque de Dalmacia, y entonces habitaba otro mariscal, el cardenal Segura, Príncipe de los ejércitos de San Miguel. Cuentan que, por orden superior, sólo le habían preparado por despacho una sala vacía con una mesa coja y dos sillas, pero desde allí comenzó a abrirse paso en el corazón de la gente. Bueno Monreal, ya cardenal, se atrevió a publicar una pastoral en defensa de los más débiles.

Fue en 1962, el año de la apertura del Concilio Vaticano II. Franco y Fraga casi estaban apresando a Grimau, cuyo fusilamiento alevoso levantaría un estado de opinión contrario a la dictadura encabezado por otro cardenal, Montini, que poco después sería el papa Pablo VI. Al contrario que muchos, no se amilanó, sino que continuó animando a una renovación de la vida pública por muchos medios, este periódico entre otros, y abriendo el Palacio Arzobispal en un tiempo en el que era muy difícil encontrar espacios donde las ideas pudieran expresarse libremente.

El cardenal Tarancón se quedó con la imagen del esfuerzo de una parte de la jerarquía por poner a su Iglesia al lado de quienes luchaban a favor de la justicia pero aquel Príncipe de su Iglesia, del que se decía que había llegado como obispo auxiliar a palos, fue un factor de primer orden de la Transición en Sevilla. Precisamente, en Sevilla, de donde saldría después la gavilla más espigada de líderes democráticos. Obispo Asenjo: cuando se hable del derecho de la Iglesia Católica a intervenir en la sociedad, acuérdese de Don José María y no se olvide de que todos los caminos tienen dos direcciones.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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