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Bush ante la historia

El pasado 20 de enero, al formalizarse la toma de posesión del presidente Obama en la escalinata del Capitolio, concluía oficialmente el mandato de Bush. Aunque el enjuiciamiento de su gestión para ser objetivo y desapasionado requerirá el transcurso de un cierto tiempo...

el 15 sep 2009 / 21:44 h.

El pasado 20 de enero, al formalizarse la toma de posesión del presidente Obama en la escalinata del Capitolio, concluía oficialmente el mandato de Bush. Aunque el enjuiciamiento de su gestión para ser objetivo y desapasionado requerirá el transcurso de un cierto tiempo, las manifestaciones, fiestas y conciertos populares en distintas ciudades de los Estados Unidos transmitían la sensación de euforia y satisfacción por el cambio operado. Y es que el balance de estos ocho años no puede ser más negativo como reconocía Toni Morrison, premio Nobel de Literatura, al afirmar que la política bushiana ha sido "un desastre político... Cuando analizo estos ocho años no encuentro nada positivo. Nada. Todo lo que ha hecho se ha hundido o es mentira".

El punto de inflexión de su doble mandato hay que situarlo en la fecha fatídica del 11-S. Los acontecimientos de aquel día facilitaron la victoria y el control de la política americana por el sector más reaccionario y conservador del Partido Republicano, los llamados "neocons", que demostraron un talento indiscutible y una capacidad excepcional para elaborar una propaganda dirigida a la manipulación de la opinión pública. Pero sus reiterados fracasos, tanto en política interna como internacional, obligaron a sus más conocidos representantes a salir del Gobierno y facilitó la victoria demócrata en las legislativas de hace dos años.

La incompetencia y pasividad que Bush demostró en la gestión de las consecuencias del huracán Katrina en el año 2005 se han visto superadas por la nefasta gestión económica que ha dejado al país al borde de la recesión.

Pero el mayor fracaso cosechado por la Administración republicana afecta a su política exterior y concretamente a la proyectada y desarrollada en el Oriente Medio. Con el pretexto de que Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva, se invadió Irak para hacer de este país, una vez eliminado el dictador, un modelo de democracia a seguir como ejemplo por todos los estados de la zona. El resultado ha sido justo el contrario: Irak es hoy un país destruido y desvertebrado, golpeado por una espiral de violencia inacabable y por una corrupción galopante. Si a ello se añade la incesante crisis libanesa, la victoria de Hamás en Palestina, la guerra de Gaza y la emergencia de Irán como potencia hegemónica en la zona con la que necesariamente hay que contar para cualquier acuerdo, por mínimo que sea, se comprenderá el fracaso total de la intervención norteamericana.

Y esta desastrosa gestión alcanzó cotas ignominiosas en acontecimientos como los ocurridos en la prisión de Abu Ghraib y Guantánamo, los bombardeos de Faluya o la utilización generalizada de la tortura como medio para obtener confesiones de los detenidos. No dudaron en manipular el lenguaje y la opinión y en su pretendida "guerra contra el terror", llegaron a poner en peligro los derechos y libertades de los ciudadanos. Por ello, y casi con toda seguridad y con este bagaje, la historia no absolverá al presidente Bush.

Antonio Ojeda Escobar es notario

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