Veraneando

Camarón, eterno como el mar

El espectáculo contó con la presencia de familiares que no podían perderse el estreno en su ciudad natal. La obra, inagurada en Alcalá de Guadaíra estará en Málaga el próximo mes de septiembre.

el 16 ago 2014 / 11:00 h.

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Gema Monge, hija de Camarón, encarnó a Dolores Montoya, esposa del artista. Gema Monge, hija de Camarón, encarnó a Dolores Montoya, esposa del artista. Foto: Laura LópezDesde niño soñaba con ser torero, su mayor fantasía pasaba por lidiar ante una plaza de toros repleta, pero el destino le tenía preparado el triunfo en otro ámbito. Llenaría plazas, pero no con su dominio del capote, sino gracias a su desgarradora voz y a la revolución total que supuso su intervención en el mundo del flamenco. 'La Nana del caballo grande' abrió el espectáculo celebrado en la noche del pasado jueves en el céntrico colegio de La Salle de la ciudad que vio nacer al cantaor. A caballo entre un espectáculo musical y una cita teatral, Eterno Camarón, consiguió revivir e iluminar la figura del artista fallecido el pasado 2 de julio de 1992. La biografía de Camarón es la base del guión, a pesar de la imposibilidad de abarcar toda una vida, condensa los momentos más representativos que guiaron el transcurso de su éxito. La dirección de la banda estuvo a cargo del bajista Cecilio Cirre. Eduardo Trassierra como primer guitarra; la colaboración especial del hijo de Camarón, Luis Monge, y la desgarrada y mimética voz de Pedro 'El Granaíno' transportan en el tiempo al espectador a un concierto de Camarón en vida, transmitiendo toda la garra y la energía del duende gitano. El primer acto abarca hasta su boda con Dolores Montoya, La Chispa, un amor incondicional que José Monge no dejó escapar. Posiblemente, Camarón de la Isla sea el cantaor más personal de las últimas generaciones flamencas. Su duende se pone de manifiesto en cada instante y hasta sus expresiones más livianas tienen el aliciente de conmover, de pegar ese pellizco en la sensibilidad de los entendidos y sentidores del cante. Durante esta parte, los cantes de El Granaíno por Camarón resonaron con el ímpetu propio que caracterizan a este cantaor solista con un metal de bronce y una calidad indiscutible que además ha compartido escenario con artistas de la talla de Vicente Amigo, Tomatito, Enrique Morente, Estrella Morente, Alejandro Sanz o Los Farrucos. Por su parte, el actor sevillano Juan Luis Corrientes, fue el encargado de reencarnar la figura del mismísimo Camarón. La presencia de 'La Chispa', representada por Gema Monge dio un halo de realismo a los versos de esta historia. El espectador puede acercarse al alma de Camarón, donde su duende flamenco compartía espacio con su familia, cimientos fundamentales de su vida. Como telón de fondo, la obra estuvo acompañada por numerosas composiciones del artista como 'Rosa María', 'Corazón del sueño', 'Volando voy' o 'Yo soy gitano'. Primeros instantes de la obra con Camarón niño y La Malavida (Amador Rojas). Foto: Laura López Primeros instantes de la obra con Camarón niño y La Malavida (Amador Rojas). Foto: Laura LópezEl bailaor de la escuela de Farruco, Amador Rojas, ha participado en espectáculos como Carmen con Salvador Távora, Familia Montoya, Manuela Carrasco, Juana Maya, Eva 'La Hierbabuena', Antonio Canales y en una infinidad de espectáculos teatrales flamencos y fue la pieza clave para hacer combinar los geniales cantos de 'El Granaíno' con las guitarras de Pepe Monge (Hijo de Camarón) y Eduardo Trassierra con el baile más puro y el estilo más personal. A lo largo de esa hora y media se percibe la personalidad de Camarón como alguien que se alejaba del afán de protagonismo de otros artistas, reafirmándole como el rey del flamenco y de los gitanos. El cantaor recaló en los corazones de aquellos que escucharon con inocentes oídos los quejíos del nuevo flamenco. Viajes internacionales, giras históricas con Kiko Veneno, María Jiménez, Alameda, Paco de Lucía o Juanito Valderrama. Pero Camarón no se impresionaba ni por esto, ni por los premios que recibió, como el Premio Nacional al Cante de la cátedra de Flamencología de Jerez, él sentía fervor por su familia y lo que le rodeaba. Infelizmente, su pronta desaparición consolidan su figura como eterna, igual que el mar que respiró desde pequeño.

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