El nuevo primer ministro del Reino Unido, el conservador David Cameron, y su número dos, el liberaldemócrata Nick Clegg, presentaron ayer la coalición de gobierno -la primera en los últimos 70 años- como el comienzo de una nueva era en la política británica, llena de oportunidades para mejorar el paí.
Lejos de amilanarse ante los desafíos que se les presentan, no sólo por la delicada situación financiera de Gran Bretaña sino por sus propias diferencias políticas, ambos destacaron que su alianza es símbolo de madurez y aseguraron que aguantará toda la legislatura. "Tenemos no sólo un nuevo Gobierno, sino una nueva política, en la que el interés nacional está por encima del de los partidos", declaró Cameron en su primera rueda de prensa como jefe del Ejecutivo, en la que participó Clegg.
Fue más allá al afirmar que la unión con sus antiguos rivales, después de cinco días de negociaciones tras unas elecciones, en las que los conservadores ganaron el mayor número de escaños pero no consiguieron la mayoría absoluta, supone un cambio en la política británica de proporciones "históricas y sísmicas". "Tenemos la determinación compartida de afrontar los desafíos que tiene el país: salvaguardar nuestra seguridad nacional y apoyar a nuestras tropas en el exterior, confrontar la crisis de la deuda, reparar nuestro sistema político y construir una sociedad más fuerte", afirmó Cameron, quien no negó la dificultad de resolver los retos que afronta la coalición.
Clegg insistió a su vez en que el nuevo Gobierno "será duradero", pese a las diferencias entre sus partidos, porque están unidos en el propósito de tener un Ejecutivo estable.
Seis liberales dentro. Para demostrar "la profundidad y fortaleza" de su alianza, Cameron recordó los seis ministros que tendrá el partido de Clegg en el nuevo Gobierno de coalición y aseguró que habrá representantes de sus aliados en todas las áreas de gobierno. Los liberaldemócratas ocuparán, entre otras, las carteras de Medio Ambiente, con Chris Huhne como titular, y Negocios y bancos, con Vince Cable, mientras que Danny Alexander y David Laws -ambos negociadores del acuerdo- serán respectivamente ministro para Escocia y secretario jefe del Tesoro.
Cameron y Clegg escenificaron la unidad del Ejecutivo coaligado, el primero en el Reino Unido desde la II Guerra Mundial, llegando juntos a su primera rueda de prensa en una charla desenfadada por los jardines de Downing Street, que raramente se utilizan para encuentros con la prensa.
Para lograr la alianza, ambos partidos han hecho concesiones, y mientras que los tories cederán seis ministerios a sus colegas liberaldemócratas, éstos parecen haber hecho los mayores sacrificios programáticos. Así, accedieron a los planes conservadores de reducir el déficit estatal en unos 7.020 millones de euros con recortes en el gasto público este mismo año -en lugar de esperar a que se consolide la recuperación-. También renunciaron a su política de conceder una amnistía para regularizar la inmigración ilegal para apoyar la iniciativa tory de poner un tope a la inmigración extracomunitaria.
Menos europa. El partido de Clegg, hasta ahora el más europeísta del país, accedió a la exigencia de someter a referéndum toda futura transferencia de competencias a Bruselas y a no adoptar la moneda única europea mientras dure la legislatura. Además Cameron nombró ayer ministro de Asuntos Exteriores al euroescéptico William Hague.
Una exigencia crucial de los liberales era la sustitución del actual sistema electoral unipersonal mayoritario por otro de representación proporcional. La máxima concesión que pudieron arrancarles a sus aliados es el compromiso de convocar un referéndum en torno al llamado "sistema alternativo".