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Carga de caballería en el Polo

El primer festejo de la especialidad ecuestre culminó sin que ninguno de los rejoneadores fuera capaz de tocar pelo.

el 15 abr 2012 / 20:20 h.

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PLAZA DE LA REAL MAESTRANZA
Ganado: Se lidiaron seis toros de San Mateo y San Pelayo, bien presentados y noblones en líneas generales aunque con tendencia a ir muy a menos. Los mejores fueron los dos primeros.
Rejoneadores: Andy Cartagena, ovación y ovación tras petición.
Diego Ventura, ovación tras petición y ovación.
Leonardo Hernández, ovación tras petición y palmas de despedida.
Incidencias: La plaza registró más de dos tercios de entrada en tarde glacial y muy ventosa.


Seguramente tendremos que irnos acostumbrando pero estas corridas no son lo mismo sin su rey. Pero a estas alturas el jinete navarro prefiere pasearse por su México lindo y querido antes que venir a Sevilla a abrir un cartel que el pasado año aceptó a regañadientes. Y la verdad es que a Ventura, el más sólido pretendiente al trono, le falta ese contrapunto magistral que le suele sacar de sus casillas para dar lo mejor de sí mismo y subirse encima de todo y de todos.

Total, que entre la falta de Pablo Hermoso de Mendoza y el ambiente glacial que se vivía en los tendidos -mucho menos poblados que otros años en este mismo festejo- el espectáculo transcurrió con cierta premiosidad, cumpliendo los tercios sin que los caballeros ni la parroquia se calentaran por completo culminando -rara avis- sin que ninguno de los montados se llevara una oreja en el esportón.

Posiblemente, la actuación más vibrante y entonada de la tarde la protagonizó Diego Ventura con el quinto, un toro que se dejó en todos los tercios y con el que el jinete hispano luso apretó el acelerador a tope para no irse de vacío en una plaza en la que no suele fallar. Ventura dejó crudo a ese toro con un solo rejón y lo consintió a tope llevándolo a dos pistas. Destacaron algunas batidas al pitón contrario en el tercio de banderillas y, sobre todo, el riesgo asumido por el de la Puebla del Río, que se llevó siempre al toro enganchado a las grupas de su cabalgadura. El público celebró las piruetas finales y un par a dos manos puso la mejor firma a una labor que le faltó el refrendo del acero.

Antes se había mostrado más sobrio de lo que es habitual en él con el segundo de la tarde, un ejemplar noble y un punto a menos al que supo templar siempre y en todos los terrenos, especialmente en las galopadas pegado a tablas. Banderilleó apurando los terrenos, quebró en la cara y terminó su labor de un certero rejonazo pero el entusiasmo del público fue insuficiente para obtener un trofeo.

Había abierto el cartel, reapareciendo de la fractura sufrida en las Fallas de Valencia, el ya veterano Andy Cartagena, que sorteó en primer lugar un toro de buena condición, algo venido a menos , con el que mostró su recuperación. Estuvo cerca de cortar la oreja del cuarto de la tarde gracias a una vibrante actuación en banderillas en la que buscó y encontró toro en todos los terrenos. Los desplantes finales terminaron de enardecer al personal pero la petición tampoco tuvo el calor necesario.

El tercero en discordia era el joven paladín de la especialidad al que, poco a poco, le han tenido que hacer sitio en las ferias. Leonardo Hernández se había ganado el hueco en este festejo en terna y lo quiso demostrar con el tercero, un toro algo frío de salida con el que se ciñó en banderillas calentando el cotarro. El jinete extremeño arriesgó y se entregó dejándole llegar a pesar de que su enemigo era algo reservón. Algunos palos cayeron algo bajos aunque arregló todo con un gran par a dos manos al que siguieron las cortas, clavadas al violín. El rejonazo cayó muy trasero y enfrió la petición, que también fue insuficiente. Con el sexto volvió a poner todo de su parte cuando el frío más arreciaba. Nuevas batidas al pitón contrario, tres cortas y una rosa de propina siguieron a dos pinchazos que pusieron al personal en desbandada.

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