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Cofradías

Charitas Christi

La opinión de Carlos López Bravo

el 05 mar 2015 / 08:47 h.

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Charitas Christi urget nos. La Caridad de Cristo nos urge. Así lo proclama el guión de la ejemplar hermandad de Santa Marta, entre filas de nazarenos negros de un orden y perfección inigualables. Así lo va proclamando su Cristo muerto, conducido por los Santos varones en la pulcritud de unas sábanas que refractan todo el sol de la tarde del Lunes Santo. Así se podría escuchar en las bocas de los apóstoles que vivieron la escena a pocos metros del Calvario, en aquella escombrera de Jerusalén que terminaría siendo el centro del Universo, porque en ella nos redimió Cristo. Ante su cuerpo muerto y lacerante, destrozado por el odio y el egoísmo humano, las lágrimas de su Madre, la compasión del Discípulo amado, la aflicción de María de Salomé, la de Cleofás y la Magdalena, la ternura de Marta, la valentía y entrega de Arimatea y Nicodemo. Todo el misterio del Traslado al Sepulcro es al tiempo una conmovedora alegoría del amor fraterno, del único amor verdadero cuyo nombre atribuyó a su Cristo la Hermandad. Caridad igualmente presente –como lema y como fecunda realidad– en la hermandad de la Estrella, como huella del Santo que está en sus orígenes –San Francisco de Paula–. O en el Baratillo, donde es advocación de su Dolorosa morena. La Caridad de Cristo nos urge. Y ciertamente no hay hermandad sevillana que no se preocupe seriamente de atenderla con programas asistenciales de grandes proyectos o de obras puntuales a favor de los más necesitados. Pero la Caridad de Cristo es mucho más. Es saber escuchar y saber perdonar, y es prudencia, comprensión y sacrificio en nuestras relaciones personales e institucionales, venciendo al orgullo y al amor propio; en definitiva saber amar al prójimo como a uno mismo. Tal vez sea esa la tarea más difícil que los cofrades tengamos pendiente. La Caridad en los pequeños retos de nuestra vida, en la convivencia diaria en Iglesias, capillas y casas de hermandad. Nos urge empaparnos de esa Caridad de Cristo que Santa Marta proclama en la plenitud del Lunes Santo sevillano.

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