No estaba previsto pero Julio Muñoz Gijón (Sevilla, 1981) agradeció que la presentación de su último libro El prisionero de Sevilla Este (Almuzara) coincidiera ayer en la Fundación Cruzcampo con la celebración de la Copa de la Europa League del Sevilla F.C. Así pudo evitar el mal trago de sufrir la fiesta sevillista porque, como bético, reconoce que no es plato de buen gusto. Aficionado a las series, admite que le da «coraje cuando las alargan y estiran como un chicle». Piensa que «es mejor cortarse la coleta cuando estás arriba para que la gente tenga un buen recuerdo». Por eso, y gracias a que su editorial respeta su decisión pese al evidente interés empresarial (sus dos primeros libros se han convertido en un auténtico fenómeno literario), asegura que cierra aquí la trilogía y no habrá continuación en la misma línea. Quiere «hacer otras cosas» e incluso se plantea «cambiar el nombre de Rancio Sevillano en twitter», aunque admite que le «da un poco de miedo» ante la reacción que puede suscitar entre sus 34.328 seguidores (en 2013 fue nombrado líder de las redes sociales en Sevilla). Eso sí, este joven periodista seguirá escribiendo y de hecho su próximo proyecto es una especie de spin-off del personaje del detective Jiménez, que guía en la idiosincrasia de las sevillanas maneras al policía madrileño encargado de investigar los peculiares crímenes de sus libros y con el que ya «experimenta» en El prisionero de Sevilla Este metiéndole durante algunos capítulos en el Madrid más castizo.No estaba previsto que la trilogía terminara en Sevilla Este sino en El Rocío pero a Julio Muñoz le gustó tanto lo bien que los vecinos de este barrio periférico que, entre bromas algunos llaman Córdoba Sur, encajaban las bromas sobre el mismo de sus tuits que pensó que «se lo merecían». Así, el autor comienza esta historia ideando unas catacumbas bajo el Palacio de Congresos en las que la secta que desde El asesino de la regañá y El crimen del palodú siembra el terror con sus «sevillanicidios» guarda el arma definitiva con la que cumplir sus planes de cambiar la idiosincrasia sevillana, un arma que deja a sus víctimas «hechas picadillo y en medio de un fuerte olor a serranito». Jiménez y el detective Villanueva pretenden acabar definitivamente con ellos y, sin desvelar el final, las historias de estos peculiares crímenes terminarán aquí. No así la de Jiménez, personaje al que tiene claro que recuperará para «hacerle sangre» ya que se lo imagina en los más extraños escenarios y situaciones «desde el 15M a la cabalgata del Orgullo Gay o con Anonymous, da mucho juego».El cambio no afectará solo a su faceta literaria sino que le está «dando vueltas» a acabar con su alter ego Rancio Sevillano, todo un fenómeno en las redes sociales. No dejará el perfil, en el que al igual que en sus libros aborda los tópicos sevillanos con humor, sino que le quiere cambiar el nombre pero reconoce que no sabe por cuál ya que «tiene que ser otro nombre de sevillanía». Por ello invita a sus seguidores a aportar ideas.En pleno boom de la película Ocho apellidos vascos que también basa su éxito en la comedia sobre los tópicos sevillanos, Julio Muñoz reconoce que le encantaría que Paco León o los compadres de Mundoficción (Alfonso Sánchez y Alberto López) llevaran su trilogía al cine aunque «nadie me ha propuesto nada». Incluso admite que cuando escribe sobre Jiménez piensa en el actor Joaquín Núñez (Grupo 7). Y defiende que lo que más le gusta es la capacidad de los sevillanos de reírse con un «humor tan crítico con nosotros mismos porque eso es muy sano».
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