Economía

Con papeles al mundo

Cada vez son más las normas de seguridad alimentaria para entrar en un país, y EEUU es el peor de los peores al exigir. Sí, tendrás el mejor jamón pero sin certificados te comes tú el jamón.

el 19 nov 2014 / 12:00 h.

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Los alimentos entran por los ojos, por la boca y, sobre todo, por los papeles. Aunque presumas de tener el mejor producto del mundo, si careces de las certificaciones necesarias para entrar en un país, te lo comes tú. «En las ferias internacionales, los potenciales importadores pasan de largo si en el expositor no están colocados los certificados. Lo primero: ¿puedes entrar en mi mercado? Si es sí, entonces empezamos a negociar. Si no, no vamos a perder el tiempo». Pero semejante barrera para la exportación, descrita ayer por Jorge Orihuela, jefe de la División de Información y Formación de Extenda, se complica cada vez más y más. Desde los atentados del 11-S de Nueva York y la posterior legislación estadounidense de bioterrorismo, la seguridad alimentaria obliga a más certificaciones y auditorías de todo. «A veces se trata meramente de una criba: hay numerosas compañías que aspiran a vender en un país y, por tanto, hay que seleccionar», comenta Carlos Valdivia, director de Productos Alimentarios de Bureau Veritas. Orihuela y Valdivia fueron dos de los ponentes que participaron en las jornadas técnicas  Food Defense organizadas por Dakkos Consultores y celebradas en la Fundación Valentín de Madariaga de Sevilla capital. «Estar certificado es, hoy por hoy, la llave para comenzar a hablar. Pero después, además, te van a auditar. Hay cadenas de supermercados que vienen a tu fábrica y, sin avisar, te hacen una auditoría de seguridad». Quien habla es José Manuel González, director de Calidad del grupo aceitero Acesur, y lo hace citando a uno de los gigantes de distribución comercial, Walmart, que está considerado uno de los más exigentes del mundo en la materia –su sede, Estados Unidos–. Pero esto de la certificación es subir un escalón, luego te pedirán otro, y después otro. Es más, agregó González, junto con las de seguridad, están a la orden del día las «auditorías éticas». En ellas, el cliente valora el grado de cumplimiento de la legislación, en especial la laboral y la de los derechos humanos. Es la forma de parapetarse frente al escándalo que podría suponer que un proveedor cualquiera tenga vareando olivos a niños de siete años. El directivo de Acesur puso ejemplos de certificaciones que requieren el cumplimiento de ¡hasta 400 requisitos!, extremo que fue ratificado por Valdivia. Y éste concretó que Estados Unidos, Alemania y Francia figuran entre las naciones más tiquismiquis, «mientras otros son menos y apenas los miramos como objetivos de nuestras exportaciones pese a estar muy poblados, como Vietnam». Miguel Valero, director corporativo de Agroalimentación de la empresa AGQ, dijo que resultaba lógico que los importadores traten de defenderse ante todo, puesto que, si algo ocurre, «él es el responsable primero», de ahí que trasladen hacia atrás de la cadena de suministro las exigencias. El ejemplo más clarividente, la FDA de Estados Unidos, «que te bloquea» a la mínima. Dado que la seguridad es un punto crítico para la empresa, en las jornadas surgió también el tema del sabotaje: cuando tus propios trabajadores o tus competidores o aquellos que te quieren chantajear te complican las operaciones «metiendo trozos de cristal en una botella», caso real allí expuesto. El riesgo está, el dilema estriba en cómo frenarlos. Guillermo García-Palacios, presidente de Jamón de Huelva, fue tajante el afirmar que las trabas a exportar ibérico a EE. UU. son barreras institucionales «que no existen con el prosciutto italiano». A veces pesa más la política que la seguridad.

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